España caerá, es un hecho científico, matemático e irremediable, tardará unos años más o menos, pero España no sobrevivirá a un nuevo siglo. España caerá porque su tejido social, económico y político está siendo parasitado, desangrado y descuartizado, porque no hay proyecto colectivo, porque solo hay interés individual donde habría de haber interés común, porque la solidaridad nacional ha dejado paso al egoísmo individual.
España
caerá porque la cultura del mamoneo se ha impuesto a la cultura del
trabajo, porque una horda de 100.000 liberados sindicales viven del
trabajo y del dinero de una minoría de trabajadores honrados, porque se
ha comprado el voto de miles de titiriteros, porque se les ha liberado
de su obligación de trabajar para darles la oportunidad de vociferar
derechos que ellos mismos violan, todo un cuento, un teatro y una farsa
para apoyar la mano socialista que les da de comer.
España caerá
porque se está convirtiendo en un país de subsidiarios, de estómagos
agradecidos, de funcionarios enchufados que ni producen ni dejan
producir, porque hemos destruido todo nuestro tejido productivo para
vivir del cuento, porque mientras uno trabaja diez viven de ese trabajo.
España
caerá porque la política ha dejado de ser un servicio público
desinteresado para convertirse en un trepadero social, en un fangoso
estercolero al servicio de una élite analfabeta y corrupta que no tienen
el menor sentido de la decencia y la honradez, da igual porque ojo
mires, por el izquierdo o por el derecho, las ideologías solo son una
tapadera para posicionarse aquí o allá, para chupar del bote grande o
del bote chico, para favorecer al amigo de un lado o al del otro, para
enchufarme en el cable rojo o en el cable azul.
España caerá,
porque es insostenible una nación con una tasa de natalidad de 1,3 hijos
por pareja, porque el aborto ha mermado los vientres y las mentes de
nuestros jóvenes, porque la cultura de la muerte se ha impuesto a la
cultura de la vida y porque otros vendrán a tener los hijos que nosotros
hemos matado, a educar a los niños que nosotros hemos malcriado, y a
adoctrinar en el Islam a los jóvenes que olvidaron sus raíces
cristianas.
España caerá porque tiene más derechos un sanguinario
terrorista, un violador múltiple o un delincuente habitual que sus
víctimas, porque nos importa más la vida del asesino que la del
asesinado, porque la justicia está hecha por y para los que la violan y
los que la respetamos somos sus víctimas.
España caerá porque se
ha impuesto la dictadura de las minorías hostiles, porque el gobierno se
ampara en el apoyo de los que no aman a su país, de los que no quieren
trabajar por el, de los que aprovechan viejas rencillas pasadas para
reabrir nuevas heridas, de los que abominan de nuestras raíces católicas
pero apoyan religiones extrañas, de los que apoyan macabros
experimentos de ingeniería social para adoctrinar a nuestros niños y
negar la verdad de la familia tradicional, de aquellos que en definitiva
solo han mamado odio, basura y rencor contra todo lo que representa
nuestra patria.
España caerá porque se ha impuesto la generación
de los ni-nis, de los que ni estudian ni trabajan, porque ha
desaparecido todo sentido de existencia transcendental y se ha impuesto
el sentido de lo banal, de lo hedonista de la satisfacción momentánea,
de la borrachera y del polvo de fin de semana, del hago lo que me da la
gana cuando me da la gana.
España caerá porque los niños imponen a
los padres y los padres se pliegan a los niños, porque todo sentido de
autoridad en la escuela y en la familia ha sido destruido y desterrado.
España
caerá porque los que pudimos y quisimos evitarlo fuimos cobardes ante
la adversidad, porque tuvimos miedo al qué dirán, a la reprobación de
los demás, a ser calificados de carcas, ultras o reaccionarios, tuvimos
miedo a hacer lo que debíamos hacer, renunciamos a nuestro derecho a
imponer la ley del sentido común, porque nos limitamos a participar como
actores mudos en una farsa teatrera que se da cada cuatro años, porque
con nuestro silencio propiciamos que solo se oyeran las voces enemigas,
con nuestra “moderación” propiciamos el extremismo de los que nos odian,
porque no quisimos complicarnos la vida pero no nos importó hipotecar
la de nuestros hijos.
En definitiva España caerá porque los malos mandan, los buenos callan y aquí no pasa nada…
Antonio Moreno
Madrid
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