Acaba
de anunciar Societat Civil Catalana, la entidad unionista creada para
combatir el independentismo, que a partir del próximo viernes cortarán
la entrada a los túneles de Vallvidrera hasta que acaben
las concentraciones de la Meridiana por la sentencia del 1-O,
que este viernes ha cumplido su 138ª noche de protesta. La acción tiene
todos los ingredientes para confirmar una vez más que el unionismo es
incapaz de construir un relato en positivo y siempre tiene que actuar a
la contra.
Lo hacía antes cuando la matriz más activa era Ciudadanos y
lo sigue haciendo ahora que la formación naranja camina irremisiblemente
hacia un ostracismo evidente y ocupa su sitio el PSC de Miquel Iceta.
En este caso, además, la explicación de hasta cuándo mantendrán
su acción no puede ser más de perogrullo: "Hasta que los trabajadores no
puedan volver tranquilamente a casa después de largas jornadas de
trabajo, los independentistas tampoco podrán ir a esquiar tranquilos los fines de semana".
Una cierta empanada mental sí que parecen tener los dirigentes de
Societat Civil Catalana ya que identificar a los usuarios que pueden
acabar resultando afectados por el corte de los túneles de Vallvidrera
como los independentistas y los que circulan por la Meridiana, no los
que viven allí, lo que ya sería muy osado, como los unionistas, es algo
que aún nadie se había atrevido a hacer.
Ahora resulta que el independentismo acaba teniendo que ver con la ruta por la que uno circula
y con el poder adquisitivo, con la segunda residencia en la
Cerdanya entiendo, y también con la afición al esquí. Respecto a esto
último, van tarde ya que en pocas semanas la temporada de invierno
tocará a su fin y más si continúan las altas temperaturas de los últimos
días, aunque se espera una tregua en este sentido y un cierto retorno a
un clima más frío.
Acostumbrado como estoy desde hace décadas a coger indistintamente
los túneles de Vallvidrera o la Diagonal -también la Meridiana- para ir a
La Seu d'Urgell y cruzarme con muchos conductores que van a pasar el fin de semana a Andorra
o bien en el caso de los túneles a la Cerdanya, me declaro incapaz de
saber durante el trayecto quiénes han cogido una u otra ruta para llegar
a destino.
Tampoco que unos sean más ricos que otros, más
independentistas que otros o más unionistas que otros. Y el poder
adquisitivo de los que tienen la Cerdanya como segunda residencia me
atrevería a decir que está mucho más equilibrado de lo que SCC puede
llegar a pensar, si acaso no está más decantado del lado unionista.
Pero quizás lo de los esquiadores indepes
es tan solo una manera de llamar la atención y de que Pedro Sánchez, al
que han pedido que les reciba, les acabe abriendo el Palacio de la
Moncloa.
Porque de política tienen mucho que decirle, parece, como por ejemplo
que no confunda el diálogo con el trato preferencial y, sobre todo, que
no tenga privilegios para los independentistas.
Todo, por la foto de la
mesa de diálogo de ambos gobiernos en la Moncloa del pasado lunes de
aquel que hasta hace un tiempo consideraban suyo mientras hoy andan
perdidos sobre qué es lo que realmente defiende.
(*) Periodista y director de El Nacional
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