El
presidente valenciano comienza la cuenta atrás de la legislatura con
demasiados "debes" en su haber. Preocupa en su entorno cercano y
encoleriza a su propio partido.
"¿Todos contra Fabra o Fabra contra todos?",
de esta manera radiografía la actual situación del PP de la
Comunidad Valenciana un veterano dirigente del PPCV a
El Semanal Digital. Quizás la interpretación sea exagerada,
pero lo cierto es que el tiempo está dando al traste con los avales con los que
Alberto Fabra contaba al inicio de su mandato al frente del
partido y de la Generalitat. Hoy, en lo institucional, el de Castellón está
acorralado por dos frentes: el económico y en la paupérrima proyección electoral
que se deduce de las encuestas; una situación, la de Gobierno, que complica
sobremanera su liderazgo en el partido.
Aunque en lo económico la favorable coyuntura nacional de los últimos meses está ayudando (la bajada de la prima de riesgo ha dejado de ahogar los intereses de la deuda valenciana), lo cierto es que la enorme deuda acumulada a proveedores y otros pagos pendientes mantiene maniatada a la Generalitat y a su acción de Gobierno, que es nula. Una inacción que empeora con la política de recortes y que provoca –unido a casos de presunta corrupción, sobre todo los coletazos derivados de Gürtel y Luis Bárcenas- que la imagen que perciben los ciudadanos del Consell sea de la peor en décadas. Además, algunas decisiones personales de Fabra están incluso disgustando a sus consellers. No estamos únicamente ya ante un asunto económico.
Entre las cuestiones que más discrepancias han suscitado en su propio Gobierno se encuentra la deriva que está adquiriendo la nueva Canal 9. Parte de los consellers pidieron a Fabra su cierre, pero éste defendió personalmente su refundación con la apuesta por Rosa Vidal. Un fiasco. Vidal se ha enfrentado sin tapujos al Consell, incluso al PPCV, y ha abanderado una absurda pero cruenta batalla –a costa de la credibilidad del Gobierno- contra el vicepresidente, Pepe Císcar. Mientras que la mayoría de los consellers reclaman a Fabra "mano dura" contra Rosa Vidal, el presidente se pone de perfil desentendiéndose absolutamente del problema que se le viene encima con RTVV.
El partido no es ajeno a esta situación. Sus decisiones erróneas en la Generalitat (Canal 9, entrenador personal, cocinero, partido de baloncesto…) y sus malas relaciones con Rita Barberá y Alfonso Rus han delimitado su influencia a la pequeña provincia de Castellón. En Alicante, la mayor provincia en afiliación, Fabra ha agotado su crédito. Císcar está harto de ser el rompeolas de sus errores y, por si fuera poco, se siente desacreditado por las decisiones de Vidal al frente de RTVV. Él es quien tiene que defender una postura sobre Canal 9 un viernes, y justamente la contraria a la semana siguiente. Pero además el PP de Alicante siente que la provincia está presupuestariamente maltratada desde que accediera Fabra al Consell. El divorcio entre Alicante y Alberto Fabra es un hecho.
Aunque en lo económico la favorable coyuntura nacional de los últimos meses está ayudando (la bajada de la prima de riesgo ha dejado de ahogar los intereses de la deuda valenciana), lo cierto es que la enorme deuda acumulada a proveedores y otros pagos pendientes mantiene maniatada a la Generalitat y a su acción de Gobierno, que es nula. Una inacción que empeora con la política de recortes y que provoca –unido a casos de presunta corrupción, sobre todo los coletazos derivados de Gürtel y Luis Bárcenas- que la imagen que perciben los ciudadanos del Consell sea de la peor en décadas. Además, algunas decisiones personales de Fabra están incluso disgustando a sus consellers. No estamos únicamente ya ante un asunto económico.
Entre las cuestiones que más discrepancias han suscitado en su propio Gobierno se encuentra la deriva que está adquiriendo la nueva Canal 9. Parte de los consellers pidieron a Fabra su cierre, pero éste defendió personalmente su refundación con la apuesta por Rosa Vidal. Un fiasco. Vidal se ha enfrentado sin tapujos al Consell, incluso al PPCV, y ha abanderado una absurda pero cruenta batalla –a costa de la credibilidad del Gobierno- contra el vicepresidente, Pepe Císcar. Mientras que la mayoría de los consellers reclaman a Fabra "mano dura" contra Rosa Vidal, el presidente se pone de perfil desentendiéndose absolutamente del problema que se le viene encima con RTVV.
El partido no es ajeno a esta situación. Sus decisiones erróneas en la Generalitat (Canal 9, entrenador personal, cocinero, partido de baloncesto…) y sus malas relaciones con Rita Barberá y Alfonso Rus han delimitado su influencia a la pequeña provincia de Castellón. En Alicante, la mayor provincia en afiliación, Fabra ha agotado su crédito. Císcar está harto de ser el rompeolas de sus errores y, por si fuera poco, se siente desacreditado por las decisiones de Vidal al frente de RTVV. Él es quien tiene que defender una postura sobre Canal 9 un viernes, y justamente la contraria a la semana siguiente. Pero además el PP de Alicante siente que la provincia está presupuestariamente maltratada desde que accediera Fabra al Consell. El divorcio entre Alicante y Alberto Fabra es un hecho.
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