VALENCIA.- La Comunitat Valenciana aumenta progresivamente el peso de las ocupaciones más cualificadas pero otras regiones evolucionan de forma más rápida y crean más oportunidades que redundan en su desarrollo económico, según el director de investigación del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), Francisco Pérez.
La capacidad de atraer y generar actividad en la industria y los servicios avanzados, donde se generan los empleos y las innovaciones que permiten generar un mayor valor añadido para empresarios y trabajadores, es necesaria para Pérez: "Estar en los sectores de la industria, los servicios o el agrícola, pero ser generadores de valor añadido" es clave para aumentar la competitividad.
El experto en Análisis Económico de la Universitat de València asegura que un tercio de las ocupaciones son directivos, profesionales, técnicos o técnicos de apoyo, nichos de trabajo que están ocupados por personas con estudios superiores, pero la Comunitat Valenciana no es una de las regiones más desarrolladas en este ámbito sino que va por detrás de otras que evolucionan más rápido y crean más oportunidades.
La atracción de los servicios centrales de empresas, no solo de las sedes sociales, es un ventaja para los territorios, como ocurre en Madrid, que concentra las sedes de muchas empresas con las repercusiones positivas que arrastra.
Pérez señala como ejemplo la contratación pública, que se decide en Madrid en un porcentaje elevado y los contratistas están pendientes de ello, concentrando en este territorio a sus especialistas en la gestión del negocio.
Lo mismo ocurre con grandes empresas como Mercadona o Consum, o CaixaBank o Iberdrola, que crean las ocupaciones de mayor valor añadido donde tienen ubicados sus servicios centrales como es el caso de las dos firmas de supermercados.
El investigador lanza dos matices respecto a la defensa de reindustrializar la economía: el primero es que en ocasiones se interpreta de manera inadecuada la pérdida de peso industrial cuando lo que ha ocurrido es que una empresa industrial ha externalizado actividades que antes asumía como propias -transporte, asesoría fiscal, contable- y ahora compra servicios a otras, de manera que ha reducido su valor añadido pero ha aumentado el del sector servicios.
Y en segundo lugar, si esa externalización de servicios se queda en el territorio permanece el valor añadido, pero se pierde si sale a otras regiones o países.
El escenario descrito por el economista es el actual, en 2024, pero ¿cómo ha sido la evolución de la economía valenciana en lo que llevamos de siglo?
A su juicio, se han producido cambios similares al conjunto de la economía española y en una primera etapa (de finales del siglo XX hasta 2007-2008) se produjo un crecimiento muy intenso apoyado en el boom inmobiliario que hizo crecer a España y la Comunitat Valenciana por encima de otros países, al que siguió un periodo de crisis que se alargó hasta 2013 con retrocesos e incremento del desempleo que llevó a un deterioro de las cuentas públicas y a ajustes severos.
A partir de 2014 comenzó un periodo de crecimiento que se vio interrumpido de forma brusca por la pandemia y en el que las respuestas políticas fueron distintas a las aplicadas en la recesión.
La Comunitat sufrió más debido a su especialización turística, al verse interrumpida la actividad por las restricciones de movilidad, y perdió posiciones relativas respecto a la media española en renta por habitante, a lo que se suma la atracción de población inmigrante en actividades de escaso valor añadido (trabajo doméstico, cuidados, turismo, agricultura) y residentes extranjeros no laborales (los jubilados que se instalan en la costa), que ha repuntado con fuerza en los últimos años.
¿Y qué ocurrirá en los próximos años? Pérez dice no tener una bola de cristal y habla de riesgos e incertidumbres ante los efectos que puedan seguir teniendo la invasión rusa de Ucrania o la situación en Oriente Medio, unas perturbaciones que pueden poner al mundo patas arriba.
En España es muy preocupante la dificultad de acuerdo en el plano político, que ocasiona no poder abordar mejor las oportunidades, concluye el economista, Premio de Economía de la Fundación AFI Emilio Ontiveros 2024.
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