VALENCIA.- Para Francisco Pons, cabeza visible de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) que agrupa a las mayores empresas de la Comunidad Valenciana, la incertidumbre sobre que la profundidad de la crisis sume a ciudadanos y empresarios en un angustioso desconcierto, según dice en una entrevista que hoy publica "Las Provincias".
-Estamos casi en plena crisis, pero no sabemos si en el principio, en la mitad o saliendo de la crisis. Nadie sabe dónde estamos ni dónde vamos a estar. Sinceramente deberían aclararse los responsables de los bancos centrales y de los Gobierno.
-Igual no lo saben.
-Pues para eso cobran.
-Igual lo saben y no lo dicen.
-Eso es otra cosa. Pero es su responsabilidad ver lo que ocurre y adoptar medidas. En el fondo, la crisis ha llegado porque ha habido personas, no muchas, sólo unas pocas, que deberían de haber sabido que estábamos en un camino equivocado. Y tenían que haber advertido que ése no era el camino.
-¿Habla del ámbito internacional, nacional o autonómico?
-Lo tengo muy claro. La Reserva Federal, el BCE, el BM, Bush, los presidentes de Gobierno y los presidentes de los bancos más importantes. Dos docenas de personas, no muchas más.
-¿Hasta dónde debe bajar la responsabilidad?
-El responsable de una empresa, de un banco, de un país, es el responsable de lo que ocurre ahí. Tenemos dos crisis, la inmobiliaira y la financiera. Todos debieran haber sabido que estaba terminando el ciclo inmobiliario, pero coincidió con una euforia financiera y la banca concedió créditos increíbles con escasas garantías. La sociedad española tienen un endeudamiento muy superior a la media europea. Ahora el ajuste es duro porque se ha consentido que todos vivamos por encima de nuestras posibilidades y nadie quería ser el que pusiera el cascabel al gato. Esas son las responsabilidades.
-No se están depurando responsabilidades.
-Ni se van a depurar. En todo caso en Estados Unidos se están investigando actuaciones delictivas, pero depuraciones políticas, ni una.
-¿Y qué ocurre con gestiones quizá no ilegales, pero si irresponsables que han provocado este desastre?
-No va a pasar nada. Han caído bancos y ha tenido que asumirlos el Estado y supongo que habrá caído el presidente de la entidad. Pero eso no es bastante. Se supone que ganaba mucho porque sabía mucho. Ahora el recorte es brutal.
-Sobre todo a nivel financiero.
-En España muy acusadamente. Aquí llegaban dinero de todo el mundo porque el país no generaba el ahorro necesario, ciudadanos y empresas grastaban más de lo que tenían. Ahora el dinero es reacio a venir porque hay un problema de desconfianza en el sistema que hace que todo el mundo se guarde el dinero en el calcetín. Ciudadanos y empresas se guardan el dinero y no quieren ni consumir ni invertir. Los bancos dicen que tienen dinero pero que no les piden, y muchas empresas dicen que piden pero no les dan. No se entiende como se puede pasar de la euforia en la depresión en doce meses.
-¿Es un cambio de ciclo o una crisis que pone en cuestión el modelo, el sistema?
-Depende de qué entendamos por sistema. Una cosa es el sistema financiero y otra el modelo de economía de mercado. Creo que el sistema de economía de mercado debe seguir rigiendo los destinos del mundo occidental.
-Quizá no con la misma forma.
-Hay que realizar cambios, especialmente en el mundo financiero. Se habla de economía real para enfrentarla a la economía virtual de las finanzas que mueve millones por ordenador y aparenta que compra y vende. En la economía real hay mucho control de la Administracion, legislaciones laborales, fiscales, medioambientales. Este control se debe de trasladar a la financiera. Hay que respetar la economía de mercado y ordenar la virtual.
-¿Cómo combatir la desconfianza?
-Es importantísimo que el Gobierno genere confianza con políticas activas de creación de actividad y empleo vía deducción fiscal para las empresas que generen empleo, que innoven, que quieran internacionalizar, y que reinviertan sus beneficios. Se pierde ingreso fiscal pero se genera riqueza y actividad que automáticamente genera impuestos. No sé por qué el Gobierno no lo acaba de ver. Están incidiendo poco en las politicas activas de empleo. Hay que pensar en lo que viene después de la crisis. Tenemos que preparnos para el nuevo ciclo en una economía global. Ahí está el quid de la cuestión. Eso sólo se consigue con flexibilidad.
-¿Qué entiende por flexibilidad?
-Cuando se habla de flexibilidad todo el mundo apunta al trabajador, al despido más fácil. Una parte puede ser esa, pero hay otra. El empresario y la sociedad en general deben tener una mentalidad más flexible para adaptarse a un mundo que cambia con suma rapidez. En la economía global cambian productos y mercados de forma vertiginosa. Si todos queremos tener el mismo empleo toda la vida vamos listos.
-¿Estamos preparados para esta situación?
-Tendremos que hacerlo a la fuerza. El trabajador vive la flexibilidad como un ataque, pero en realidad es su mayor garantía de empleo. Eso sí, tenemos que formarle para que esté en condiciones de cambiar de factoría, de actividad, de empresa.
-¿No supone un problema moral buscar bajos costes productivos en países en los que los trabajadores están en semiesclavitud?
-No es un problema moral. Las sociedades más abiertas son las más ricas. Mientras más cerradas más limitadas. Hay que procurar que en estos países se luche cada día para que se trabaje en condiciones de dignidad, sin abusos excesivos; porque abusos habrá, como hubo en Europa en el inicio de la industrialización. No tiene solución. Tendremos que aceptar que personas de países subdesarrollados trabajen en situaciones que no aceptaríamos en Europa. Además nos interesa que su nivel de vida suba, por humanidad y solidaridad y también por mercado, porque nos conviene que tengan capacidad de consumo.
-¿Es el momento de replantearse el modelo productivo o debe seguir siendo la construcción el motor del desarrollo de la Comunitat?
-El turismo tiene que tener ese peso de un 13% del PIB. Tenemos clima y playa. Detrás de ese turismo hay construcción y muchas otras actividades. Funcionará si lo hacemos medianamente bien, porque los miles de kilómetros de costa mediterránea son una incipiente competencia. Seguiremos teniendo un turismo sólido porque estamos muy cerca y porque ofrecemos servicios, infraestructuras, seguridad, sanidad. Después está la actividad de servicios y de producción, pero tenemos que orientarnos a actividades de más innovación. Todavía tiene que aparecer la generación de empresarios de 35 o 45 años que haga el gran cambio, como el que hicieron nuestros padres cuando montaron los sectores tradicionales o cuando revolucionaron la agricultura.
-¿Tendría que cambiar el peso de los diferentes sectores?
-No debe estar centrado todo en el turismo y la construcción. Hay que cimentar un tejido productivo que dé trabajo a las nuevas generaciones más preparadas y que sea capaz de soportar un área de servicios muy avanzada. El equilibrio sería una combinanción de poco de agricultura, bastante de turismo y mucho de producción de servicios avanzados.
-¿Estamos en ese camino?
-El mundo de la política y los medios están demasiado pendientes de si se cierran empresas tradicionales. Da igual. Hay que destruir lo que no sea actual. No pasa nada. Hay que renovarse. Los juguetes de ahora no son los de hace 30 años, ni el mueble es el de antes. Se mantienen las mismas necesidades pero se satisfacen de diferente forma. No pasa nada por que se pierdan centros de producción; surgen nuevas actividades.
Pons reconoce que todo lo arreglaría con reflexión y acuerdos entre las partes. Consecuente con este principio, AVE ha multiplicado en los últimos meses sus encuentros con líderes políticos y económicos para escuchar su visión de la crisis.
-¿Ha encontrado algún eco la propuesta de AVE de un pacto político para la ordenación del territorio?
-Hemos manifestado la imperiosa necesidad de que en la Comunitat y en España haya una ordenación del territorio. Creo que en estos momentos Gobierno y oposición lo está haciendo. Ahora que hay una bajada de actividad es la ocasión para ordenar el territorio y decidir dónde van áreas industriales, dónde turísticas, residenciales. Después tiene que haber unas normas urbanísticas claras que impidan que haya unas pocas corruptelas urbanísticas que ensombrezcan a todo un sector que nada tiene que ver con esas prácticas.
Creo que la Generalitat lo está haciendo y supongo, pero no lo sé, que el PSPV debe estar colaborando. También sería necesario el pacto en el tema del agua. Sobrepasa las posibilidades de los ciudadanos; ¡qué lo arreglen los políticos, por favor! Aunque del todo no se va a solucionar. El agua siempre ha sido motivo de conflicto.
-También planteaba la necesidad de colaboración institucional.
-Nosotros lo arreglaríamos todo con pactos, quizá sea candidez. Creo que muchas cosas se deberían pactar. Las batallas sobre el agua o sobre la energía se podía arreglar pactando PP y PSOE.
-¿Por qué no ocurre aquí como en EE.UU. donde todos cierran filas tras el presidente electo?
-EE.UU. es diferente de España, pero también de Europa. No hay derecho a que en un momento de gravedad como éste no se den cuenta los políticos de toda Europa de que es el momento de actuar conjuntamente. Yo los suspendería a todos. Todos quieren apañarse en su Estado. Y luego nos quejamos de que cada autonomía quiera gobernar su casa. Soy europeista y creo que es el momento de hacer Europa. Es urgente que Europa tenga una sola voz.
-¿Cómo contemplarían los empresarios que el Valencia tuviese un trato de privilegio por parte de las entidades financieras tan cicateras a ofrecer préstamos a otro tipo de sociedades mercantiles?
-No lo sé, pero un equipo de fútbol, además de ser una sociedad anónima es algo más que una sociedad. Las personas que dirigen un equipo de fútbol tienen una responsabilidad diferente. Si alguien la utilizara sólo para ganar dinero tendría que ser tratado de la misma forma. Pero si ofrece un servicio a la sociedad es otra cosa. Por sus características especiales, la banca podría hacer una excepción con el Valencia. Lo que no me atrevo a decir es cuál debe ser el límite, porque el banco debe tener unas garantías y debe de cobrar los créditos.
-¿Qué debe hacer el ciudadano? ¿ahorrar dinero porque la situación está muy mal o gastar porque si no la economía se para?
-Continuemos viviendo como siempre, pero con prudencia. Cada uno ajustará el concepto prudencia, pero debemos de orientarnos a continuar con prudencia.
- Ya pero ¿tengo que comprar las mismas pastillas de turrón que el año pasado?
-Una pastilla menos, pero compra. Y en lugar de una docena de vinos diez botellas. En lugar de un champan francés un cava de aquí.
-Igual no lo saben.
-Pues para eso cobran.
-Igual lo saben y no lo dicen.
-Eso es otra cosa. Pero es su responsabilidad ver lo que ocurre y adoptar medidas. En el fondo, la crisis ha llegado porque ha habido personas, no muchas, sólo unas pocas, que deberían de haber sabido que estábamos en un camino equivocado. Y tenían que haber advertido que ése no era el camino.
-¿Habla del ámbito internacional, nacional o autonómico?
-Lo tengo muy claro. La Reserva Federal, el BCE, el BM, Bush, los presidentes de Gobierno y los presidentes de los bancos más importantes. Dos docenas de personas, no muchas más.
-¿Hasta dónde debe bajar la responsabilidad?
-El responsable de una empresa, de un banco, de un país, es el responsable de lo que ocurre ahí. Tenemos dos crisis, la inmobiliaira y la financiera. Todos debieran haber sabido que estaba terminando el ciclo inmobiliario, pero coincidió con una euforia financiera y la banca concedió créditos increíbles con escasas garantías. La sociedad española tienen un endeudamiento muy superior a la media europea. Ahora el ajuste es duro porque se ha consentido que todos vivamos por encima de nuestras posibilidades y nadie quería ser el que pusiera el cascabel al gato. Esas son las responsabilidades.
-No se están depurando responsabilidades.
-Ni se van a depurar. En todo caso en Estados Unidos se están investigando actuaciones delictivas, pero depuraciones políticas, ni una.
-¿Y qué ocurre con gestiones quizá no ilegales, pero si irresponsables que han provocado este desastre?
-No va a pasar nada. Han caído bancos y ha tenido que asumirlos el Estado y supongo que habrá caído el presidente de la entidad. Pero eso no es bastante. Se supone que ganaba mucho porque sabía mucho. Ahora el recorte es brutal.
-Sobre todo a nivel financiero.
-En España muy acusadamente. Aquí llegaban dinero de todo el mundo porque el país no generaba el ahorro necesario, ciudadanos y empresas grastaban más de lo que tenían. Ahora el dinero es reacio a venir porque hay un problema de desconfianza en el sistema que hace que todo el mundo se guarde el dinero en el calcetín. Ciudadanos y empresas se guardan el dinero y no quieren ni consumir ni invertir. Los bancos dicen que tienen dinero pero que no les piden, y muchas empresas dicen que piden pero no les dan. No se entiende como se puede pasar de la euforia en la depresión en doce meses.
-¿Es un cambio de ciclo o una crisis que pone en cuestión el modelo, el sistema?
-Depende de qué entendamos por sistema. Una cosa es el sistema financiero y otra el modelo de economía de mercado. Creo que el sistema de economía de mercado debe seguir rigiendo los destinos del mundo occidental.
-Quizá no con la misma forma.
-Hay que realizar cambios, especialmente en el mundo financiero. Se habla de economía real para enfrentarla a la economía virtual de las finanzas que mueve millones por ordenador y aparenta que compra y vende. En la economía real hay mucho control de la Administracion, legislaciones laborales, fiscales, medioambientales. Este control se debe de trasladar a la financiera. Hay que respetar la economía de mercado y ordenar la virtual.
-¿Cómo combatir la desconfianza?
-Es importantísimo que el Gobierno genere confianza con políticas activas de creación de actividad y empleo vía deducción fiscal para las empresas que generen empleo, que innoven, que quieran internacionalizar, y que reinviertan sus beneficios. Se pierde ingreso fiscal pero se genera riqueza y actividad que automáticamente genera impuestos. No sé por qué el Gobierno no lo acaba de ver. Están incidiendo poco en las politicas activas de empleo. Hay que pensar en lo que viene después de la crisis. Tenemos que preparnos para el nuevo ciclo en una economía global. Ahí está el quid de la cuestión. Eso sólo se consigue con flexibilidad.
-¿Qué entiende por flexibilidad?
-Cuando se habla de flexibilidad todo el mundo apunta al trabajador, al despido más fácil. Una parte puede ser esa, pero hay otra. El empresario y la sociedad en general deben tener una mentalidad más flexible para adaptarse a un mundo que cambia con suma rapidez. En la economía global cambian productos y mercados de forma vertiginosa. Si todos queremos tener el mismo empleo toda la vida vamos listos.
-¿Estamos preparados para esta situación?
-Tendremos que hacerlo a la fuerza. El trabajador vive la flexibilidad como un ataque, pero en realidad es su mayor garantía de empleo. Eso sí, tenemos que formarle para que esté en condiciones de cambiar de factoría, de actividad, de empresa.
-¿No supone un problema moral buscar bajos costes productivos en países en los que los trabajadores están en semiesclavitud?
-No es un problema moral. Las sociedades más abiertas son las más ricas. Mientras más cerradas más limitadas. Hay que procurar que en estos países se luche cada día para que se trabaje en condiciones de dignidad, sin abusos excesivos; porque abusos habrá, como hubo en Europa en el inicio de la industrialización. No tiene solución. Tendremos que aceptar que personas de países subdesarrollados trabajen en situaciones que no aceptaríamos en Europa. Además nos interesa que su nivel de vida suba, por humanidad y solidaridad y también por mercado, porque nos conviene que tengan capacidad de consumo.
-¿Es el momento de replantearse el modelo productivo o debe seguir siendo la construcción el motor del desarrollo de la Comunitat?
-El turismo tiene que tener ese peso de un 13% del PIB. Tenemos clima y playa. Detrás de ese turismo hay construcción y muchas otras actividades. Funcionará si lo hacemos medianamente bien, porque los miles de kilómetros de costa mediterránea son una incipiente competencia. Seguiremos teniendo un turismo sólido porque estamos muy cerca y porque ofrecemos servicios, infraestructuras, seguridad, sanidad. Después está la actividad de servicios y de producción, pero tenemos que orientarnos a actividades de más innovación. Todavía tiene que aparecer la generación de empresarios de 35 o 45 años que haga el gran cambio, como el que hicieron nuestros padres cuando montaron los sectores tradicionales o cuando revolucionaron la agricultura.
-¿Tendría que cambiar el peso de los diferentes sectores?
-No debe estar centrado todo en el turismo y la construcción. Hay que cimentar un tejido productivo que dé trabajo a las nuevas generaciones más preparadas y que sea capaz de soportar un área de servicios muy avanzada. El equilibrio sería una combinanción de poco de agricultura, bastante de turismo y mucho de producción de servicios avanzados.
-¿Estamos en ese camino?
-El mundo de la política y los medios están demasiado pendientes de si se cierran empresas tradicionales. Da igual. Hay que destruir lo que no sea actual. No pasa nada. Hay que renovarse. Los juguetes de ahora no son los de hace 30 años, ni el mueble es el de antes. Se mantienen las mismas necesidades pero se satisfacen de diferente forma. No pasa nada por que se pierdan centros de producción; surgen nuevas actividades.
Pons reconoce que todo lo arreglaría con reflexión y acuerdos entre las partes. Consecuente con este principio, AVE ha multiplicado en los últimos meses sus encuentros con líderes políticos y económicos para escuchar su visión de la crisis.
-¿Ha encontrado algún eco la propuesta de AVE de un pacto político para la ordenación del territorio?
-Hemos manifestado la imperiosa necesidad de que en la Comunitat y en España haya una ordenación del territorio. Creo que en estos momentos Gobierno y oposición lo está haciendo. Ahora que hay una bajada de actividad es la ocasión para ordenar el territorio y decidir dónde van áreas industriales, dónde turísticas, residenciales. Después tiene que haber unas normas urbanísticas claras que impidan que haya unas pocas corruptelas urbanísticas que ensombrezcan a todo un sector que nada tiene que ver con esas prácticas.
Creo que la Generalitat lo está haciendo y supongo, pero no lo sé, que el PSPV debe estar colaborando. También sería necesario el pacto en el tema del agua. Sobrepasa las posibilidades de los ciudadanos; ¡qué lo arreglen los políticos, por favor! Aunque del todo no se va a solucionar. El agua siempre ha sido motivo de conflicto.
-También planteaba la necesidad de colaboración institucional.
-Nosotros lo arreglaríamos todo con pactos, quizá sea candidez. Creo que muchas cosas se deberían pactar. Las batallas sobre el agua o sobre la energía se podía arreglar pactando PP y PSOE.
-¿Por qué no ocurre aquí como en EE.UU. donde todos cierran filas tras el presidente electo?
-EE.UU. es diferente de España, pero también de Europa. No hay derecho a que en un momento de gravedad como éste no se den cuenta los políticos de toda Europa de que es el momento de actuar conjuntamente. Yo los suspendería a todos. Todos quieren apañarse en su Estado. Y luego nos quejamos de que cada autonomía quiera gobernar su casa. Soy europeista y creo que es el momento de hacer Europa. Es urgente que Europa tenga una sola voz.
-¿Cómo contemplarían los empresarios que el Valencia tuviese un trato de privilegio por parte de las entidades financieras tan cicateras a ofrecer préstamos a otro tipo de sociedades mercantiles?
-No lo sé, pero un equipo de fútbol, además de ser una sociedad anónima es algo más que una sociedad. Las personas que dirigen un equipo de fútbol tienen una responsabilidad diferente. Si alguien la utilizara sólo para ganar dinero tendría que ser tratado de la misma forma. Pero si ofrece un servicio a la sociedad es otra cosa. Por sus características especiales, la banca podría hacer una excepción con el Valencia. Lo que no me atrevo a decir es cuál debe ser el límite, porque el banco debe tener unas garantías y debe de cobrar los créditos.
-¿Qué debe hacer el ciudadano? ¿ahorrar dinero porque la situación está muy mal o gastar porque si no la economía se para?
-Continuemos viviendo como siempre, pero con prudencia. Cada uno ajustará el concepto prudencia, pero debemos de orientarnos a continuar con prudencia.
- Ya pero ¿tengo que comprar las mismas pastillas de turrón que el año pasado?
-Una pastilla menos, pero compra. Y en lugar de una docena de vinos diez botellas. En lugar de un champan francés un cava de aquí.
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