Planteado como se plantea en el título, el menú no parece complicado, pero si se añade la circunstancia de que el caldo de gallina es para hoy y el huevo de oro no se sabe cuando lo volverá a poner la gallina, quizás la cosa cambie.
Esa es la pregunta que parece se están haciendo las comunidades autónomas sobre la fusión de las cajas de ahorros. Si no supiésemos cómo funcionan en realidad las cosas pensaríamos que no puede ser que los gobiernos autonómicos anden poniendo zancadillas al rescate de las entidades financieras donde su gente tiene depositados sus ahorros.
Eso, repito, sería si no conociésemos el percal, pero como sabemos de qué va la cosa, fuera del palabrerío hueco con que inundan los códigos legales, las declaraciones públicas y las entrevistas, no nos extraña nada. Nos parece hasta normal.
Muchas cajas de ahorro están pasando por grandes dificultades, algunas por prestar a quien no debían haber prestado, otras por meterse en aventuras financieras poco o nada acordes con su carácter de entidades sociales, y otras, hay que decirlo con claridad, por regalar dinero a los partidos políticos, a los que les prestaban fondos para sus campañas y otros merengues sin llegar a reclamarles nunca la devolución de esos préstamos.
Como las cajas de ahorro son entidades donde muchos millones de españoles han depositado sus ahorros, gobierno y oposición, por una vez con buen tino, se han puesto de acuerdo para rescatarlas e impedir que se vayan al carajo como sin duda harían si no se les echara una mano. Todo parece lógico y cabal, pero las comunidades autónomas se oponen ahora a que se puedan fusionar cajas de distinta comunidad y en un caso concreto, el de la posible unión entre Caja Murcia y Caja Sur, el gobierno andaluz impidió la operación oponiendo su veto a esta fusión.
Digan lo que digan y cuenten lo que cuenten, la razón es clara: los gobiernos autonómicos saben que permitir que dos cajas de distintas comunidades se fusionen dejaría el dinero y el poder fuera de sus manos, y antes que permitir que la gallina de los huevos de oro se les escape, prefieren hacer un caldo con ella y sacarle lo que puedan, aunque sea en forma de jubilaciones e indemnizaciones, que pagaremos todos, para los afines, los sobrinos, y otros arrimados.
Los gobiernos autonómicos están dispuestos a llevar a las cajas a la quiebra antes de ver cómo se les escapa la posibilidad de nombrar cargos a dedo, autoconcederse préstamos que nunca devolverán y elegir a quién se le ayuda dándole un crédito y a quién se machaca cerrándole el grifo.
En la hora de la necesidad es cuando se sabe dónde están los amigos. Y en esta hora de necesidad estamos viendo también qué son en realidad y para qué sirven algunos consejos de administración de ciertas cajas de ahorros: pesebres a nuestra costa.
El menú está claro: si no hacemos algo para impedirlo, pedirán caldo.
Esa es la pregunta que parece se están haciendo las comunidades autónomas sobre la fusión de las cajas de ahorros. Si no supiésemos cómo funcionan en realidad las cosas pensaríamos que no puede ser que los gobiernos autonómicos anden poniendo zancadillas al rescate de las entidades financieras donde su gente tiene depositados sus ahorros.
Eso, repito, sería si no conociésemos el percal, pero como sabemos de qué va la cosa, fuera del palabrerío hueco con que inundan los códigos legales, las declaraciones públicas y las entrevistas, no nos extraña nada. Nos parece hasta normal.
Muchas cajas de ahorro están pasando por grandes dificultades, algunas por prestar a quien no debían haber prestado, otras por meterse en aventuras financieras poco o nada acordes con su carácter de entidades sociales, y otras, hay que decirlo con claridad, por regalar dinero a los partidos políticos, a los que les prestaban fondos para sus campañas y otros merengues sin llegar a reclamarles nunca la devolución de esos préstamos.
Como las cajas de ahorro son entidades donde muchos millones de españoles han depositado sus ahorros, gobierno y oposición, por una vez con buen tino, se han puesto de acuerdo para rescatarlas e impedir que se vayan al carajo como sin duda harían si no se les echara una mano. Todo parece lógico y cabal, pero las comunidades autónomas se oponen ahora a que se puedan fusionar cajas de distinta comunidad y en un caso concreto, el de la posible unión entre Caja Murcia y Caja Sur, el gobierno andaluz impidió la operación oponiendo su veto a esta fusión.
Digan lo que digan y cuenten lo que cuenten, la razón es clara: los gobiernos autonómicos saben que permitir que dos cajas de distintas comunidades se fusionen dejaría el dinero y el poder fuera de sus manos, y antes que permitir que la gallina de los huevos de oro se les escape, prefieren hacer un caldo con ella y sacarle lo que puedan, aunque sea en forma de jubilaciones e indemnizaciones, que pagaremos todos, para los afines, los sobrinos, y otros arrimados.
Los gobiernos autonómicos están dispuestos a llevar a las cajas a la quiebra antes de ver cómo se les escapa la posibilidad de nombrar cargos a dedo, autoconcederse préstamos que nunca devolverán y elegir a quién se le ayuda dándole un crédito y a quién se machaca cerrándole el grifo.
En la hora de la necesidad es cuando se sabe dónde están los amigos. Y en esta hora de necesidad estamos viendo también qué son en realidad y para qué sirven algunos consejos de administración de ciertas cajas de ahorros: pesebres a nuestra costa.
El menú está claro: si no hacemos algo para impedirlo, pedirán caldo.
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