LONDRES.- En el tramo norte de Wardour Street, una de las calles principales del famoso Soho londinense, huele a ibérico. Viene del número 132, donde está situado uno de los cinco locales que la firma española Enrique Tomás
tiene en la capital británica. Entrar es como viajar a España porque,
como explica Xavi Bru, su Responsable de Estrategia: “Casi el 95% de
nuestros productos son españoles. ¡Hasta la cerveza!”, según recoge hoy
el digital español Público.
En la tienda y la zona de comedor hay jamones y
embutido por todas partes. Pero hay mucho más que no se ve,
especialmente estos días. Hace semanas que decidieron empezar a almacenar producto extra en las bodegas de sus locales de Londres ante la posibilidad de que el 29 de marzo Reino Unido abandone la Unión Europea sin un acuerdo.
Como explica Bru, “al no haber problema de fronteras,
ahora el proceso es muy similar al resto de tiendas de la cadena; cada
una hace su pedido y lo subimos”. Pero el adiós al mercado único
supondría volver a los controles de aduanas y eso podría traducirse en largas colas de camiones y un tiempo de espera que nadie es capaz de calcular. Para evitar posibles problemas de desabastecimiento,
en Enrique Tomás tienen previsto mandar además un cargamento
extraordinario antes del día 29: “La ventaja que tenemos es que buena
parte del producto que nosotros vendemos no requiere frío, por lo que
podemos mantener stock en la misma tienda”.
Con el jamón es fácil: “Mientras no lo has abierto, un
jamón se mantiene perfecto”, explica Xavi. Pero con los productos que
tienen una vida más corta, la cosa se complica. Ese es el reto al que
tendrían que hacer frente en Ibérica Food & Culture, que hace diez años se impusieron la misión de “llevar auténtica comida española al Reino Unido” y hoy ya tienen ocho restaurantes por todo el país.
Marcos Fernández, su Consejero Delegado, es consciente
de los efectos de las aduanas sobre el producto fresco: “Ahora llega
desde España en un camión, el camionero deja el producto en el ferry hacia Dover
(Inglaterra) y se vuelve a por más mientras en Dover lo recoge otro
transportista. Las aduanas provocarían que ese camión y ese camionero se
queden horas atrapados en la carretera esperando pasar los controles y
que el producto sufra y se retrase”.
Por eso Marcos ya está pensando en las posibles
consecuencias y en cómo actuar para solventarlas: “Puede pasar, por
ejemplo, que en vez de poder traer los tomates de Almería cuando están
en su punto y que tarden sólo unas horas en llegar, haya que hacer como
se hacía antes o como se hace con otros territorios: que el tomate salga
todavía verde y tenga que madurar en el camión. Por supuesto que no es
lo mismo y tendremos que verlo porque sino igual tenemos que tirar del tomate de aquí, que hay alguna variedad que es muy buena también”.
Al final la clave puede acabar estando ahí, en el
producto local: “Las cigalas las traemos de Galicia pero las cigalas
gallegas han nacido en Escocía y se las lleva a Galicia a crecer para
que se desarrollen con el agua de allí; igual lo que tenemos que hacer
es tirar de producto local también ahí”.
Pero en la carta de Ibérica también hay secreto y
pluma ibérica, productos que no se pueden sustituir por otros de allí:
“Si no nos llega un producto que necesitamos para un plato, sabemos que
el chef tendrá la suficiente capacidad para inventarse otro plato con
productos que estén a su alcance y que pueda sustituirlo. De todos modos
carnes como esas generalmente vienen congeladas.”
Tirar de producto local y hacer cambios en la carta es lo que se plantearían también en Ametsa with Arzak Instructions: “El 90% del producto que utilizamos ahora proviene de Reino Unido; no usamos mucho producto español salvo el cochinillo y el jamón ibérico”, nos cuenta David Monson, General Manager del Hotel Como The Halkin, donde se encuentra el restaurante capitaneado por Elena y Juan Mari Arzak.
“Productos como los quesos manchegos, Idiazabal o las anchoas sí
podrían verse afectados por la frontera. Llegado el caso -explica David-
utilizaríamos aún más productos de Reino Unido de manera que no suponga
ninguna diferencia en términos de calidad respecto a nuestro concepto
español”.
Con las aduanas llegarían también los aranceles, que
buscan precisamente eso: proteger y fomentar el producto local. El
Secretario de Estado de Alimentación, Michael Gove ha confirmado
que el gobierno británico piensa grabar con ellos los productos
procedentes de la UE y "las tarifas a la comida serán más altas que las
de cualquier otra cadena de suministro”, según Richard Lim, Director Ejecutivo de la consultora Retail Economics.
Según su informe, de haberse aplicado estos impuestos en las
importaciones de 2017, hubieran supuesto más de 10.700 millones de
euros. Para Xavi, “eso, además de la devaluación de la libra, nos puede
llevar a que, para que el negocio sea sostenible, tengamos que poner unos precios no justificados por el valor percibido”.
Evitarlo mientras puedan es otras de las
razones de ese cargamento extraordinario de jamones que llegará en unos
días: “Con ello pretendemos garantizar el suministro pero también
-explica Xavi- tener género en las tiendas a un precio razonable y no pendiente de unos aranceles que vaya usted a saber cuáles son”.
Marcos, de Ibérica, no teme tanto esa subida:
“Cuando se trata de productos de alto standing ese incremento no es tan
significativo y su consumidor tipo no los va a rechazar por esa subida”.
Ignacio Morillas es socio del despacho londinense Colman Coyle,
que trabaja con éstas y otras empresas extranjeras que deciden venirse a
Reino Unido, y está convencido de nada de esto ocurrirá en menos de un
mes: "No se puede acabar con una relación comercial de 40 años en sólo
dos. Habrá brexit pero en 3 o 4 años. Se necesita más
tiempo para que no haya fricciones; para que no nos metamos en otra
recesión”. Y apunta: “La salida sin acuerdo el 29 de marzo puede suponer
pegarnos un tiro en el pie”.
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