La celebración del Día Mundial del Agua nos invitó a reflexionar sobre el actual modelo de gestión hídrica en España y sobre cuáles han de ser sus focos de mejora. Somos el país más árido de Europa y cíclicamente asistimos a situaciones de escasez y recortes de suministro. Recordemos que hace apenas 10 meses, el pasado mayo, un barco cargado con 19.000 metros cúbicos de agua potable atracaba en Barcelona para paliar la situación de emergencia derivada de la sequía y la falta de reservas.
Que las recientes y abundantes lluvias no nos confundan. Volverán a acusarse las temporadas secas al tiempo que los recursos hídricos seguirán reduciéndose. Y hay que estar preparados para el futuro. Si no se ponen en marcha las medidas adecuadas, la situación se agravará con el crecimiento de la población, el desarrollo económico o el cambio climático, entre otros factores.
Hasta el momento hemos optado principalmente por crear infraestructuras para almacenar, trasvasar o producir más agua potable, pero no es suficiente. Para garantizar un suministro sostenible en el tiempo en nuestro país debemos emplear todas las alternativas a nuestro alcance e integrarlas de forma planificada. Tenemos que aprender a hacer más con menos agua.
Fijémonos en el modelo de Dubai. Una ciudad surgida en el medio del desierto está haciendo frente a su casi total carencia de recursos hídricos gracias a una innovadora gestión integral. Esto es, se trata el agua residual como agua-materia prima para, mediante los procesos y equipos adecuados, convertirla en agua-producto.
Por ejemplo, el agua potable, que procede principalmente de la desalinización, se destina a la comunidad dubaití. A continuación, las aguas residuales resultantes que llegan a sus depuradoras son tratadas mediante tecnologías apropiadas para regenerarlas y emplearlas en el riego de sus jardines, para sus campos de golf o en la limpieza de sus calles.
Por tanto, para reenfocar el problema del agua en España hagamos la siguiente reflexión: ¿para qué usos destinamos el agua? ¿Se necesitan las mismas calidades para todos los usos? ¿Podemos tratar las aguas residuales para adaptarlas sin riesgo a nuevos y diferentes tipos de consumos? Si se da respuesta a estas cuestiones, se llega a la conclusión de que necesitamos impulsar la reutilización urgentemente. Sólo así se gestionará con eficiencia todo el ciclo del agua.
Para poner de manifiesto que la reutilización es vital, sirvámonos del siguiente dato. El 80% del agua empleada en nuestro país se destina a la agricultura. Para este uso concreto podría emplearse en gran medida agua regenerada procedente de las depuradoras municipales o de los acuíferos, tratadas previamente con soluciones tecnológicas apropiadas, como electrodiálisis reversible EDR, de ultrafiltración UF o biorreactores de membrana MBR.
Afortunadamente, ahora pasa el tren de la innovación tecnológica. No lo perdamos y hagamos realidad la cultura del aprovechamiento integral apostando por nuevas inversiones e infraestructuras de futuro. En este contexto, la Administración pública tiene el papel decisivo de promover iniciativas de reutilización trabajando con las empresas privadas gestoras del agua y las industrias. Podemos valernos de la oportunidad para, con nuestra experiencia, posicionar a España como modelo mundial en el tratamiento y regeneración de los recursos hídricos.
(*) Isabel Aguilera. Presidente de GE en España y Portugal
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