
Para
encontrar de forma definitiva solución a la gravísima coyuntura
económica que envuelve a España, hemos de partir, de forma escueta, de
los motivos que la ocasionaron, y de un diagnóstico concreto, realista y
exento de ideologías políticas, que hagan posible establecer y aplicar
con urgencia las soluciones viables, tal vez únicas, que hagan posible
el crecimiento económico, el cumplimiento de los Presupuestos Generales
del Estado, la disminución progresiva del desempleo y la amortización
del endeudamiento insoportable que nos hemos creado entre Estado,
Comunidades, Autónomas, Corporaciones Locales, sistema financiero y
familias. Una política económica a todos los niveles nefasta, que ha
olvidado el ejercicio de una " economía política" previsora, justa,
inteligente y ausente de ideologías, ha sido el motor de un
desequilibrio de magnitud hasta ahora desconocido.
Un sistema
económico basado casi exclusivamente en la construcción, alimentado
financieramente con extrema generosidad y falta de control, y un
desprecio y abandono de los sectores industrial y agrícola, tenía que
conducirnos a un debilitamiento progresivo de la actividad económica,
reflejada en el cierre de empresas, el crecimiento del paro, la casi
paralización del flujo financiero, el endeudamiento Público y el
descenso de la recaudación fiscal.
Nuestro déficit público supera
los 950.000 millones de €, cifra que acumula los más de 425.000
millones contraídos en los cinco últimos años, y que sigue aumentando
por un gasto muy por encima de los ingresos y una acumulación de
intereses (prima de riesgo ) excesivos al haber perdido la confianza de
los mercados financieros. Sanear las cuentas públicas, construir unos
presupuestos reales y equilibrados, que deben incluir los planes
realistas de amortización de nuestro endeudamiento, depurar y reconducir
el sistema bancario a lo que debe ser su actividad comercial,
abandonada en gran medida, y crear las normas imprescindibles para
volver al crecimiento de la riqueza, por la única vía posible, el tejido
empresarial, es la gran tarea responsabilidad de todos.
Es
incuestionable que debemos introducir las reformas necesarias a nuestro
sistema fiscal que posibiliten al empresariado en activo y a los
emprendedores y creativos, diseñar y acometer nuevos proyectos
renovadores, diferenciados y competitivos. Es necesario medidas de
protección al ahorrador para que revierta en beneficio de la economía
real.
Hay
que supervisar el mercado energético, liberalizándolo y resolviendo
racionalmente el tan manido déficit tarifario por el único camino
posible, las emisiones de capital necesario para compensar la supresión
de las subvenciones estatales, y proseguir con las energías renovables
necesarias, pero no soportadas en los recibos del consumidor; medida
imprescindible para alcanzar la competitividad en los mercados
exteriores. No culpemos ni hagamos responsables del déficit a las
empresas y a las familias; la verdadera responsabilidad corresponde a
los gestores de las empresas energéticas que emprenden y amplían
actividades sin la capitalización necesaria y suficiente, olvidando los
mercados bursátiles.
Igual
que una empresa bien gestionada controla su endeudamiento y cuenta de
pérdidas y ganancias para evitar una situación irregular que pueda ser
irreversible, el endeudamiento público y su correlación con el
cumplimiento estricto presupuestario, evitando déficit progresivo e
incontrolado, debe ser una tarea de obligado cumplimiento en la gestión
económica de todo responsable político. Pero además, de producirse el
déficit, debe planificar y acometer un proceso de estímulo de la
actividad económica real capaz de generar la riqueza necesaria para
amortizarlo mediante el crecimiento de los ingresos públicos.
El
escenario en el que nos encontramos es: Un endeudamiento, cuya cuantía
impide su amortización en los plazos corto y medio, agravado por la
acumulación de intereses generados por tipos inasumibles. Un presupuesto
deficitario con gastos que superan el doble de los ingresos. Ausencia
de nuevas empresas y de crecimiento de las activas. Un desempleo que
alcanza niveles muy preocupantes. Falta de flujo financiero, y una
imperiosa necesidad de adelgazamiento del gasto público. Todo ello, ha
conducido al convencimiento de un rescate urgente, a pesar del rechazo
de ciertos sectores que siguen negando su necesidad.
Tal vez por
ello, y porque Bruselas lo exigía, se pusieron en marcha medidas
impopulares de recorte en el gasto e inversiones, que vienen ocasionando
protestas ininterrumpidas; y una subida de impuestos que no ha logrado
el crecimiento de la recaudación, sino todo lo contrario, cuando no se
acometen reformas estructurales que faciliten el crecimiento de la
actividad económica. Ejemplo de ello han sido: La baja de la
remuneración de los funcionarios, la subida de tasas en la enseñanza, el
control farmacológico y el copago del mismo, la subida de impuestos
directos e IVA, entre otros varios, y la drástica supresión de
importantes inversiones públicas. No debemos olvidar que aún quedan
recortes en determinados sectores, en muchos casos innecesarios o
duplicados. A pesar del esfuerzo, el déficit sigue creciendo por falta
de ingenio y decisión en la toma de medidas que faciliten el crecimiento
de la riqueza nacional.
El rescate solo será efectivo si cubre
la cifra total de endeudamiento, si el interés es asumible, y si el
plazo de amortización es lo suficientemente largo para que la cuantía de
devolución anual pueda asumirse por los sucesivos presupuestos
generales. En caso contrario solo hay un camino que haga posible el
crecimiento, la emisión de "deuda perpetua", o a un plazo no inferior a
veinticinco años (no ocultamos la dificultad de su viabilidad). No
podemos permitirnos no reconocer la necesidad del rescate, pero en las
condiciones mencionadas anteriormente y acompañado del saneamiento de la
banca y del flujo del crédito. La falta de decisión y del alargamiento
en el tiempo nos situará en manos de nuestros acreedores y sin
posibilidades de autogobernarnos. El reciente acuerdo del "Fondo de
Rescate Europeo" cuadruplicando sus reservas hasta dos billones de €,
podría hacer viable la solución a nuestro problema, puesto que se crea
para el rescate integral de Italia y España.
(*) Economista y empresario