Nadie sabía de la existencia de
Sonia Castedo cuando apareció, sin ser periodista ni militante o
simpatizante del PP, de la noche a la mañana, como jefa de prensa del
Ayuntamiento de Alicante. Luego, un ambicioso joven de Salamanca, José
Ramón García, pero con residencia en el Cabo de la Huerta, le echó
pronto un pulso desde la primera concejalía de Urbanismo al orondo
alcalde Díaz Alperi, un verdadero profesional de la política con afán de
lucro, por quiteme usted esas comisiones, y alguien apuntó al mirlo
blanco gallego como una política en potencia, recién licenciada en
Sociología, para sustituirlo tras la interinidad en el cargo del propio
regidor.
Pero,
¿cómo y de la mano de quien apareció Sonia Castedo en el equipo y la
vida del alcalde Díaz Alperi? Esta huérfana de suboficial de Marina,
desaparecido prematuramente en trágicas circunstancias profesionales al
poco de trasladarse a Alicante para un nuevo destino desde la
conflictiva ría gallega de Ribadeo, tuvo la suerte de ser apadrinada
inmediatamente, al igual que su hermano José Luis, por el protector de
su bella madre (mujer progresista y de su tiempo), el industrial gallego
afincado de años en Alicante, Enrique Penedo, a la sazón tío carnal de
Elisa Penedo, la única y todavía esposa de Díaz Alperi. De ahí a la
primera campaña electoral del 'gordo maldito' todo fue un paso de la
mano de don Enrique, financiador a futuro de los momentos más bajos del
también ex joven presidente de la Diputación en 1979.
Luego
todo fue coser y cantar para Sonia, también bella señorita, casada y
divorciada al poco de entrar en política de su novio de siempre en la
calle Princesa Mercedes, de Alicante, de cuya hoguera fue dama de honor a
sus 18 años, quedando marcada desde entonces como gran amante de la
fiesta. A partir de ahí quiso, sin poder conseguirlo nunca, ser modelo
de pasarela pero acabó de animadora veraniega ¿gogo-girl? en una
conocida discoteca del Mar Menor, en la playa murciana de Los Alcázares
donde, al parecer, conoció el amor por primera vez de la mano de uno de
los propietarios del local, quien todavía conserva en su casa de Murcia
algunas fotografías de la época, que nunca ha querido ver publicadas por
respeto a la intimidad de las partes.
Lo
demás es ya conocido o comentado, incluidos aspectos de su supuesta muy
divertida vida privada en reservados de restaurantes alicantinos de
algunos tenedores, con travesías en yates de determinados promotores
inmobiliarios o presuntos viajes pagados a Andorra y otros mares
mediterráneos, dicen que por su íntimo Ortíz. También sus aparentes
discrepancias por cuestiones crematísticas con su otrora mentor
político, Alperi, hoy en graves dificultades políticas y judiciales ante
lo que se va descubriendo de sus catorce años como alcalde de Alicante -
por cierto, el mejor aunque más oneroso para la ciudad desde la
instauración de la democracia- hasta ser apodado como 'Luis XIV ó XVI'
en base a un teórico cálculo porcentual de un supuesto corretaje fijado
por el sabio imaginario popular alicantino, que obligó en horas a que
tuviera que dejar el cargo por orden directa de arriba con la apresurada
intervención de Camps.
Descarada,
arrogante, seductora... pero mal aconsejada en muchas ocasiones, Sonia
hoy está rodeada de las corruptelas de una estructura de intereses,
personales e institucionales, que la tienen esclava y sin apenas
capacidad de maniobra política. Enemigos casi invisibles han llegado
desde Alicante a Génova 13, de la mano de exdirigentes de repúblicas
centroeuropeas cuyas inversiones en el municipio se han visto muy
perjudicadas al tener ella ojos solamente para Ortíz y Cía, y que exigen
hacer bingo con su cabellera antes de que llegue el AVE si Carlos
Floriano logra convencerla de que es mejor dimitir ahora de su cargo
para no tener que aparecer junto a Rajoy en la foto de rigor cortando la
cinta con el convoy de fondo, tras el fracaso de las pregestiones de
Císcar y Fabra.
Triste
final, pues, para la más inteligente de las personas públicas que han
logrado ocupar el sillón de los destinos de la ciudad de Alicante en los
últimos 30 años, malograda por no saber, o poder, apartarse a tiempo de
los necios que la auparon, ni buscar el respaldo necesario para
conseguir lo anterior de la mano de alguien que se lo ofreció con
garantías, crípticamente, durante la primera Volvo Ocean Race que partió
del puerto de Alicante. Y es que, a veces, los destinos se empeñan en
no cruzarse lo necesario. O que no estaba escrito que Sonia saliese por
la puerta grande por tanto plomo en las alas conque nació en política.
Al igual que Elisa Díaz Penedo, otra prematura víctima de los mismos
mentores.
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