Algunos apuntan a que el motivo de estas lluvias intensas, que han inundado ciudades enteras y han afectado al aeropuerto de Dubái -el más transitado del mundo-, podría estar en la sonada técnica de la siembra de nubes.
Otros muchos, sin embargo, atribuyen estas impresionantes tormentas al cambio climático: "Centrarse en la siembra de nubes es engañoso", afirmaba Friederike Otto, científica climática del Imperial College de Londres, según recoge Associated Press.
¿Qué es la siembra de nubes?
La siembra de nubes, también conocida como bombardeo de nubes, es una técnica que imita, de manera artificial, el proceso natural por el que se forma la lluvia con el objetivo de provocar precipitaciones. Esta estrategia de modificación del clima se puede realizar desde tierra, con generadores, o desde el cielo, con drones y aviones, y es utilizada por países de todo el mundo, especialmente en áreas que afrontan problemas de sequía.
Pero empecemos por el principio: las nubes se componen de pequeños cristales de hielo o gotas de agua, que se forman cuando el vapor de agua se enfría en la atmósfera. Para que la precipitación en forma de nieve o lluvia se produzca, estas gotas deben condensarse y combinarse con partículas de polvo, sal o humo. Esa unión crea una gota o un copo de nieve (compuesto por millones de estas gotas) que puede caer de una nube.
Aquí entra en juego el yoduro de plata, la sal que emplea esta técnica para provocar las precipitaciones, que, según explica Jose Miguel Viñas, meteorólogo de Meteored a 20minutos, "tiene características parecidas a las del hielo".
Para ello, primero se monitorean de cerca las nubes, pues este sistema no sirve con cualquiera: las seleccionadas deben contener agua por debajo de cero grados para que condensar la humedad en gotas.
"De alguna manera estás engañando, a la naturaleza. Es decir, estás introduciendo un elemento que de manera natural no estaría ahí, pero que actúa de manera parecida a cómo lo hace el hielo", explica el experto.
La lucha antigranizo, esperanza de la agricultura
Del mismo modo que estos sistemas se utilizan para provocar precipitaciones, también existen campañas para evitar que una tormenta deje granizo de gran tamaño. A esto se le conoce como 'lucha antigranizo'. "En este caso, la siembra intenta que, cuando se prevé una tormenta, el granizo sea de menor tamaño", explica Viñas.
Estas técnicas son las más comunes en España, donde, especialmente en zonas de agricultura, se utilizan cañones antigranizo para reducir las consecuencias de estas precipitaciones sobre los cultivos.
Sin embargo, la eficacia de los cañones de aire comprimido, que provocan vibraciones en las nubes para producir tormentas, o la fumigación de las nubes con más cantidad de yoduro para generar más granizo del que se genera de manera natural, han demostrado ser "del todo ineficaces", zanja el experto.
"Y por supuesto, lo que es del todo absurdo es lo que dicen algunos agricultores de que las avionetas están impidiendo que llueva en sus regiones. Eso no tiene ningún tipo de base científica".
¿Funciona? El experimento definitivo en Valladolid
Ni se trata de una técnica novedosa, ni se emplea únicamente en lugares remotos como Emiratos Árabes. La siembra de lluvia comenzó a probarse en los años 40, en torno a la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos. Allí, un grupo de investigadores, liderados por Vicent Joseph Schaefer -químico y meteorólogo- descubrieron que introduciendo bolitas de hielo seco en las nubes, era posible, aparentemente, provocar un proceso que diera lugar a lluvias o nevadas.
Tras este primer experimento, fueron muchos los que se sucedieron a lo largo de los años en Estados Unidos. Esta técnica fue especialmente bien acogida entre las fuerzas militares estadounidenses, que financiaron las campañas experimentales de la siembra de lluvia por considerarla una potencial arma de guerra.
Sin embargo, las reticencias de los meteorólogos obligó a endurecer las pruebas con el objetivo de demostrar, que, en efecto, las lluvias eran provocadas por las sustancias como el yoduro de plata.
Muy pronto, estos experimentos comenzaron a extenderse por países de todo el planeta, aunque los resultados eran muy dispares. Finalmente, en los años 70-80, la Organización Meteorológica Mundial decidió realizar un experimento definitivo para comprobar si esas técnicas funcionaban.
El lugar elegido fue, precisamente, España. Concretamente, una zona de Valladolid en la que, durante meses, se realizaron pruebas y se midieron todos los parámetros. La conclusión, explica Jose Miguel Viñas, fue que "no es que no sea eficaz, sino que, aunque es posible que en un momento se pueda estimular el proceso de creación de formación de gotas y granizos en la nube, lo que está claro es que no fueron resultados concluyentes, es decir, que lo que está y sigue estando fuera de nuestro control es, precisamente, el control. Se pueden hacer esas experiencias, pero una cosa es que se haga y otra cosa es que se consiga lo que tú quieres".
La otra cara del sistema: un problema transfronterizo
La eficacia no está probada. O al menos, no lo suficiente. Pero, ¿qué sabemos de los efectos negativos de rociar las nubes con yoduro de plata? Por ahora, es pronto para hablar de contraindicaciones, sin embargo, el meteorólogo Jose Miguel Viñas explica que, de hacerse campañas a una escala mucho mayor, las implicaciones serían muy importantes.
"Imagínate que, efectivamente, descubrimos que con el sistema se consigue favorecer la lluvia en un sitio, pero a costa de quitarle vapor de agua a otro sitio", expone. Algo así podría suceder, por ejemplo, en China, que está invirtiendo mucho dinero en estos sistemas "si consigue que en zonas de su país donde hay sequía, llueva, probablemente será a costa de quitarle lluvia, por llamarlo de alguna manera, a otros países fronteras", concluye Viñas.
En última instancia, lograr la efectividad de la siembra de lluvia podría suponer un problema transfronterizo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario