VALENCIA .- Hablar de los Fabra en la provincia de Castellón es hablar de poder. Desde hace siglo y medio gobiernan con mano dura un órgano como la Diputación, una entidad muy importante en una provincia donde la densidad de población es muy pequeña, excepto en algunas localidades costeras. Los Fabra dominan y controlan perfectamente toda la provincia: el interior porque es donde nacieron y donde, en Lucena del Cid, son idolatrados; y la costa por donde han extendido las ayudas económicas de la Diputación y sus tentáculos políticos.
El primer miembro del ‘clan’ con renombre político fue Victorino
Fabra Gil (1818-1893). Conocido como ‘el agüelo Pantorrilles’, por su
indumentaria rural, fue hijo de unos tejedores y labró su futuro
político participando en la guerra carlista y de la mano de la Unión
Liberal. Su meteórica carrera le llevó al frente de la Diputación que
presidió en varias ocasiones desde 1874 hasta la fecha de su muerte, en
1893. A partir de ahí, el apellido Fabra está ligado inexorablemente a
la Diputación. Un hijo de ‘Pantorrilles’, Luís Fabra Sanz, y sus tres
primos, Victorino, Plácido e Hipólito se repartirán la Diputación
durante casi dos décadas.
Todos ellos se mueven perfectamente en Madrid
donde ofrecen sus votos a los diferentes gobiernos a cambio de mantener
el poder en la provincia.
La herencia al ‘trono’ le corresponde a Carlos Fabra Andrés, hijo de
Luis Fabra Sanz y padre del Carlos Fabra ‘moderno’. Fabra Andrés es uno
de los fundadores de la Juventud Católica en Castellón y, como recuerda
el historiador Vicent Sanz Rozalén, cuando estalla la Guerra Civil “se
alista en el ejército franquista”.
La victoria del bando sublevado y la dictadura vienen muy bien a la
familia. Carlos Fabra Andrés es nombrado en 1939 delegado de
excombatientes y cuatro años después ocupa el cargo de secretario
provincial del Movimiento Nacional, el brazo político del franquismo y
donde radica realmente el poder de influencia sobre el dictador. Tras su
paso por el movimiento, Carlos Fabra, padre, ocupa otros cargos como el
de alcalde de Castellón y de presidente de la Diputación. Su hijo ya
tenía 15 años y preparaba su paso a la nueva generación.
Don Carlos llega a la política de la mano de la UCD, aunque pronto se
pasa a la militancia en la Alianza Popular de Manuel Fraga Iribarne.
Pronto llega a ser concejal en el Ayuntamiento de Castellón y en 1995
llega a la presidencia de la Diputación que no abandona hasta hace tres
años. La carrera de don Carlos está marcada por su situación judicial y
sus 94 cuentas bancarias conocidas. El caso de corrupción que lleva su
nombre está en los juzgados de Nules desde hace nueve años. Se le acusa
de delitos fiscales, tráfico de influencias o cohecho, pero aún no ha
habido juicio. De hecho, por el juzgado han pasado varios magistrados y
además el juez que instruye ahora la causa ha denunciado ante el Consejo
General del Poder Judicial haber sufrido presiones para cerrar el caso.
La saga de los Fabra ya tiene continuidad. Andrea Fabra, hija de don
Carlos, tras pasar por Telefónica, es elegida senadora de libre
designación por Castellón en 2004. Cuatro años después pasa al Congreso
de los Diputados donde ocupa actualmente el escaño desde donde lanzó su
ya famoso “que se jodan” cuando se aprobaban los recortes a los parados
el miércoles pasado. La hija de don Carlos está casada con Juan José
Güemes, también político del PP y exconsejero de Sanidad de Esperanza
Aguirre.
La última metedura de pata de Andrea Fabra podría acabar con su
carrera política en Madrid. Algunas voces en Castellón ya temen un
posible regreso a “casa”, más ahora que en la Diputación no hay ningún
Fabra en el poder. Sí lo hay en la Generalitat, Alberto, aunque el
President se empeña en negar cualquier vínculo familiar con la saga
*Según la RAE, cacique, en su tercera acepción, es “persona que en
un pueblo o comarca ejerce excesiva influencia en asuntos políticos”.
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