Acabamos de conocer el resultado del Eurobarómetro que determina la desafección de los ciudadanos de la mayor parte de los países europeos hacia la Unión Europea. Y razones no faltan: la crisis económica manifiesta la esclerosis de las estructuras; el referéndum de Irlanda ha paralizado las reformas. Y para más trabajo en contra de la Unión, los partidos emplean las listas europeas para satisfacer compromisos o enterrar elefantes.
Sin duda que en las listas del PSOE hay gente muy valiosa. Ramón Jáuregui es un lujo en ellas. La nieta de Rubial es mucho más que eso, que ya es mucho. Jáuregui quizá debiera estar en el Gobierno o en la ejecutiva del PSOE; como Francisco Fernández Marugan o Txiki Benegas.
Pero el talento y la experiencia produce urticaria en el presidente de Gobierno que quiere liquidar los últimos vestigios de sus orígenes y cualquier manifestación de talento que no sea inevitable.
Ahora, angustiado por las encuestas, ha tenido que transigir e introducir en el Gobierno a algunas personas importantes del partido, como Manuel Chaves o José Blanco. Veremos si digiere una presencia tan fundada.
En el caso de Emilio Menéndez del Valle el disparate de prescindir de él es enciclopédico: es probablemente el diputado socialista que mejor entiende la dinámica entre la Unión Europea y Latinoamérica.
Lo ha demostrado pasándose la mitad de su vida sobre el Atlántico. Ahora pasa a formar la estirpe de jubilación anticipada que ha instalado como norma el presidente de Gobierno para todo militante político comprometido con experiencia, antigüedad y talento. Crímenes de lesa patria que en el universo del Zapaterismo no tienen perdón.
Siguiendo los pasos de Migue Ángel Rodríguez, el asesor privado de Zapatero, en su condición de amigo del presidente, ya ha encontrado acomodo. Pero los talentos comprometidos y militantes, cuando pasan los cuarenta y cinco son conducidos al desolladero.
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