MADRID.- Algunos grandes laboratorios farmacéuticos, productores de los específicos más innovadores, están llevando a cabo una estrategia de suministro de fármacos que hace mucho más difícil especular con ellos y, consiguientemente, su encarecimiento para el consumidor final.
Estas empresas, entre las que se encuentran Pfizer, Glaxo-Smithkline, Sanofi-Aventis o Novartis, intentan obviar en España el oligopolio de los distribuidores y suministrar directamente a las oficinas de farmacia e, incluso, en casos muy concretos, a los enfermos crónicos en su propio domicilio con la preceptiva receta médica, tal como ya está sucediendo en Estados Unidos.
Los distribuidores, con algunas complicidades institucionales puntuales, han reaccionado intentando asustar a las pequeñas o más distantes farmacias con el espantajo de un teórico desabastecimiento de no ser ellos los que intermedien en la venta.
Además, en la era de Internet y del comercio electrónico, los laboratorios punteros intentan simplificar la cadena de distribución y hacer llegar fármacos, incluso directamente, a los enfermos crónicos que presenten la preceptiva receta médica y a un precio que se beneficia de no tener que ser incrementado con el margen comercial de los grandes distribuidores, que ahora es de casi el 8%, más el IVA.
Se entiende que se trata de fármacos de última generación y un precio alto, con los que algunas distribuidoras españolas han llegado a especular en el mercado internacional en detrimento del servicio esperado de la red española de farmacias.