Si partimos del diagnóstico resumido de la
coyuntura económica mundial, y más concretamente de la española, podemos
afirmar que se dan los siguientes hechos incuestionables:
Reducción del crecimiento de toda la actividad económica; cifras
insostenibles y en aumento del desempleo; caída generalizada de las
cotizaciones de valores en las bolsas; inflación ocasionada por el
encarecimiento de precios del petróleo y de la mayoría de las energías
renovables, que aunque subvencionadas en parte, han sido promovidas a
costa del precio tarifario del consumo, y con la ausencia de los
aumentos de capital que las eléctricas estaban obligadas a llevar a
cabo, por ser una actividad paralela diferente (su déficit lo soportamos
los consumidores injustamente, convertidos en seudoaccionistas
forzosos); endeudamiento generalizado (Estado, autonomías, corporaciones
locales, sistema bancario, empresas y familias); y una política
económica gestionada de manera indisciplinada y orientada a intereses
electorales.
Como parece que no aprendemos de las crisis padecidas a lo largo del
siglo pasado, no se previó, ni se impidió, ni se reconoció, ni se han
aplicado con urgencia las medidas de control del gasto innecesario e
improductivo, ni se acometieron con valentía las medidas estructurales
necesarias para volver al crecimiento de la economía. Hemos perdido
demasiado tiempo.
La disminución progresiva de la demanda y del ahorro privado, junto a
la falta de liquidez del sistema bancario, han deteriorado los balances
de las empresas, forzando el cierre de numerosas pequeñas y medianas,
(las pymes absorben más del ochenta por ciento del empleo), sin olvidar
las serias dificultades que también afectan a determinadas empresas de
gran tamaño.
Austeridad presupuestaria
No debemos olvidar que en una economía globalizada, el poder de los mercados financieros, muy influidos por los grandes especuladores en la sombra, solo puede contrarrestarse con austeridad presupuestaria, con políticas expansivas creadoras de empleo, y con mejoras de la productividad para la estabilidad de precios y de la competitividad. Es fundamental fomentar en paralelo la inversión en I+D+i, el uso continuado de las tecnologías de la información y la comunicación, y la inversión en capital humano.
No debemos olvidar que en una economía globalizada, el poder de los mercados financieros, muy influidos por los grandes especuladores en la sombra, solo puede contrarrestarse con austeridad presupuestaria, con políticas expansivas creadoras de empleo, y con mejoras de la productividad para la estabilidad de precios y de la competitividad. Es fundamental fomentar en paralelo la inversión en I+D+i, el uso continuado de las tecnologías de la información y la comunicación, y la inversión en capital humano.
Visto el diagnóstico expuesto, sin que hayamos pretendido ser
exhaustivos, ¿Qué medidas básicas deben aplicarse de forma coordinada y
simultánea? Una situación grave y de alto riesgo exige soluciones
eficaces nuevas, que impidan una nueva recesión aún más profunda.
Expondré los pilares que, a mi juicio, soportarían el crecimiento
sostenido hacia una economía sólida e integrada en la Unión Europea a la
que pertenecemos, y que contrarreste los inconvenientes.
1. Consolidación del sistema financiero, independiente del poder
Político y solamente controlado por el Banco Central Nacional,
igualmente independiente.
2. Consolidación de la deuda Pública de los distintos Entes Públicos.
3. Presupuestos de base cero, controlados por el Tribunal de Cuentas del Estado, como órgano también independiente.
4. Restitución del cuerpo de interventores del Estado en todos los
organismos oficiales, y la creación del cuerpo de auditores internos.
5. No aplicar una política de recortes indiscriminada, sino efectiva
sobre la eliminación de gastos superfluos y no rentables, exceptuando
los necesarios e indispensables para la cobertura de los servicios
sociales.
6. Establecer un régimen fiscal que estimule a emprendedores y
empresarios a la inversión y expansión comercial, únicos responsables
que pueden hacer posible el crecimiento económico y la creación de
puestos de trabajo, sin olvidar que son los que permitirán el incremento
de la recaudación fiscal, única vía para la atención del endeudamiento
contraído. Otros países de nuestro entorno lo están practicando.
7. Exigir a los líderes políticos una gestión respetuosa con los
presupuestos libre de intereses electorales. Una gestión dirigida a la
generación de productividad y cooperación empresarial, dejándoles la
expansión y el trabajo a su responsabilidad. Y que olviden apoyarse en
las teorías de Keynes, muy acertadas en la Gran Depresión, pero
inaplicables en la crisis actual, vista la ineficacia del “Plan E”, y de
las cuantiosas obras inútiles y no rentables, que tanto han contribuido
al endeudamiento que nos atenaza.
Conviene tener presente que el recorte y la austeridad son
necesarias, pero si no van acompañadas de un cambio estructural que nos
haga salir de la difícil situación en la que nos encontramos, darán
lugar a más recesión y se convertirán en un auténtico lastre al
crecimiento de la economía. Triste camino que se abre para la salida de
nuestros jóvenes titulados, en los que tanto se ha invertido para su
formación, y para los numerosos empresarios que situarán su inversión,
producción y servicios en países con mayor demanda, protección, ayuda
financiera y mejor tratamiento fiscal.
(*) Economista y empresario
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