MONTEVIDEO.- La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha
cerrado este viernes en Montevideo el acuerdo comercial con los países
de Mercosur que la Unión Europea negocia con esta región desde hace 25
años y al que aún se opone de plano Francia; cuyo presidente, Emmanuel
Macron, avisó la víspera de que el pacto en su estado actual "es
inaceptable" pero no logró frenar a Bruselas.
"No sólo es una
oportunidad económica, es también una necesidad política", ha destacado
la jefa del Ejecutivo comunitario, en una comparecencia sin preguntas
junto al presidente de turno de Mercosur y mandatario de Uruguay, Luis
Lacalle Pou, para anunciar el acuerdo que ya avanzaron la víspera los
ministros de Exteriores del Mercosur (Uruguay, Argentina, Brasil y
Paraguay) con el comisario de Comercio, Maros Sefcovic.
"Estamos derribando barreras y permitiendo que entren inversiones,
estamos formando un mercado de más de 700 millones de consumidores", ha
celebrado Von der Leyen, quien ha celebrado el "verdadero hito
histórico" de un acuerdo entre las dos regiones. El nuevo marco
permitirá, según las cuentas de Bruselas, ahorrar a las empresas
europeas unos 4.000 millones de euros en aranceles cada año.
Lacalle Pou, por su parte, ha puesto en valor la importancia de dejar
atrás una relación que "no generaba confianza" por la consecución de
desacuerdos y pactos frustrados en las dos últimas décadas; al tiempo
que ha defendido que se trata de mucho más que un pacto comercial.
"En un mundo en el que el conocimiento se duplica cada tres años, es
ilógico que los países no se puedan entender en esos plazos de tiempo",
ha razonado el mandatario uruguayo, después de bromear con que hoy
volverá a casa "más tranquilo" y asegurar que los líderes de Mercosur
coinciden, "con distintos conceptos", en la "trascendencia del día".
A falta de que el resto de líderes de Mercosur se pronuncien
públicamente, el uruguayo ha adelantado que Santiago Peña (Paraguay) ha
dicho en la reunión que "no estaba satisfecho, pero estaba
entusiasmado", mientras que Inácio Lula da Silva (Brasil) lo ha
considerado un "día histórico" y Javier Milei (Argentina) ha apuntado la
"trascendencia e importancia" del convenio.
"Es un logro muy
importante. Ahora los Estados miembro lo evaluarán y decidirán", ha
dicho, por su parte, el presidente del Consejo Europeo, el portugués
António Costa, para recordar que el fin de las negociaciones no supone
automáticamente la adopción del acuerdo de asociación y comercial
anunciado.
El nuevo régimen comercial supone la eliminación
progresiva del 91% de los aranceles que se aplican a los contingentes
europeos que entran en Mercosur, por ejemplo a productos
agroalimentarios de interés para España como el aceite de oliva, el
vino, frutas y hortalizas y el porcino.
A cambio, la UE abre
liberalizará también la mayor parte del acceso a su mercado aunque
quedan contingentes arancelarios para productos especialmente sensibles y
se reconocen más de 350 Indicaciones Geográficas protegidas de la UE.
Otra de las claves en el actual contexto geopolítico son los compromisos
vinculantes para evitar restricciones a la exportación de materias
primas.
Poco antes de
que se confirmara el acuerdo tras más de dos décadas de negociaciones,
el portavoz comunitario en materia comercial, Olof Gill, avisaba en una
rueda de prensa desde Bruselas de que el acuerdo no se podía dar por
firmado, porque lo ocurrido en Montevideo, en los márgenes de la cumbre
de Mercosur, es un acuerdo político sobre los textos negociados a nivel
técnico.
"El acuerdo político es sólo el primer paso de un
largo proceso, sólo es el inicio", ha indicado, en referencia a que tras
la conclusión de las negociaciones se inicia un largo proceso que
arrancará por el examen legal de los textos por parte de los servicios
jurídicos del Ejecutivo comunitario y su traducción a todas las lenguas
oficiales de la UE, lo que llevará varios meses, antes de entrar en la
fase que permita firmar y ratificar el Tratado.
Sólo entonces,
Bruselas dará a conocer cuál es la base legal que propondrá para su
ratificación tanto en el Consejo como en el Parlamento Europeo.
En todo
caso, fuentes comunitarias sostienen que el simple anuncio supone un
"cambio en la psicología" de las empresas que saben ahora que habrá un
marco de libre comercio y, por ello, dan por hecho que habrá ya
inversiones que se "anticipen" a su entrada en vigor.
Este es
un acuerdo entre negociadores que necesita aún, del lado europeo, pasar
un proceso de ratificación que llevará tiempo y que probablemente pasará
por que Bruselas 'trocee' el Tratado.
De este modo, la parte comercial
podrá ser adoptada por mayoría cualificada de los Veintisiete y evitar
así que Francia pueda vetarlo si no gana apoyos suficientes para formar
una minoría de bloqueo.
También tendrá que ser ratificado por el
Parlamento Europeo, pero esquivará la ratificación en los 27 parlamentos
nacionales si se confirma que el marco comercial irá por separado.
La UE y Mercosur ya lograron un principio de acuerdo como este en
2019, pero en el proceso de ratificación chocó con las reservas de
países como Francia e Irlanda, que reclamaron salvaguardas
medioambientales más duras y cláusulas espejo para evitar una desventaja
en los agricultores europeos.
Estas exigencias son las que las
partes han negociado en una declaración adjunta que completará el
Tratado que negociaron entonces y que incluye, según fuentes
comunitarias, una cláusula que permitirá suspender parcial o totalmente
el acuerdo si una de las partes se aleja de los compromisos del acuerdo
climático de París.
Por el momento, sólo Francia ha sido
tajante en su rechazo categórico al nuevo acuerdo pese a las
disposiciones adicionales negociadas, aunque Polonia, Irlanda, Países
Bajos o Austria también han mostrado reservas si no se buscan medidas de
acompañamiento para compensar el impacto en sectores propios
estratégicos.
Sin embargo, de la última reunión de ministros de
Comercio de la UE celebrada la semana pasada, distintas fuentes
europeas consultadas señalan que con la calculadora en
la mano Francia no suma aún los apoyos suficientes para contar con una
minoría de bloqueo, aunque sí podría lograrlo si convence a Italia, aún
dubitativa.