La gente pasa de los políticos y los políticos se toman la revancha, pasando de la gente. Los datos de las audiencias televisivas del pasado martes, durante la “Noche americana”, son reveladores: “Gran hermano” derrotó a Obama; derrotó, en suma, a la política. Al interés por saber a quien elegirían los norteamericanos como futuro presidente de los Estados Unidos y, de paso, del resto de mundo.
Apenas un millón doscientos mil ciudadanos consiguieron reclutar las tres cadenas nacionales que ofrecían programas dedicados a contar el gran suceso político del año y puede que de la década. El desinterés de las grandes masas por la información que va algo más allá de los chismes de corrala, el famoseo y los “videos de primera”, es patético.
En España, por ley, la escolarzación es obligatoria. En términos históricos, nunca hemos tenido los españoles tantas y tan variadas oportunidades para disponer de información, para adquirir cultura, para saber cómo marcha el mundo y cómo van aquí las cosas. Lo dicen las estadísticas, pero la realidad es otra. El grueso del personal huye de la información, “pasa” de la cultura: es feliz siendo rebaño.
Quien pasa de la política acaba siendo la primera víctima de los políticos. Después, que no se quejen.
En España, por ley, la escolarzación es obligatoria. En términos históricos, nunca hemos tenido los españoles tantas y tan variadas oportunidades para disponer de información, para adquirir cultura, para saber cómo marcha el mundo y cómo van aquí las cosas. Lo dicen las estadísticas, pero la realidad es otra. El grueso del personal huye de la información, “pasa” de la cultura: es feliz siendo rebaño.
Quien pasa de la política acaba siendo la primera víctima de los políticos. Después, que no se quejen.
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