VALENCIA.- La sinceridad del supuesto guiño del PSOE y, en consecuencia, del Gobierno central hacia la Comunidad Valenciana está en manos del vicepresidente económico, Pedro Solbes. El lápiz de memoria que el alicantino presentó ayer en el Congreso de los Diputados contiene la clave sobre el trato que, en forma de inversiones, dispensará la formación que rige los destinos de España a la región, según "Abc".
De hecho, tras el desembarco de primeras espadas -con José Luis Rodríguez Zapatero al frente- que respaldaron a Jorge Alarte en su proclamación como secretario general del PSPV el pasado fin de semana, la ley de los Presupuestos Generales del Estado supondrá la primera prueba de fuego para constatar si el giro «valencianista» de los socialista cuenta con mimbres sólidos.
En plena crisis económica (la recaudación de Hacienda ha caído un 21% en la Comunidad hasta agosto) y con el corsé que suponen los necesarios pactos con fuerzas nacionalistas -el PNV, los gallegos del BNG y los navarros de UPN se postulan como nuevos socios parlamentarios del PSOE-, Solbes está haciendo auténticos malabarismos -«sudoku» en su propia jerga- para cuadrar unos números marcados por el déficit.
Para el nuevo líder de los socialistas valencianos, unos Presupuestos «generosos» con la Comunidad suponen un espaldarazo de credibilidad.
A pesar de que el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ya ha contactado con el nuevo secretario general del PSPV y en breve mantendrán una reunión para avanzar en aspectos básicos como la financiación, en el seno del PPCV no dan mucho margen a la esperanza.
Para ello, las cuentas que registró Solbes en el Congreso serán reveladoras. Para el año en curso, el Gobierno aprobó inversiones en la Comunidad Valenciana por un monto de 2.346 millones de euros.
Un récord histórico que, además, supuso el mayor incremento de todas las autonomías españolas, con un 25%, y se aproximó, en términos porcentuales, a la aportación de la Comunidad Valenciana a la riqueza del Estado. Cuando se aprobó el texto, el PSOE afrontaba unas elecciones generales con la vista puesta en recuperar la hegemonía perdida en la Comunidad.
Su apuesta presupuestaria y un cartel electoral compuesto por un ex ministro (Jordi Sevilla), un ministro vigente (Bernat Soria) y la vicepresidenta primera del Ejecutivo (María Teresa Fernández de la Vega) no surtió el efecto esperado. Ahora, el tándem Zapatero-Alarte fía a las urnas valencianas la posibilidad de aupar al PSOE hasta la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados.
Sin embargo, para el próximo año pintan bastos. La caída en picado de los ingresos, la minoría parlamentaria del Ejecutivo y los blindajes inversores de los Estatutos de Cataluña y Andalucía, dejan poco margen de maniobra a Solbes.
Así, cualquier cifra que se quede por debajo de los 2.300 millones de euros consignados para 2008 será considerada como un agravio para la región, y la primera piedra en el recién estrenado camino de Alarte como jefe de la oposición en la Comunidad y aspirante a la presidencia de la Generalitat.
De hecho, el contexto que rodea la actuación del Gobierno en la región no le beneficia de partida precisamente. Aspectos como la financiación -que deja en el limbo a un millón de valencianos-, el agua -con la negativa al trasvase del Ebro- o la seguridad, lastran la credibilidad de los socialistas valencianos.
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