VALENCIA.- Los palacios de Mosén Sorell, en Valencia, y
de los condes de Centelles, en la localidad de Oliva, son dos ejemplos
del expolio artístico que sufrió el patrimonio español, especialmente,
durante el primer tercio del siglo XX. Ahora, un libro rastrea la
pérdida de estos bienes y, además, descubre al magnate norteamericano
W.R.Hearst, que inspiró el clásico de Orson Welles 'Ciudadano Kane',
como uno de los personajes que más se beneficiaron de este triste
comercio.
'La destrucción del patrimonio artístico español. W.R. Hearst: El
gran acaparador' (Cátedra) es un estudio del catedrático José Miguel
Merino de Cáceres y la profesora María José Martínez Ruiz que pretende
llamar la atención sobre la pérdida patrimonial debida a la degradación
natural de los monumentos, la falta de mantenimiento y rehabilitaciones y
el expolio sufrido de las primeras décadas de la pasada centuria.
El volumen, cuya redacción ha supuesto una labor de siete años,
refleja "el desamparo en el que se encontró la herencia artística
nacional", según ha señalado la
profesora Martínez Ruiz.
Entre los muchos monumentos que se abordan en el libro aparece el
Palacio de Mosén Sorell, en Valencia, una lujosa mansión de principios
del XV que se ubicaba en la calle Corona, en el lugar donde hoy se
levanta el mercado del mismo nombre, y que había llegado a finales del
XIX en excelente estado de conservación.
El estudio relata que el 16 de marzo de 1878, cuando albergaba el
Ateneo Casino Obrero, sufrió un "pavoroso incendio (parece ser que
provocado) que lo dejó casi en ruinas". Afortunadamente, prosiguen los
investigadores, no todo se perdió y en el Museo de Bellas Artes San Pío V,
de Valencia, se encuentra una pintura que da idea de la grandiosidad del
salón conocido como de Las Leyendas, que no ha llegado hasta nosotros.
Del incendio se salvaron tres portadas góticas flamígeras: una de
ellas era la de acceso al palacio desde la calle --que se guarda desde
1924 en la Galería Parmeggiani en Reggio Emilia (Italia)--; la segunda,
la de entrada a la capilla --atribuida a Pere Comte-- fue adquirida por
el Gobierno francés en 1883 y puede admirarse en Louvre de París-- y la
tercera, la de la portada que permitía el paso desde la antesala al
salón principal, está en la actualidad en el Museo de Cerámica, de
Manises.
Otros elementos también lograron salvarse y se encuentran
distribuidos por distintos museos europeos y alguno en el San Pío V,
apunta este exhaustivo informe.
Respecto al Palacio de los condes de Centelles en Oliva, los expertos sostienen que era un "ejemplo paradigmático de
la arquitectura valenciana de su tiempo", al combinar un gótico tardío
con elementos mudéjares y decoración renacentista.
Mandado construir por Francesc Centelles a principios del siglo
XVI, por entronques matrimoniales acabó pasando a los Borja, luego
vinculados a la casa ducal de Osuna, si bien los duques nunca lo
habitaron de forma permanente por lo que se fue deteriorando
progresivamente. De este modo, ya estaba en mal estado cuando en 1871
fue vendido a particulares, que lo compartimentaron, abriendo una calle
en medio del patio, con viviendas para familias humildes.
Posteriormente, según los datos recabados por los estudiosos,
comenzó el expolio de los materiales más suntuosos, que se fueron
arrancando y vendiendo. En 1917, se interesó por él, cuando ya estaba
muy devastado, el anticuario y erudito danés Egil Fischer, quien fue
adquiriendo partes del inmueble con objeto de desmontarlo y, auxiliado
por el arquitecto Vilhelm Lamitzen, trasladar los restos a Dinamarca,
donde proyectaba su reconstrucción en una casa de su propiedad.
Así, sacó varios relieves escultóricos, columnas, rejas y partes
del friso de la Sala de Armas, algunas de las cuales se encuentran en el
Museo de Artes Decorativas de Copenhague y otras en la Hispanic Society,
de Nueva York, tras su compra en subasta en Londres en 1980.
Merino de Cáceres y Martínez Ruiz añaden que en 1920, cuando la
mayor parte del daño estaba hecho, el Gobierno español puso "freno" a
este traslado y el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional.
Pero los restos que se mantuvieron en Oliva sufrieron graves tormentas
en 1932 que derrumbaron más techos y muros, a lo que hay que sumar las
consecuencias de la Guerra Civil, que terminaron por destrozar la
carpintería, hasta que se produjo su derribo en la década de los 50.
La segunda parte del libro está dedicada al protagonista de esta
narración W. R. Hearst, vinculado a la página final de la historia
colonial española, y fuente de inspiración para Orson Welles en su
mítica película 'Ciudadano Kane'. "A golpe de talonario y turbias
maniobras, se convirtió en el mayor coleccionista de arte de su tiempo
cuyas propiedades se llegaron a asemejar a auténticos contenedores de
antigüedades", asegura la editorial.
Para ello, Hearst contaba en tierras españolas con la ayuda de
intelectuales, clérigos, políticos y, muy especialmente, con la de uno
de los principales agentes en España, Arthur Byne, autor de importantes
estudios sobre arte y arquitectura españoles y protagonista de este
negocio de venta y exportación. El libro apunta que Byne llegó atener
almacenes en el país --en Madrid y Sevilla-- para guardar las piezas y
apunta la posibilidad de que hubiera un tercero en Valencia.
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