El alcalde de Alicante, Luis Diaz Alperi, del PP y casi catorce años en el cargo, ha sido invitado a dimitir por el presidente regional de su partido y de la Generalitat, Francisco Camps, a instancia de Génova 13. Todo lo demás son historias para despistar sobre la verdadera causa.
Los motivos no están claros oficialmente pero algo parece tener que ver una denuncia de los socialistas en la Fiscalía Anticorrupción, que puede haber sido determinante para tantas prisas. Eso explica su decisión, hecha pública 24 horas antes, de dejarlos a todos casi sin sueldos como consecuencia de privarlos de la dedicación exclusiva. Una venganza que todo lo precipitó.
La historia puede haber sido como sigue:
Enterados Rajoy y Dolores de Cospedal de lo que había y consultados expertos jurídicos del PP, la conclusión política era que esta vez a Díaz Alperi no lo salvaba ni su tía frente a fiscales y jueces pese a estar aforado como diputado en las Cortes Valencianas.
Llamado con urgencia a Valencia desde Madrid, el lider regional del partido se traslada inmediatamente y, aprovechando la inauguración en Alicante de una obra pública de la Generalitat, Camps invita a almorzar al presidente provincial del PP y de la Diputación, amén de número 2 en la lista municipal al Ayuntamiento de Alicante, José Joaquín Ripoll.
Se lo cuenta todo y le pide su apoyo en este difícil trance. Lo obtiene sin condiciones, dadas las circunstancias excepcionales, y luego le ayuda personalmente en su encomienda de hacerselo comprender al alcalde para arrancarle su renuncia inmediata.
Tal vez informado por Zaplana desde Madrid días antes, Ripoll sorprendentemente hace confesión pública de apoyo incondicional a Camps para que renueve como presidente del PP en la Comunidad Valenciana en el muy cercano congreso regional. Ya es formalmente un hombre de Camps ahora que su amigo y mentor Zaplana ha abandonado la política.
Es por eso que Camps lo pone al corriente de su misión antes de llamar por el móvil a Alperi (presente en el restaurante "Aldebarán" por la comida de despedida al secretario general municipal, Carlos Arteaga, que se jubila) para que acuda sin dilación. También se le pide lo mismo a la concejal de Urbanismo, Sonia Castedo, su preferida para la sucesión.
Nada se le promete a Díaz a cambio de colaborar y el alcalde percibe en el acto su amortización política: ni Parlamento Europeo, ni "conseller", ni presidencia de la CAM, ni Autoridad Portuaria... No se resiste porque su olfato político le aconseja que lo mejor es hacer lo que se le pide por Rajoy.
Planteda la cuestión por Camps, en presencia de Ripoll y Castedo, Alperi es conminado a dimitir como alcalde esa misma tarde, inmediatamente después de salir todos juntos del restaurante con destino al Ayuntamiento de Alicante. Mientras, periodistas, colaboradores y funcionarios de confianza son convocados a toda pastilla.
Son las 16,30 horas del pasado jueves y Rajoy está esperando la noticia de la dimisión ante el riesgo de que se pueda precipitar un escándalo político que salpique de lleno a un partido en plena fase de regeneración. El conocido como "Luis XV" por su adicción al dinero es destronado por su excesos ante el peligro que supone para el PP un alcalde tan "sobrado" en plena crisis económica y social.
De Cospedal no quiere lastres del pasado y Alperi arrastra una pesada herencia por los juzgados alicantinos, aún inconclusa. A las 17,15 horas ya era pública la situación inesperada por el anuncio de dimisión, sin explicar los motivos, para mayor sorpresa del equipo más íntimo del alcalde. Pero Camps y Rajoy respiran tranquilos. No pronuncian una sola palabra el presidente de la Generalitat ni el de la Diputación. Ningún periodista hace tampoco preguntas porque así se escenifica la dimisión, según lo pactado. Se respira en el ambiente que "al jefe le han cortado el cuello". Nadie se traga que se va porque él quiere. El momento no es el elegido por Alperi. Se va, claramente, antes de tiempo y por decisión de Madrid. Algo ha hecho mal.
Se especula, ante lo raro que todo resulta, con una hipotética relación estrecha con el recién detenido Roch Tabarot, el de la presunta estafa de Riviera Invest Coast; por sus sospechosas relaciones continuadas con Enrique Ortíz; por su pasado supuestamente golpista el 23-F; por su condición de socio del pub "Regine's", de Benidorm, donde la Policía encontró un arsenal en la bodega, o su paso por el "Squash Alicante", en plena estafa a los socios. O por su actuación respecto a "Prasa" en Benalúa-sur, ya como alcalde.
Nada de eso tenía que ver con lo que pasó el jueves. Parece ser que se está ante otra cosa, algo nuevo que ha alarmado en Génova 13 y lo suficientemente grave como para que ya no sea alcalde el día que el Rey dé la salida en Alicante a la regata "Volvo Ocean Race", se apruebe el anteproyecto del nuevo PGOU, o se celebre el congreso regional del PP con la proclamación de Camps como césar imperator. Su inmunidad parlamentaria parece ser insuficiente frente a lo que tiene encima un caradura con mucha suerte. Los más optimistas ya lo ven en la trena.
1 comentario:
La denuncia socialista la ha jaleado Zaplana ante Rajoy, hasta acojonarlo. Es su venganza por la traición de Díaz Alperi.El ex presidente de la Generalitat y ex ministro los tiene a todos cogidos por los huevos.
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