VALENCIA.- Psicólogos valencianos advierten de duelos de alto riesgo como
consecuencia de no poderse despedir de los seres queridos ingresados en
UCI por coronavirus o en un sepelio y recomiendan exteriorizar el dolor
para poder superarlo: "La naturaleza es sabia y las lágrimas están para
algo".
Así lo ha puesto de manifiesto el decano del Colegio
Oficial de Psicólogos de la Comunitat Valenciana, Francisco Santolaya, tras analizar y dar consejos
sobre cómo superar el duelo de familiares a los que no se les puede dar
el último adiós como consecuencia de las restricciones adoptadas por el
Gobierno en esta situación de pandemia provocada por el Covid-19.
Estas medidas gubernamentales y sanitarias contemplan
restricciones en el acceso de familiares o amigos respecto de una
persona que se encuentre en estado grave en la Unidad de Cuidados
Intensivos (UCI) por coronavirus, y limita a tres familiares los
acompañantes de un fallecido en un entierro.
Los sentimientos
de tristeza y de angustia, ha explicado Santolaya, suelen ser normales
cuando existe la pérdida de un ser querido, y para superarlos hay que
pasar por una serie de ritos de carácter fúnebre que, con el tiempo,
ayudan a aceptar esa pérdida.
El "problema" es que durante esta pandemia no existe un
proceso "normal" de duelo, puesto que "no hay un acompañamiento de la
familia ni tampoco un contexto de apoyo", ha puntualizado. Esto provoca
que puedan aparecer "duelos de alto riesgo", es decir, "duelos
complicados que pueden dar lugar a patologías de carácter depresivo o de
un sentimiento de sufrimiento emocional importante", ha expresado.
"Normalmente
hay una serie de fases para pasar un duelo considerado normal", ha
explicado el especialista, y ha nombrado la negación, el bloqueo
inicial, una fase de tristeza, de enfado y un proceso final de
aceptación.
Sin embargo, en la situación actuación estas fases
se ven interrumpidas y se pueden generar unos sentimientos de culpa, de
enfado y de irritabilidad "que hay que tratar" con un especialista para
evitar esta sintomatología posterior.
En similares términos se
explica el doctor José Mazón,
director del Instituto Valenciano de Neurociencias (IVANN) y profesor de
la Facultad de Psicología de la Universitat de València, quien asegura
que, en estos casos, se producen "dos duelos": de un lado,
no poder acompañar en los últimos momentos y, desde ese instante, a la
persona ya se le priva del contacto con el familiar, y, de otro, el de
la despedida final sin posibilidad de acompañamiento.
A su
juicio, lo mejor que pueden hacer los especialistas en estas situaciones
es "la escucha". "Lo que más necesita el paciente es reventar y
nosotros acompañarlo en ese proceso; en estos momentos, la persona no
tiene capacidad de aceptación, está en shock por el impacto emocional,
por lo que la intervención básica en esta primera fase es el consuelo y
estar ahí", detalla, sin descartar consejos de buenos hábitos de
higiene, como que se alimente, que trate de descansar y el manejo
adecuado de la medicación.
Por
su parte, Santolaya ha explicado que lo primero que hay que hacer para
poder superar un duelo de estas características es dejar que las
personas lloren y expresen sus sentimientos, o bien con la familia, o
bien de forma individual.
"Llorar no es malo. Expresar sentimientos de pena es lo más
normal del mundo", ha dicho, para agregar: "Si tengo una persona a la
que he querido mucho y ha fallecido, y más en estas circunstancias tan
duras, lo mínimo que se merecen es que llore por ellos y, también, que
me dejen por ellos", ha manifestado.
Y a este respecto, ha
agregado: "La naturaleza es sabia y las lágrimas están para algo. Tener
sentimientos de tristeza y expresarlo con lágrimas ayuda a que haya un
proceso determinado. Eso es muy importante".
Junto a la
tristeza, en esta situación de pandemia puede aparecer un sentimiento de
culpa en el que se piense si se podía haber actuado de otra manera o si
se tomaron las medidas y decisiones oportunas. Pues bien, al respecto,
el especialista ha señalado que "uno solo se debe sentir culpable cuando
ha cometido actos o ha hecho cosas que han producido muertes o
consecuencias graves. Pero en esta situación, nadie tiene la culpa de
las muertes. Se actúa lo mejor que se puede", ha dicho.
Si este sentimiento de culpa no desaparece en un tiempo, "sí
se debería acudir a un psicólogo que ayude a superarlo", ha comentado
Santolaya, quien ha recordado que el proceso de duelo suele durar
prácticamente un año. "En cualquier caso, un duelo que se prolonga más
allá de 24 meses, necesita ayuda de un especialista y un tratamiento",
ha concluido.
En
estos momentos, los especialistas del IVANN están atendiendo, sobre
todo, a familias de pacientes ingresados, que llevan tiempo en los
hospitales, y con la incertidumbre de si conseguirán superar la
enfermedad. Y casos también de médicos, que empatizan con los familiares
en el momento de dar la noticia de un fallecimiento o que están
contagiados, algún familiar también y, pese a su profesión, no pueden si
quiera visitarlos.
Además, en el primer duelo se puede unir la
circunstancia de una sentimiento de culpa por creerse causa del
contagio del familiar, aunque pueda no estar confirmado. Así, lo resume,
el especialista, "hay dos duelos: el momento de apartarse del ser
querido, el agravio de no poderse despedir y cuando la última vez que le
se ve vivo es cuando entran en urgencias o en la ambulancia y la falta
de despedida final".
La intervención de los psicólogos se hace a
dos niveles, cuando la persona está bajo un sentimiento de culpa e
impotencia por no poder atender ni ver al familiar y con la
incertidumbre de la espera de recibir una llamada del hospital, y el
"palo gordo" si se confirma el fallecimiento.
En estos casos,
deben "echar mano de todos los recursos para tratar de sacar adelante al
paciente, porque cada uno lo lleva de su manera", pero insiste en
recalcar: "El duelo es la pérdida, no necesariamente la muerte y estamos
atendiendo a ese primer duelo sobre todo, a una pérdida de contacto e
incertidumbre asociada a culpa".
Y lo más grave, es la falta de
despedida que impide que se pueda "cerrar la herida". "Despedirse es
reconfortante, no devuelve al familiar pero emocionalmente supone cierto
alivio y hace el duelo más llevadero". Para reducir ese sentimiento de
culpa, admite que es "difícil" en agudo, pero subraya que la principal
ayuda es "la escucha".
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