La mentira se ha instalado en la lista inagotable de portavoces de
mañana, tarde y noche de este Gobierno, que se dice de izquierdas. Y al
que se les mueren abandonados e infectados de coranovirus decenas de
ancianos de residencias de la tercera edad, y algunos de ellos -como
denunciaron la UME y la ministra Robles- en unas condiciones de soledad y
espanto, junto a otros ancianos vivos y puede que también enfermos y
contagiados.
El asunto es tan grave que el Gobierno -a pesar de que estos muertos
los encontró la UME cuando iba a desinfectar residencias- dice,
mintiendo sin pudor, que no sabe cuántos son a pesar de las reiteradas
preguntas de los medios. Lo que da una idea de la gravedad de lo
ocurrido, que Sánchez e Iglesias han decidido ocultar para evitar otra
ola, y esta de indignación y de furia nacional.
Y esto ocurre en España con un Gobierno que se dice ‘de izquierdas’,
en el que están representados los socialistas del PSOE, los populistas
radicales de UP y los comunistas de IU. Y sin que nadie dimita -por
ejemplo Pablo Iglesias que es el vicepresidente de Asuntos Sociales- o
sea cesado por el Presidente como podría ser el caso del ministro de
Sanidad, Salvador Illa, que no sabe nada de Sanidad y no puede con el
cargo y la responsabilidad.
El Gobierno de Sánchez e Iglesias, de muy escaso nivel y muy mal
avenido entre ellos, está desbordado, miente sin cesar. Y no se atreve a
poner en marcha los ‘tests rápidos’ de detección del coranovirus -que
dice tener en su poder lo que está por ver- por temor a la avalancha, la
ola o más bien el tsunami de los miles contagiados que podrían emerger
de los domicilios donde probablemente están confinada una legión de
enfermos contagiados y contagiosos.
Los que podrían duplicar, en cuestión de días o semanas, los cifras
que se han publicado ayer y que hoy superarán con creces los 40.000
contagiados y los 3.000 fallecidos. Entre otras cosas porque el personal
sanitario -que ya sufre 5.400 contagiados, entre médicos, enfermeras y
auxiliares- carece del material sanitario que los pueda proteger, y no
estaría en condiciones de hacer frente a la nueva oleada de enfermos.
Lo que, de seguir esto así, nos conduce a un horizonte tenebroso que
nos ha de llevar a mediados de abril a superar los 100.000 enfermos y
los 10.000 fallecidos, mientras el contagio del personal sanitario crece
sin cesar. Todo un panorama dantesco al que ahora se aproxima Italia
donde no acaban de ver la cima o ‘el pico’ del contagio para comenzar a
bajar y mejorar.
Y ¿qué cuota de responsabilidad tiene el Gobierno en todo esto? En lo
de los ancianos muertos y abandonados toda por no haber enviado, ante
los primeros indicios, una fuerza de choque sanitaria.
Y en la
estrategia global de la batalla sanitaria, mucha, porque el ministro de
Sanidad carece de una importante experiencia política y no sabe nada de
Sanidad. Y porque este Gobierno ha llegado tarde a todo -como también
ocurre en otros países- y carece de nivel político, cohesión interna y
de una mayoría parlamentaria estable y ajena al continuo chantaje del
soberanismo vasco y catalán.
¿Existe alguna solución o alternativa política a esta situación?
Parece difícil pero no imposible, para ello sería necesario otro
Gobierno de muy alto nivel en experiencia de gestión política, con
técnicos de reconocido prestigio en la Sanidad y con una amplia mayoría
parlamentaria que ofrezca tiempo y la necesaria estabilidad. Y eso ¿cómo
se hace? Con un pacto PSOE-PP, un poco de audacia y buena voluntad.
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