sábado, 26 de marzo de 2022

Se disparan las alteraciones menstruales tras las vacunaciones



MADRID.- Hasta mayo pasado no empezaron a considerarse seriamente ciertas alteraciones menstruales en las mujeres en edad fértil como efectos adversos a la vacuna frente a la covid , como apunta el doctor Javier Sancho, especialista del Servicio de Ginecología del hospital general Universitario Ramón y Cajal.

“Es cierto que esto último –explica– no constaba en la ficha técnica entre los posibles efectos secundarios de las vacunas, de todas y cada una de las que se están aplicando en España, y empezó a observarse tímidamente en febrero de este año y de forma palmaria en mayo, cuando numerosas mujeres afectadas lo hablaban entre sí y con sus médicos. Es un fenómeno relativamente reciente que se está estudiando para obtener resultados más concluyentes”.

Por ahora, el Comité de Seguridad (PRAC, por sus siglas en inglés) de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) no ha encontrado ninguna asociación causal que vincule las vacunas contra la covid y los trastornos menstruales. 

Aun así, el organismo regulador ha explicado que ha pedido a los titulares de la autorización de comercialización de todas las vacunas aprobadas en la UE que proporcionen más datos sobre este asunto en sus informes de seguridad mensuales. 

De esta forma, aseguran que el PRAC “revisará todas las pruebas disponibles, incluidos los informes de sospecha de efectos adversos y la bibliografía científica, y seguirá vigilando esta cuestión”.

Una primera encuesta telefónica sobre una muestra de 5.000 mujeres en edad fértil, dirigida por Laura Baena, matrona e investigadora del departamento de Enfermería de la Universidad de Granada, pone de manifiesto que el 51,2% afirma haber acusado algo diferente en su ciclo menstrual; un 25,9% ha experimentado sangrados fuera de los días correspondientes a la regla, especialmente en la etapa periovulatoria y un 21% ha tenido un periodo muy abundante en el sangrado.

A tenor de los que matiza el doctor Sancho, para determinar con exactitud estos resultados preliminares, en varios grupos científicos, como el de la doctora Enriqueta Barranco, catedrática de ginecología de la Universidad de Granada, se va a estudiar esa potencial relación en un ensayo clínico.

Como advierte el ginecólogo del Ramón y Cajal, «se sospecha que puede haber implicados «efectos hormonales, regidos por el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenales, pues siempre se ha visto que el ciclo menstrual es sensible a ciertos cambios, como viajes, y también a factores estresantes y emocionales, sobre todo en la fase luteínica o postovulatoria, que puede originar todo tipo de alteraciones: cambios en el patrón, aumento en el sangrado o incluso amenorrea o falta de regla».

Con este planteamiento el especialista sugiere que los datos aportados por nuevos estudios de intervención a doble ciego podrían ser valiosos «para sugerir si es mejor vacunar a este grupo etario de mujeres en la fase preovulatoria y de este modo prevenir esos efectos indeseables».

La sexóloga y educadora menstrual Irene Aterido, desde su proyecto www.meduelelaregla.com, y como miembro del Consejo Editorial de la revista «Mujer y Salud», denuncia que siempre se incluye menor número de mujeres, en igualdad de condiciones, en los ensayos clínicos, «lo que implica necesariamente un menor estudio y un menor conocimiento, por tanto, del género femenino en muchos aspectos de la medicina».

¿Cómo es la mirada de la investigación, y en este caso del efecto de vacunas aprobadas extraordinariamente rápido, por las características de la pandemia, sobre el género femenino cuando aparecen unas características diferenciales muy bien definidas?, se pregunta esta sexóloga, al tiempo que responde que «no se está teniendo en cuenta precisamente esta variable en el Centro de Análisis y Política Sanitaria, donde existen profesionales con perspectiva de género y por el momento no cuentan con datos desglosados».

A tenor de lo que agrega la sexóloga, se considera «el quinto signo vital cuando no hay alteraciones en el ciclo menstrual» (después de los otros cuatro: tensión arterial, ritmo cardiaco, temperatura corporal y frecuencia respiratoria).

Para Delia Herrero, madrileña de 46 años, recibir entre los primeros grupos como personal docente el pasado marzo la primera dosis de la vacuna frente al coronavirus de AstraZeneca supuso el inicio de un largo calvario. 

Separada y con tres hijos de 12, 11 y 6 años, respectivamente, cuenta que, pasadas unas 48 horas del pinchazo, se vio sorprendida por un súbito y fuerte dolor abdominal, que, al acudir a urgencias, el personal sanitario interpretó en principio como una apendicitis, hasta que esta infección fue descartada por una ecografía antes de entrar en quirófano. Delia prefiere cambiar su nombre y algunos otros datos para preservar su identidad.

«A la semana de la vacuna –relata– me vino puntualmente la regla, pero esta vez era abundantísima, con unos coágulos enormes. Volví a urgencias y me recetaron una medicación, que, efectivamente, me reducía la hemorragia, pero que solo podía tomar durante cuatro días por riesgo a eventos trombóticos. 

Entonces retornaba esa hemorragia que asustaba, me bajaron brutalmente los valores de hemoglobina, una proteína que se encuentra en los glóbulos rojos y cuyos niveles bajos son sugestivos de anemia, y los de hierro y me quedé totalmente anémica. Decidieron ponerme un dispositivo intrauterino o DIU y tuve la mala suerte de que me causó una seria infección en un ovario y una trompa».

Fiebre, malestar, postración y astenia extrema eran los síntomas de Delia. Le pusieron un triple tratamiento antibiótico y, si no respondía: deberían extirparle las estructuras afectadas. Por suerte, como ella misma matiza, la terapia fue un éxito y a los cinco días de ingreso le dieron el alta. 

«Pero volvía el sangrado abundante y yo no sabía qué hacer. Estaba desesperada. Había oído hablar a una amiga de la homeopatía y me aferré a ella como a un clavo ardiendo. Entiendo que en el hospital los médicos no entendían qué pasaba, no se atrevían a atribuirlo a la vacuna. 

Coincidió en el tiempo con los procesos por trombos, e incluso alguna muerte, que se produjeron en los grupos profesionales que vacunaron por entonces y fue cuando se suspendió la vacunación con AstraZeneca y empezó a estudiarse el fenómeno».

A pesar de sus reticencias hacia la medicina homeopática, Delia acudió a ella y en poco tiempo, «tras 40 días de una menstruación con coágulos», empezó a dejar de sangrar en 72 horas.

«Las dos siguientes reglas –agrega– que he tenido hasta la fecha han sido completamente normales. Comencé a leer artículos médicos y a investigar y, así, comprobé que yo no era la única y que realmente había una relación causa-efecto».

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