Resulta curioso y preocupante oír con
demasiada frecuencia a los aspirantes a ocupar la alta dirección y
responsabilidad de la política y la economía global, como objetivo
básico y de cambio, la acepción "federación" para un país como España.
Pretender constituirla en federación, no es solo un error originado por la ignorancia, sino de consecuencias negativas incalculables tanto políticas como económicas.
Federación proviene del latín "federationem", o unión de diversos estados particulares en uno federal, o poder central de una unión. También se puede definir como agrupación orgánica de colectividades humanas, asociaciones, actividades deportivas, etc., con el fin de dirigir, reglamentar, controlar, y unificarlas.
Pretender constituirla en federación, no es solo un error originado por la ignorancia, sino de consecuencias negativas incalculables tanto políticas como económicas.
Federación proviene del latín "federationem", o unión de diversos estados particulares en uno federal, o poder central de una unión. También se puede definir como agrupación orgánica de colectividades humanas, asociaciones, actividades deportivas, etc., con el fin de dirigir, reglamentar, controlar, y unificarlas.
Hay
otros casos con carácter internacional como fue la Federación Sindical
Internacional (F.S.I.), fundada en Copenhague en 1913 sin que alcanzase
sus objetivos plenamente y posteriormente desapareciese.
Otra
unión fue la Federación Sindical Mundial (F.S.M.) con objeto de
construir una central única. En el congreso celebrado en París en 1945
llegó a contar con sindicatos nacionales de 56 países y más de
78.000.000 de afiliados, trasladándose a Viena y finalmente a Praga,
posteriormente disuelta.
Actualmente se han consolidado las federaciones sindicales nacionales con personalidad propia, componentes de todo sistema político-económico democrático, cuyos objetivos resultan indispensables para coordinar el esfuerzo hacia el progreso y el bienestar social.
En el ámbito empresarial, con independencia de las asociaciones y absorciones, han ido surgiendo, a semejanza de las federaciones, las "coaliciones" de varias empresas con personalidad jurídica y fiscal propia e independiente, que se encuentran bajo el control de un sujeto económico único. El conjunto de tales empresas toma el nombre genérico de "grupo" (o TRUST en sentido amplio) para seguir políticas de gestión estrechamente coordinadas, aunque tendentes a otras formas más rigurosas de integración.
En el ámbito empresarial, con independencia de las asociaciones y absorciones, han ido surgiendo, a semejanza de las federaciones, las "coaliciones" de varias empresas con personalidad jurídica y fiscal propia e independiente, que se encuentran bajo el control de un sujeto económico único. El conjunto de tales empresas toma el nombre genérico de "grupo" (o TRUST en sentido amplio) para seguir políticas de gestión estrechamente coordinadas, aunque tendentes a otras formas más rigurosas de integración.
En
el sistema "holding", existe una sociedad rectora que controla una
serie de sociedades; esta rectora es la que recibe el nombre de holding,
que generalmente no ejerce actividades mercantiles propias, sino que
suele ser una sociedad financiera, cuyo patrimonio está constituido por
las participaciones en las sociedades controladas, aunque en raras
ocasiones pueden desarrollar actividades mixtas (financieras e
industriales). El holding es la forma que predomina hoy por encima de
otras agrupaciones empresariales, que según una encuesta en EEUU de la National Resource Planning Board, llegan a casi el sesenta por ciento de las 200 sociedades no financieras más importantes del país.
El vocablo "federal", se aplica al partidario del federalismo o sistema de gobierno de una confederación de estados independientes, que en los asuntos de interés general se sujetan a las decisiones de una autoridad central. El nombre de federales se creó y utilizó durante la guerra de Secesión norteamericana (1861-1865), en la que los combatientes del norte luchaban por el mantenimiento de la Unión contra los confederados del sur, llamados también federados nordistas y sudistas.
El vocablo "federal", se aplica al partidario del federalismo o sistema de gobierno de una confederación de estados independientes, que en los asuntos de interés general se sujetan a las decisiones de una autoridad central. El nombre de federales se creó y utilizó durante la guerra de Secesión norteamericana (1861-1865), en la que los combatientes del norte luchaban por el mantenimiento de la Unión contra los confederados del sur, llamados también federados nordistas y sudistas.
Suiza
es otro ejemplo, entre otros muchos, de federación de Estados
independientes, a pesar de llamarse "Confederación Helvética", que ha
conseguido el objetivo de una economía unida, modélica y pujante.
Como vemos, la federación solo es posible cuando la unión tiene su origen con Estados independientes. Para que en España se adopte el sistema que propugnan los políticos federalistas habría que constituir nuevos estados independientes dividiendo el país, para federarlos y formar una unión posterior, que de hecho ya existe y de cuyo beneficio disfrutamos los españoles.
Otra cosa es el sistema de Comunidades Autónomas que establece la Constitución dependientes del poder central, aún discutido y necesitado de una nueva legislación jurídica que coordine la economías regionales, tan dispares como complementarias, hacia una economía global de éxito, competitividad e internacionalización.
Si en España se acometiera el error irreparable de una división político-geográfica, para promover posteriormente una federación de Estados, sin que conozcamos los beneficios económicos que se pretenden obtener, seriamos víctimas de un desequilibrio y una crisis insuperables. Veamos algunas de las consecuencias:
Si se pretende una federación, su conformación solo será posible mediante divisiones territoriales y políticas previas, que habrán de disfrutar de autogobierno con facultades de legislación y constitución propia, lo cual se califica como Estados Soberanos. Al constituirse como Estados Federados, deben renunciar a una parte de sus competencias para que el poder central sea más fuerte. En derecho internacional los Estados soberanos se federan mediante tratados unificadores y constitución común para todos, siempre pretendiendo objetivos de comercio interior y exterior, estructuras que generen riqueza, progreso, empleo... e incluso defensa.
El proceso de división territorial, en España, con las concesiones de independencia expuestas, siendo el primer paso, no solo rompería el Estado único actual sino que ocasionaría ideas contrapuestas, luchas internas impulsadas por viejas ambiciones, y una descomposición de nuestra economía global irreparable y ruinosa, sin poder evitar nuestra salida de la Unión Europea. El desastre de una competencia interna y en muchos casos desleal, así como el desequilibrio de la balanza exterior, crearía más paro, cierre de empresas, y la pérdida del lugar conseguido en el orden económico internacional.
Como vemos, la federación solo es posible cuando la unión tiene su origen con Estados independientes. Para que en España se adopte el sistema que propugnan los políticos federalistas habría que constituir nuevos estados independientes dividiendo el país, para federarlos y formar una unión posterior, que de hecho ya existe y de cuyo beneficio disfrutamos los españoles.
Otra cosa es el sistema de Comunidades Autónomas que establece la Constitución dependientes del poder central, aún discutido y necesitado de una nueva legislación jurídica que coordine la economías regionales, tan dispares como complementarias, hacia una economía global de éxito, competitividad e internacionalización.
Si en España se acometiera el error irreparable de una división político-geográfica, para promover posteriormente una federación de Estados, sin que conozcamos los beneficios económicos que se pretenden obtener, seriamos víctimas de un desequilibrio y una crisis insuperables. Veamos algunas de las consecuencias:
Si se pretende una federación, su conformación solo será posible mediante divisiones territoriales y políticas previas, que habrán de disfrutar de autogobierno con facultades de legislación y constitución propia, lo cual se califica como Estados Soberanos. Al constituirse como Estados Federados, deben renunciar a una parte de sus competencias para que el poder central sea más fuerte. En derecho internacional los Estados soberanos se federan mediante tratados unificadores y constitución común para todos, siempre pretendiendo objetivos de comercio interior y exterior, estructuras que generen riqueza, progreso, empleo... e incluso defensa.
El proceso de división territorial, en España, con las concesiones de independencia expuestas, siendo el primer paso, no solo rompería el Estado único actual sino que ocasionaría ideas contrapuestas, luchas internas impulsadas por viejas ambiciones, y una descomposición de nuestra economía global irreparable y ruinosa, sin poder evitar nuestra salida de la Unión Europea. El desastre de una competencia interna y en muchos casos desleal, así como el desequilibrio de la balanza exterior, crearía más paro, cierre de empresas, y la pérdida del lugar conseguido en el orden económico internacional.
El segundo paso, conseguida la división, sería llegar a un acuerdo unánime para la constitución de un Estado Federal o " Estado Federal Español".
Si para establecer un Plan Hidrológico Nacional imprescindible, no nos hemos puesto de acuerdo durante un siglo, ¿quién abriga la esperanza de una nueva Unión Federal sea pacífica, rápida y rentable?
Si lo que pretenden es una unión de CCAA, o una España Federal de las mismas, tal título no debe utilizarse, o nos precipitaríamos en el mayor fracaso político, a una recesión económica irrecuperable, sin vuelta atrás y a un conflicto incontrolado.
Lo verdaderamente efectivo es formalizar un "estudio regional natural de la diversa riqueza nacional", coordinándola, protegiéndola e impulsándola; sin olvidar invertir en investigación, su implantación y el desarrollo industrial. Esta Economía Política ya fue estudiada en la conmemoración del cincuentenario de la fundación de la Universidad Comercial de Deusto, editando sus resultados en cinco tomos en el año 1968, con el título RIQUEZA NACIONAL DE ESPAÑA.
Si para establecer un Plan Hidrológico Nacional imprescindible, no nos hemos puesto de acuerdo durante un siglo, ¿quién abriga la esperanza de una nueva Unión Federal sea pacífica, rápida y rentable?
Si lo que pretenden es una unión de CCAA, o una España Federal de las mismas, tal título no debe utilizarse, o nos precipitaríamos en el mayor fracaso político, a una recesión económica irrecuperable, sin vuelta atrás y a un conflicto incontrolado.
Lo verdaderamente efectivo es formalizar un "estudio regional natural de la diversa riqueza nacional", coordinándola, protegiéndola e impulsándola; sin olvidar invertir en investigación, su implantación y el desarrollo industrial. Esta Economía Política ya fue estudiada en la conmemoración del cincuentenario de la fundación de la Universidad Comercial de Deusto, editando sus resultados en cinco tomos en el año 1968, con el título RIQUEZA NACIONAL DE ESPAÑA.
Esta
excelente obra, que nuestros dirigentes políticos deberían leer, se
llevó a cabo bajo la dirección técnica del gran maestro y catedrático
de Estructura Económica Juan Velarde Fuentes, asistido por especialistas
en economía, sector agrario, industrial, servicios y metodología. Su
esquema, actualizando el progreso conseguido en los más de cuarenta años
transcurridos con posterioridad, es el gran olvidado por los sucesivos
partidos políticos.
La palabra "federal" es inadecuada, inviable, y en todo caso de resultados regresivos, contradictorios y de desunión.
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