domingo, 2 de noviembre de 2008

Lo que no se nos puede olvidar / Jordi Sevilla

Lamento comunicarles que no creo que el próximo 15 de noviembre, en la reunión del G-20 en Washington, se refunde el capitalismo.Tal vez sea necesario hacerlo. Pero es imposible que en una reunión de unas pocas horas los jefes de Estado y de Gobierno allí reunidos, invitados por un Bush en retirada, se vayan a poner de acuerdo sobre tan magna tarea. Pueden indicar algunas líneas de trabajo y, sobre todo, convocar una posterior conferencia intergubernamental que, tras varios meses de trabajo, presente para su aprobación los puntos en que debe ser reformado el actual orden económico mundial emanado, en gran parte, de los ya famosos acuerdos de Bretton Woods que fueron las conclusiones de una Conferencia Monetaria y Financiera de la ONU.

Si esto es así, José Luis Rodríguez Zapatero hace bien en intentar estar en esa reunión -y alguna fórmula diplomática para ello puede existir- pero sobre todo hay que estar en la otra reunión, donde los trabajos durarán meses y los acuerdos se tendrán que proponer, discutir, negociar y aprobar entre todos. Por lo tanto, estar ahora es importante, pero el qué decir luego también lo es, aunque le hayamos dedicado menos tiempo público.

El portavoz parlamentario, señor Alonso, ha anunciado que el grupo socialista está preparando una Proposición No de Ley para que el Parlamento pueda pronunciarse sobre cuál debe ser la posición de España en el debate que se abre. Y esto es de gran importancia.Nadie discute la necesidad de un cambio en las reglas de juego y en las instituciones mundiales pero, ¿qué reforma?, ¿para conseguir qué?

Como quiera que creo posible y conveniente que este debate sea no sólo ideológico, sino que refleje intereses de Estado, espero que haya una amplia participación social. Sindicatos, ONG, empresarios, cámaras de comercio, AEB, CECA, universidades , todos deben sumar su voz para ayudar a articular una posición española ante el Nuevo Orden Económico Internacional. Hoy, tras haber analizado la semana pasada lo que no hemos hecho bien, quiero contribuir a ello con unas reflexiones generales sobre lo que no se nos puede olvidar en dicha reforma.

Lo primero que no se nos debe olvidar es la economía real, porque el asunto va más allá de lo financiero. Es muy grave que un ahorrador pierda sus ahorros debido a una crisis financiera. Pero es igualmente grave que un trabajador pierda su trabajo por una crisis económica.Y si, como dice ahora el FMI, esto va de recesión, incluso de depresión, conviene apuntalar acciones multinacionales para hacer frente a la misma. No basta con copiar las mejores prácticas.Debemos ensayar una coordinación mundial de medidas económicas reactivadoras, incluyendo el impulso de la Ronda Doha de la Organización Mundial del Comercio, ya que uno de los errores cometidos durante la Gran Depresión de los años 30 fue, precisamente, buscar salidas nacionales a la crisis, a costa del vecino.

Lo segundo a no olvidar en esta reforma del sistema económico mundial es, obviamente, la parte financiera. Ahora se acepta de manera generalizada que deben regularse todos los productos financieros y que las entidades que los manejan deben ser objeto de supervisión por parte de alguna autoridad reconocida. Mejor regulación y mayor supervisión de productos y entidades deben verse acompañados, por tanto, de un ente regulador, supervisor y prestamista de última instancia con dimensión global. La libertad de movimiento de capitales debe verse contrapesada por una institución de igual poder y alcance. Sea un FMI reformado o un Sistema Federal Mundial de Bancos Centrales que, además, deberían armonizar sus objetivos, no sólo en la estabilidad de precios, sino también, en el crecimiento económico. En este sentido puede que las propuestas de Keynes en Bretton Woods, que fueron derrotadas a favor de las tesis norteamericanas de White, se acerquen más a lo que necesitaríamos hoy.

La tercera cosa que no debemos olvidar es que el Nuevo Orden Económico Internacional debe dotarnos de mejores elementos de estabilidad para conseguir unos niveles de bienestar colectivos mayores. Esto, para algunos países y para millones de personas, significa cumplir con los Objetivos del Milenio fijados por la ONU para, con una cantidad de recursos muy inferior a la que habremos dedicado sólo a la crisis financiera en los países de la OCDE, acabar en el planeta con el hambre y con algunas graves enfermedades. Reequilibrar las oportunidades de vida en el mundo, reforzando las capacidades de la gente más necesitada en sus lugares de origen, además de un asunto de justicia, debe verse también como un elemento positivo para todos al reducir la presión emigratoria y la competencia laboral desleal.

Por último, tampoco debemos olvidar los compromisos para hacer frente de manera conjunta a problemas comunes para los que nadie, por sí solo, tiene solución. Me refiero a la lucha contra el cambio climático en busca de acuerdos post Kioto en la próxima cumbre de Copenhague que sean eficaces para reducir el calentamiento global del planeta y sean aceptados por todos, incluyendo Estados Unidos, pero también China o India.

Un acuerdo global sobre los cuatro asuntos mencionados sí que sería una refundación del orden internacional en una dirección adecuada. Una opción ambiciosa pero posible. Cuando la banca de inversión ha desaparecido y con ella los derivados que han causado esta alarma, quedarse solo en regular lo que ya no existe, sería algo importante de cara al futuro, pero menor. Tenemos que aprovechar que en esta discusión, sea cuál sea el formato que adopte, estarán todos los países que tienen algo que decir sobre todos los problemas importantes a los que nos enfrentamos hoy. Y que generalizar la negociación puede que introduzca complejidad, pero permite equilibrar mejor las compensaciones nacionales entre lo que se obtiene y lo que se cede en cada materia. No deberíamos jugar partidas simultáneas en paralelo sino una misma partida que se representa en varios tableros.

En todos estos asuntos, España tiene mucho que decir. Por eso hay que estar en las reuniones. Para poder decirlo.

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El exterior, única esperanza del azulejo

CASTELLÓN.- El descenso de la demanda nacional, que la patronal cifra en un 10%, y el pinchazo de las exportaciones en los primeros ocho meses del año por los descensos en las ventas a la Unión Europea y América, obligan al sector del azulejo a centrarse en países emergentes para sobrevivir a la crisis, según "El Mundo".

Hasta octubre, dos de cada 10 azulejeras han tenido que presentar un expediente de regulación de empleo hasta un total de 43 expedientes, que han afectado a 1.976 trabajadores, el 7% de la plantilla de un sector que, pese a todo, sigue siendo líder en desarrollo tecnológico, diseño y calidad de servicio.

La industria azulejera se enfrenta a la primera gran crisis de consumo de baldosas cerámicas en el mercado nacional, donde el valor de las ventas había crecido de forma ininterrumpida en los últimos años. Incluso, en el año 2003, cuando la facturación del sector descendió un 2,9% por la coyuntura económica internacional, que provocó una caída de la exportación del 6%.

Antes del estallido de la crisis inmobiliaria y financiera, es decir al cierre de 2007, la industria contaba con alrededor de 200 empresas fabricantes de baldosas cerámicas. A esta cifra habría que añadir una veintena de empresas dedicadas a la atomización de arcillas y a la fabricación de 'bizcocho'.

En su conjunto, la estimación de la patronal azulejera Ascer era que el sector cerámico español daba empleo directo, entonces, a unos 26.400 trabajadores, además de generar más de 7.000 empleos indirectos, en unas empresas que en su mayoría son de pequeño y mediano tamaño.

La radiografía de la industria cerámica ha cambiado de forma significativa tan sólo 10 meses después. La crisis ha provocado que el 20% de las empresas del sector haya tenido que presentar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) en un intento desesperado por adecuar la oferta a la demanda actual, que ha caído del orden del 10% en el mercado nacional, según las estimaciones de la patronal.

Un total de 40 azulejeras se han visto afectadas por los 31 ERE de extinción de empleo y los 12 ERE de suspensión temporal de empleo que se han presentado hasta la primera semana de octubre en la industria cerámica. Con estas reducciones de plantilla, las azulejeras buscan una salida "responsable" a la coyuntura actual.

La Generalitat "ni alienta ni desalienta" la fusión de cajas

ALICANTE.- El vicepresidente económico del Consell, Gerardo Camps, aseguró que el gobierno autonómico "ni alienta ni desalienta" un posible proceso de fusión de las dos principales cajas de ahorro valencianas Bancaja y Caja Mediterráneo (CAM).

Preguntado por la fusión de dos de las cajas vascas, Camps recordó que la Generalitat ha mantenido "siempre" una misma posición en este asunto, en el sentido de que cualquier acuerdo de fusión o absorción entre entidades valencianas dependerá de la decisión de los órganos de gobierno de las cajas.

El consejero de Economía insistió en que ambas entidades actúan "con absoluta libertad y total respeto" por parte de la Generalitat, por lo que "si adoptaran una decisión de este tipo sería respetada", al igual que si siguen como hasta ahora.

"No corresponde al Gobierno ni alentar ni desalentar ninguna acción sino que es a los órganos de administración (de las cajas), que contarán con el respeto de la Generalitat", dijo.

Los amos del Mundo / Arturo Pérez-Reverte

Artículo premonitorio del escritor y periodista español Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951), publicado en "El Semanal" el 15 de noviembre de 1998, y que ahora, diez años después, se revela como una auténtica profecía.


Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o de un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.

Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio -o al revés-, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.

Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará a usted el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo; porque siempre ganan ellos, cuando ganan, y nunca pierden ellos, cuando pierden.

No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tiene que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.

Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder; el riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.

Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días.

Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.

Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces -¡oh, prodigio!- mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.

Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.

Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la pagan con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con sus puestos de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.

Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.

Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.