VALENCIA.- Hace casi 18 años que los socialistas perdieron el gobierno de la ciudad de Valencia, y poco o nada han podido remontar desde entonces. El cap i casal es un escalón fundamental para subir al Palau de la Generalitat, y la derrota de 1991 tuvo como desenlace inevitable la salida de Joan Lerma cuatro años después, publica hoy "Las Provincias".
Con casi dos décadas de perspectiva, el PSPV sabe que aún queda mucho trabajo por hacer para recuperar la ciudad. Un acontecimiento que en el partido no ven factible hasta dentro de, al menos, dos convocatorias electorales.
Así se refleja en un informe de la ejecutiva del PSPV, que será puesto en común el próximo día 15, en el marco de las jornadas que los socialistas valencianos celebrarán en la localidad alicantina de Elche. En esa cita, la dirección nacional y los diputados autonómicos tratarán el futuro más inmediato de la sociedad valenciana.
El secretario general del partido, Jorge Alarte, encargó a sus secretarios de área que elaboraran para ese día un informe con un análisis de la situación actual de su ámbito de actuación y propuestas de futuro.
Así, los responsables de Política Municipal y Estrategia Electoral tienen entre sus cometidos la elaboración de un mapa de actuación para las citas electorales más inmediatas. Vistos los resultados obtenidos por el PSPV en los últimos comicios municipales, los de 2007, no es difícil averiguar cuáles son sus principales objetivos.
En primer lugar, recuperarse del retroceso que supuso la pérdida del poder en importantes poblaciones del área metropolitana de Valencia, que hasta hace un par de años era conocida como el cinturón rojo. Paterna y Torrente son los Ayuntamientos clave que los socialistas controlaban hasta las elecciones del 27-M, pero pasaron a manos populares a partir de ese día.
Dado que aquel vuelco electoral es aún reciente y no está todavía arraigado entre la ciudadanía, el PSPV confía en recuperar el control de estos municipios en los comicios de 2011.
Caso aparte es el de la ciudad de Valencia. Desde la llegada de Rita Barberá a la alcaldía (en 1991, con la ayuda de Unió Valenciana), ningún candidato socialista ha logrado poner en peligro la hegemonía popular en el Ayuntamiento. La herencia de Ricard Pérez Casado la recogieron Clementina Ródenas, Aurelio Martínez, Ana Noguera, Rafael Rubio y Carmen Alborch con resultados muy alejados de las expectativas del PSPV.
A pesar de que, excepto en 1995, los socialistas valencianos se han movido entre cifras muy similares (hace 14 años sufrieron un importante retroceso en número de sufragios), poco ha cambiado el panorama en el cap i casal.
Sólo Rubio, en 2003, logró remontar más de 16.000 votos, superar la barrera del 30% (de la cual se habían alejado en las dos convocatorias anteriores) y acortar distancias con el PP, del que quedó a poco más de diez puntos (un gran avance respecto a la diferencia de 25 que se dio en 1995).
El PSPV de la ciudad de Valencia ha sido objeto de experimentos, bailes de candidatos y sesudos estudios incluso por parte de la dirección federal del PSOE, pero con escasos frutos.
En este tiempo, los socialistas valencianos han quedado al margen de la vida cotidiana en la capital del Turia. La afiliación se ha estancado, la sociedad civil no se identifica con los representantes del puño y la rosa, en los que no ve una alternativa real al Gobierno popular.
Con tantas miradas puestas desde todo el Partido Socialista en la ciudad de Valencia, cuesta creer que el problema sea sólo de caras. Falta identificación del potencial votante de centro-izquierda con el PSPV de la capital. De hecho, sería ingenuo no reconocer que cada año engorda el trasvase de simpatizantes socialistas que, a la hora de depositar su voto en la urna, lo hacen con la papeleta de Rita Barberá.
Con esta trayectoria, hay que ser realistas y el PSPV ha pasado, en pocos meses, de creer que habría vuelco electoral con Carmen Alborch a reconocer que esto no será una realidad hasta 2015 o, incluso, hasta 2019. En el mencionado estudio sobre las posibilidades electorales de los socialistas valencianos, los responsables del documento creen que hay que afrontar la recuperación de la ciudad de Valencia a largo plazo.
Y es que la hazaña lleva su tiempo: primero, apaciguar el partido y encontrar a un líder que consiga que los representantes de las distintas familias caminen en la misma dirección y aparquen las batallas internas.
En segundo lugar, volver a pisar la calle, retomar el contacto directo con los ciudadanos para, en tercer lugar, elaborar un programa electoral que responda a sus necesidades. Y, por último (el orden de los factores, como es tradición en el PSPV, se puede alterar), identificar al candidato que, por muy conocido que sea (véase el caso Alborch), no garantiza resultados inmediatos.
Esta teoría tira por tierra las primeras promesas de Jorge Alarte, que avanzó hace un año y medio cuando comenzó su campaña por la secretaría general del PSPV.
El también alcalde de Alaquàs garantizó que, en las elecciones autonómicas y municipales de 2011 recuperaría la Generalitat (con 1,5 millones de votos: el doble de lo conseguido en 2007), el Ayuntamiento de Valencia y las poblaciones del área metropolitana.
En este 2009 tendrá que reajustar sus objetivos a la realidad de la Comunidad Valenciana.
Con casi dos décadas de perspectiva, el PSPV sabe que aún queda mucho trabajo por hacer para recuperar la ciudad. Un acontecimiento que en el partido no ven factible hasta dentro de, al menos, dos convocatorias electorales.
Así se refleja en un informe de la ejecutiva del PSPV, que será puesto en común el próximo día 15, en el marco de las jornadas que los socialistas valencianos celebrarán en la localidad alicantina de Elche. En esa cita, la dirección nacional y los diputados autonómicos tratarán el futuro más inmediato de la sociedad valenciana.
El secretario general del partido, Jorge Alarte, encargó a sus secretarios de área que elaboraran para ese día un informe con un análisis de la situación actual de su ámbito de actuación y propuestas de futuro.
Así, los responsables de Política Municipal y Estrategia Electoral tienen entre sus cometidos la elaboración de un mapa de actuación para las citas electorales más inmediatas. Vistos los resultados obtenidos por el PSPV en los últimos comicios municipales, los de 2007, no es difícil averiguar cuáles son sus principales objetivos.
En primer lugar, recuperarse del retroceso que supuso la pérdida del poder en importantes poblaciones del área metropolitana de Valencia, que hasta hace un par de años era conocida como el cinturón rojo. Paterna y Torrente son los Ayuntamientos clave que los socialistas controlaban hasta las elecciones del 27-M, pero pasaron a manos populares a partir de ese día.
Dado que aquel vuelco electoral es aún reciente y no está todavía arraigado entre la ciudadanía, el PSPV confía en recuperar el control de estos municipios en los comicios de 2011.
Caso aparte es el de la ciudad de Valencia. Desde la llegada de Rita Barberá a la alcaldía (en 1991, con la ayuda de Unió Valenciana), ningún candidato socialista ha logrado poner en peligro la hegemonía popular en el Ayuntamiento. La herencia de Ricard Pérez Casado la recogieron Clementina Ródenas, Aurelio Martínez, Ana Noguera, Rafael Rubio y Carmen Alborch con resultados muy alejados de las expectativas del PSPV.
A pesar de que, excepto en 1995, los socialistas valencianos se han movido entre cifras muy similares (hace 14 años sufrieron un importante retroceso en número de sufragios), poco ha cambiado el panorama en el cap i casal.
Sólo Rubio, en 2003, logró remontar más de 16.000 votos, superar la barrera del 30% (de la cual se habían alejado en las dos convocatorias anteriores) y acortar distancias con el PP, del que quedó a poco más de diez puntos (un gran avance respecto a la diferencia de 25 que se dio en 1995).
El PSPV de la ciudad de Valencia ha sido objeto de experimentos, bailes de candidatos y sesudos estudios incluso por parte de la dirección federal del PSOE, pero con escasos frutos.
En este tiempo, los socialistas valencianos han quedado al margen de la vida cotidiana en la capital del Turia. La afiliación se ha estancado, la sociedad civil no se identifica con los representantes del puño y la rosa, en los que no ve una alternativa real al Gobierno popular.
Con tantas miradas puestas desde todo el Partido Socialista en la ciudad de Valencia, cuesta creer que el problema sea sólo de caras. Falta identificación del potencial votante de centro-izquierda con el PSPV de la capital. De hecho, sería ingenuo no reconocer que cada año engorda el trasvase de simpatizantes socialistas que, a la hora de depositar su voto en la urna, lo hacen con la papeleta de Rita Barberá.
Con esta trayectoria, hay que ser realistas y el PSPV ha pasado, en pocos meses, de creer que habría vuelco electoral con Carmen Alborch a reconocer que esto no será una realidad hasta 2015 o, incluso, hasta 2019. En el mencionado estudio sobre las posibilidades electorales de los socialistas valencianos, los responsables del documento creen que hay que afrontar la recuperación de la ciudad de Valencia a largo plazo.
Y es que la hazaña lleva su tiempo: primero, apaciguar el partido y encontrar a un líder que consiga que los representantes de las distintas familias caminen en la misma dirección y aparquen las batallas internas.
En segundo lugar, volver a pisar la calle, retomar el contacto directo con los ciudadanos para, en tercer lugar, elaborar un programa electoral que responda a sus necesidades. Y, por último (el orden de los factores, como es tradición en el PSPV, se puede alterar), identificar al candidato que, por muy conocido que sea (véase el caso Alborch), no garantiza resultados inmediatos.
Esta teoría tira por tierra las primeras promesas de Jorge Alarte, que avanzó hace un año y medio cuando comenzó su campaña por la secretaría general del PSPV.
El también alcalde de Alaquàs garantizó que, en las elecciones autonómicas y municipales de 2011 recuperaría la Generalitat (con 1,5 millones de votos: el doble de lo conseguido en 2007), el Ayuntamiento de Valencia y las poblaciones del área metropolitana.
En este 2009 tendrá que reajustar sus objetivos a la realidad de la Comunidad Valenciana.
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