VALENCIA.- El
Banco de Valencia representa en la ciudad que le alberga algo más que
una entidad financiera. Es un símbolo, durante décadas considerado la
«joya de la corona» para la burguesía valenciana, que desde noviembre de
2011 pasa por su trance más amargo. La intervención por parte del Banco
de España propició la creación de un movimiento, bautizado como Pro
Banco Valencia, cuyo objetivo pasaba por defender los intereses de los
accionistas de la entidad, que en su conjunto han perdido más de 1.500
millones de euros. «Lo que pedimos tiene sentido y va más allá de la
valencianía. También es una cuestión de defensa de intereses
económicos», dicen hoy en 'Abc'.
En poco más de dos
meses ya se han logrado dos de las metas que se propuso. «Hemos
trabajado desde la trinchera para evitar que se valorara a cero el
Banco, pero para nosotros los dos euros por acción son insuficientes»,
explica Vicente Simó, miembro de la tercera generación de empresarios de
Ontinyent y accionistas históricos de la entidad.
Con
todo, se ha logrado que el FROB acepte su solicitud de realizar una
ampliación de capital con derecho de suscripción preferente. La
organización cuenta con la fuerza que dan sus 2.000 asociados. Una cifra
que, de acuerdo con su secretario, Vicente Rodríguez, «crece cada día
hasta el punto de que ya supone el veinticinco por ciento del capital».
Sin embargo, lamenta, «se trata de una adhesión ideológica y estética,
porque no tenemos los derechos de voto en la junta general de
accionistas».
Pro
Banco de Valencia tiene dos fechas marcadas en rojo en su agenda. La
primera llegará el próximo viernes, cuando las entidades interesadas en
la subasta deben presentar sus ofertas no vinculantes. La organización
no oculta sus preferencias por Banco Mare Nostrum (BMN), la compañía que
lidera la antigua Caja Murcia que mayor interés ha mostrado hasta la
fecha.
«Personalmente —sostiene Simó— creo que sería la mejor opción
para crear una estructura financiera mediterránea». La clave, apunta
Rodríguez, pasa porque «aquel que se haga con el Banco mantenga las
oficinas y los puestos de trabajo». El día «D», no obstante, está
previsto para el 14 de mayo, cuando está convocada la junta general de
accionistas. Pro Banco Valencia lamenta que los propietarios de los
títulos acudirán a ciegas a la cita.
«¿Cómo se puede decidir si
suscribimos la ampliación de capital si entonces todavía sabremos quién
nos va a administrar», reflexiona Simó. De hecho, el Banco de España no
adjudicará la entidad hasta la primera quince de junio, y los pequeños
accionistas quieren conocer si los nuevos propietarios de la mayoría
«están dispuestos a mantener la marca, los centros de decisión en
Valencia y a plantear un proyecto a largo plazo».
Pro Banco de
Valencia prefiere mirar al futuro, pero «no olvidamos el pasado. Es la
primera vez que una matriz —el BFA— no salva a una filial. El Banco de
Valencia —recuerdan— ya vivió una situación similar con el Banco
Central, que respondió de su solvencia». También lamentan que haya
«utilizado a la entidad como un instrumento de finalidades políticas».
Con
todo, valoran la «actitud exquisita» del jefe del Consell, Alberto
Fabra, la alcaldesa, Rita Barberá, y las fuerzas políticas valencianas.
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