Las noticias se sucedían de forma contradictoria; había consenso y se rompía; volvía a cerrarse un acuerdo in extremis, se empezaban a fotocopiar las papeletas y, de nuevo, bronca y discrepancias para desesperación de los delegados que hacían cola frente a las urnas de votación. Más de cuatro horas tuvieron que esperar para decidir quienes compondrían la nueva dirección provincial del partido.
Finalmente, todo por los aires y los socialistas valencianos volviendo a las andadas y demostrando que la batalla por los nombres y por los cargos no es una cosa del pasado. Así, Carmen Martínez, que por la mañana se había proclamado secretaria general de la provincia con un holgado 92% y tan sólo un 8% de votos en blanco, vio como el apoyo a su ejecutiva se reducía notablemente por la tarde.
Su propuesta —en la que se incluía al alcalde de Algimía de Alfara, Francisco Salt, como presidente en detrimento de Francesc Signes (el nombre pactado con Puig hasta horas antes)—, recibió el 61,60% de los votos a favor. La bajada de 30 puntos respecto a la votación de la mañana fue el castigo de los que no estuvieron incluidos en la candidatura. Así, hubo un 36,40% de los votos en blanco. además, hubo un 82% de participación.
Y es que en la lista presentada por la alcaldesa de Quart únicamente figuraban dirigentes próximos al secretario general Jorge Alarte. La discusión entre si los afines a Francesc Romeu debían o no estar en la candidatura —y en qué número— contaminó el acuerdo.
Las versiones de lo ocurrido son bien distintas. Los próximos a Alarte consideran que a última hora, los fieles a Romeu intentaron aumentar su cuota en la ejecutiva. Los negociadores de Martínez no pasaron por el aro y se rompió el acuerdo. Hubo intentos de recomponerlo pero no fue posible.
Desde el entorno del que fuera rival de Alarte se acusa al secretario general de vetar a su gente y mantener a la de Joaquim Puig para intentar deshacer la entente que ambos forman desde el congreso de país. Además, acusan abiertamente líder del PSPV de incumplir el pacto que se había cerrado durante toda la semana.
«Si no hubiera habido acuerdo, Martínez no habría sido respaldada de forma tan abrumadora; ha sido una burla al pacto que teníamos alcanzado», explicó Romeu. Y iba más allá advirtiendo que lo sucedido dificulta cualquier acuerdo de futuro, una clara advertencia de cara al congreso de Valencia ciudad.
El malestar en la elección de la ejecutiva se mitigaría, en parte, a la hora de votar los nombres del comité provincial (órgano de control de la ejecutiva) y del comité nacional. En estos el pacto se respeto y la oposición formada por el ticket Puig-Romeu mantuvo su cuota con alrededor del 40% de los integrantes de ambos órganos.
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