MADRID.- Hace una semana algunos de los principales financieros del país se reunieron de forma discreta en Madrid. Según la narración de varios de los presentes, el dibujo realizado sobre el futuro económico nacional no es nada optimista.
Según los testimonios recogidos por El Confidencial Digital, el gran temor de los banqueros que estuvieron en aquel encuentro es el fenómeno que se producirá tras las elecciones generales del próximo 9 de marzo.
Todo parece indicar, explicaron, que se desatará una tormenta de grandes proporciones, ahora amortiguada por la orden lanzada desde Moncloa de estarse todos quietos.
“Se está tapando el estiércol y no se está tomando ninguna medida de calado para evitar la granizada”, se dijo. Y algún importante financiero se atrevió a dibujar el gris futuro, en el que coincidieron la mayoría de los asistentes:
-- Masivos requerimientos para la ejecución de impagados, que hasta ahora cuentan con el beneplácito gubernamental para seguir contemporizando.
-- Al menos dos empresas del IBEX 35 –el principal índice de referencia de las bolsas españolas que incluye a las sociedades con mayor capitalización bursátil del país- irán a la quiebra.
-- Unas cinco Cajas de Ahorro deberán acudir al Fondo de Garantía de Depósitos del Banco de España para resolver la insostenible situación en la que se encuentran.
-- Se van a destruir 100.000 empleos de marzo a junio, muchos relacionados con las pequeñas y medianas empresas vinculadas al mundo de la construcción: suministradoras de tejas, ladrillos, aluminios…
Este demoledor análisis, realizado entre tan selecto grupo, incluía un matiz importante: todo eso se producirá al margen de quién gane las elecciones.
La preocupación de los financieros reunidos llevó a alguno a aventurar un desiderátum: “ojalá las elecciones no fueran en marzo sino en junio; así se podría mantener este falso clima de calma chicha hasta después de verano”.
Según los testimonios recogidos por El Confidencial Digital, el gran temor de los banqueros que estuvieron en aquel encuentro es el fenómeno que se producirá tras las elecciones generales del próximo 9 de marzo.
Todo parece indicar, explicaron, que se desatará una tormenta de grandes proporciones, ahora amortiguada por la orden lanzada desde Moncloa de estarse todos quietos.
“Se está tapando el estiércol y no se está tomando ninguna medida de calado para evitar la granizada”, se dijo. Y algún importante financiero se atrevió a dibujar el gris futuro, en el que coincidieron la mayoría de los asistentes:
-- Masivos requerimientos para la ejecución de impagados, que hasta ahora cuentan con el beneplácito gubernamental para seguir contemporizando.
-- Al menos dos empresas del IBEX 35 –el principal índice de referencia de las bolsas españolas que incluye a las sociedades con mayor capitalización bursátil del país- irán a la quiebra.
-- Unas cinco Cajas de Ahorro deberán acudir al Fondo de Garantía de Depósitos del Banco de España para resolver la insostenible situación en la que se encuentran.
-- Se van a destruir 100.000 empleos de marzo a junio, muchos relacionados con las pequeñas y medianas empresas vinculadas al mundo de la construcción: suministradoras de tejas, ladrillos, aluminios…
Este demoledor análisis, realizado entre tan selecto grupo, incluía un matiz importante: todo eso se producirá al margen de quién gane las elecciones.
La preocupación de los financieros reunidos llevó a alguno a aventurar un desiderátum: “ojalá las elecciones no fueran en marzo sino en junio; así se podría mantener este falso clima de calma chicha hasta después de verano”.
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