
El florilegio, de todos modos, tiene su gracia porque, para algunos, el espejismo de “dimitir” de portavoz parlamentario, lo que ya no era, para pasar a “diputado raso”, lo que no ha sido nunca, y terminar abandonando el Congreso a toda prisa, puede querer presentar a Eduardo Zaplana como el crítico con el desastre del PP, lo que en las últimas jornadas se ha acrecentado con otro espejismo barato (intelectual y políticamente) como es el apoyo a Esperanza Aguirre. Piden todos ellos, al parecer, una reflexión sobre las causas de la derrota electoral y una apuesta por la democracia interna. Algo divertido.
Una de las causas fundamentales de la derrota del PP es el papel político y ante la opinión pública de Eduardo Zaplana al frente del grupo parlamentario: no ha dado con el tono (que le parecía, al tan liberal diputado, gritar más y más inconsistentemente) ni con el fondo, enmarañándose en el tópico y, sobre todo, en la conspiración del 11-M que ha pretendido poner patas arriba el sentido común y las instituciones del Estado de Derecho. Además, fue incapaz de organizar adecuadamente y coordinar el trabajo del grupo parlamentario, que estaba ya hasta las narices de su gestión.
Otra de las causas del fracaso electoral de la derecha ha sido el secuestro de la voz del PP por grupos mediáticos y comentaristas, asociaciones estrafalarias y personajes arbitrarios, todos ellos apoyados, ayudados y en ocasiones financiados por el ex portavoz.
Sobre la democracia interna, el asunto deviene esperpéntico y risible porque los que se quejan, alentados por Zaplana hasta ayer, tienen, en esa caso, una absurda representatividad, ya que no han aparecido en el paisaje del PP, ellos precisamente, por un sistema distinto del que critica. Al ex diputado, por ejemplo, no le quiso el PP en Valencia y Mariano Rajoy lo rescató para el puesto cuatro de su lista por Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario