miércoles, 6 de noviembre de 2024

Carlos Mazón debe dimitir / Andreu Escrivà Garcia *


Podría parecer precipitado exigir responsabilidades políticas cuando aún hay cadáveres en el fango, cuando el peligro sigue. No lo es. Desde el minuto cero la derecha y la ultraderecha, fusionadas en un ente infame que desgobierna ciudades y autonomías, han politizado la tragedia para beneficiarse de ella. 

La execrable querella de Manos Limpias contra AEMET, sin recorrido jurídico pero con un terrible impacto social, nace del mismo pozo de miseria moral que las palabras de Feijóo, quien cuestionó a la agencia estatal para defender al presidente autonómico, Carlos Mazón.

Una tragedia humana de esta magnitud se podía haber evitado. Nadie puede negarlo ni rebatirlo. ¿Cuántas vidas se habrían salvado si la alerta hubiese llegado diez horas antes? Los avisos de AEMET, que ha realizado y realiza un trabajo impecable, eran claros desde hacía días. 

El presidente Mazón, como máximo responsable, desoyó a estos y otros profesionales, y no consideró necesario alertar a la población. Otras instituciones, algunas de ellas gobernadas por el Partido Popular, entendieron que sí debían actuar: la Diputació de València mandó a sus trabajadores a casa seis horas antes de que la Generalitat enviase el SMS.

Mazón podría haberse excusado en las erráticas actuaciones de la conselleria de Justicia e Interior, carcomida como tantos otros departamentos de su Consell por la inoperancia, la ineptitud y la descoordinación. 

Cabe recordar que el actual gobierno, que adolece de una inaudita carencia de cuadros con experiencia y formación, tardó dos meses en cesar a los anteriores responsables de emergencias, nombrados por el Consell de Ximo Puig. No sabían a quién poner. 

El actual Secretario Autonómico de Seguridad y Emergencias, Emilio Argüeso -tránsfuga de Ciudadanos y amigo personal de Carlos Mazón-, estaba en una reunión sobre festejos taurinos cuando la situación ya era crítica. 

Al día siguiente, y con decenas de muertos confirmados, no se incorporó hasta las once de la mañana al puesto de mando avanzado, algo de lo que él mismo se jactó en tono chulesco en redes sociales.

El Partido Popular valenciano ya no es esa bestia electoral de potencia hegemónica y poder omnímodo que era hace década y media. Ni puede ni podrá tapar sus errores y su desgobierno como lo hizo con el accidente del metro de 2006. La única opción de Carlos Mazón era el cese fulminante e inmediato de la incapaz cadena de mando de su Consell. No lo hizo. Debe dimitir.

Sólo el pueblo salva al pueblo -lo estamos viendo-, pero recordemos que el pueblo son también las infraestructuras y servicios públicos financiados con impuestos. Pueblo es también un gobierno capaz de cuidarnos. Nos merecemos más.

Mi pésame y mi dolor a quienes lo habéis perdido todo, mi agradecimiento infinito a quienes lo estáis dando todo.

 

(*) Ambientólogo

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