MADRID.- Eduardo Zaplana
era el prototipo de hombre triunfador. Tuvo todos los cargos públicos
dentro de un partido que se pudieran desear. Y después en la empresa
privada. Como le sucedió a Iñaki Urdangarin, le recomendaron para un buen puesto en Telefónica,
donde ha permanecido hasta que la compañía privada (igual que su
partido) le echó en cuanto se hizo efectiva su detención el martes
pasado. La jueza Isabel Rodríguez le envió a la carcel de Picassent
(Valencia) incomunicado y sin fianza acusado de blanquear 10,5 millones de euros procedente de comisiones ilegales.
Zaplana, el triunfador, el hombre que se hacía los trajes a medidas en
la sastrería de El Corte Inglés de la calle Serrano y compraba corbatas
Hermès, que solía pagar en efectivo en las tiendas gourmet del barrio de
Salamanca, el eterno caballero bronceado al que tomaban el pelo en el PP porque siempre iba impecable y le apodaron Don Limpio,
ya no tiene quien le baile el agua. Al menos públicamente.
Sus
amistades y conocidos a los que más de una vez llevó en el avión privado
que utilizaba cuando ejerció de cargo público o en verano navegando por
el Mediterráneo no quieren saber nada de él. Unos se sienten estafados y
otros se han alejado haciendo suyo el refrán de "cuando las barbas de
tu vecino veas arder, pon las tuyas a remojar", según constata www.vanitatis.elconfidencial.com.
Roma, París y las duras sesiones de quimio
Como aseguraba a
Vanitatis una amiga que lo defiende: "Ahora resulta que todos sabían que
Eduardo era un corrupto y un delincuente. ¿Y si eran conocedores de esa
situación, por qué aceptaban que les invitara a comer? ¿O se iban con
él de viaje a Roma o a París? ¿O le hacían la pelota y jugaban con él al
tenis, aunque no tuvieran ganas? Efectivamente Zaplana -antes de que le detectaran la leucemia-
solía hacer escapadas a estas dos ciudades.
Es un hombre muy sibarita
que no frecuentaba los restaurantes de moda, pero sí los locales de toda
la vida como la marisquería O Pazo o el desaparecido NiMu, en el hotel
Adler en la calle Velázquez. Gran deportista, acudía casi todos los días
al gimnasio Metropolitan, donde tenía su entrenador personal. Solo
faltaba cuando las sesiones de quimioterapia le dejaban fuera de juego.
Fue alcalde de Benidorm, presidente de la Generalitat Valenciana,
ministro de Trabajo, portavoz de su grupo en el Congreso. Se llevaba
bien con los periodistas y con el resto de su colegas de otros partidos.
Donde despertaba más envidias era entre los suyos, precisamente por ese
buen rollo que mantenía con la prensa. "El fuego amigo es el peor", decía refiriéndose a cargos del PP.
La paella de pollo y conejo para Julio (Iglesias)
Mantenía
un buen rollo con los profesionales que se dedicaban a la prensa del
corazoneo. Formaba parte de la lista de elegantes y respondía a los
cuestionarios ajenos a su dedicación laboral. Desde prestarse a dar una
receta de cocina a explicar como se hacia la paella, "que no hay que
confundir con los arroces". Decía: "Aquí, se hace de pollo y conejo. Esa es la genuina".
Conservaba
la tradición de muchas familias de la Comunidad Valenciana donde los
hombres cocinan la paella en las reuniones importantes o los domingos.
Tuvo incluso su nexo de unión con Ana Obregón en temas gastronómicos. Si la multifacética actriz le cocinaba a Spielberg, Zaplana lo hacía para Julio Iglesias.
Al menos esa era la leyenda de aquellos años cuando contrató al cantante en 1997 por seis millones de euros
para que paseara el nombre de la Comunidad Valenciana por el mundo. El
contrato incluía hablar de lo beneficioso que resultaba comer naranjas y
arroz. Este pago se gestionó a través del IVEX (Instituto Valenciano de
la Exportación) y cuando se investigó, el benefactor aseguró que la publicidad que había conseguido el cantante justificaba el dinero.
Muchos años después, Antonio Banderas
hizo lo mismo promocionando Málaga con un éxito tremendo y gratis
total. En esto radicaba la diferencia. Uno fue honesto y practicaba con
el ejemplo y el hoy encarcelado seguía la pauta de lo 'mío es mío y lo
tuyo también'.
Eduardo Zaplana ha pasado de ser el Campeón, como
le llamaba Julio Iglesias, a ser el apestado del PP. Quizá lo único
importante que le queda en su vida son sus hijos y su mujer.
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