La partida de los pactos se juega en dos tableros, por utilizar el símil del ajedrez. Alfredo Pérez Rubalcaba bromeaba
en ocasiones con la imagen de las pistas simultáneas de un circo. Las
dos metáforas valen. La situación se mueve entre el enrevesado tablero
europeo y la jaula de los leones de la ciudad Estado de Madrid.
Si hay pacto en Bruselas para financiar la reconstrucción
económica de los países más afectados por la pandemia, habrá pacto en
Madrid. Si hay pacto en Bruselas, habrá pactos en Catalunya y sobre
Catalunya, por imposible que esto hoy pueda parecer.
Si en los próximos
meses se llega a un acuerdo de estabilización de la Unión Europea que no
signifique la humillación y la ruina de tres países (Italia, España y
Portugal) que suman 117 millones de habitantes, la concertación política
y social se convertirá en el método de trabajo dominante en los niveles
inferiores.
Está en juego algo más que el futuro de la Unión. Está en
juego la seguridad europea, si tenemos en cuenta la cruda verdad
geopolítica del Mediterráneo. Se habla poco estos días de lo que puede
ocurrir en los próximos tiempos en los países del norte de África en un
contexto de grave recesión mundial.
A Alemania no sólo hay que pedirle, sino que también hay
que ayudarle a tomar decisiones estratégicas que no le supongan una
grave crisis interna. En esa dirección parece apuntar la propuesta
española de constituir un fondo de reconstrucción con diversos
mecanismos presupuestarios y financieros ya existentes en la Unión, que
no obligarían al Gobierno alemán a someter la “ayuda al sur” a un duro y
tenso debate en el Bundestag.
Las
posiciones se acercaron el pasado
lunes en una videoconferencia que mantuvieron Angela Merkel , Emmanuel
Macron , Pedro Sánchez , Giuseppe Conte y el primer ministro holandés
Mark Rutte . La reunión preparatoria del Consejo Europeo que hoy se
celebra en Bruselas no acabó mal, según informaba Jaume Masdeu ayer en La Vanguardia . Que nadie espere milagros.
Sánchez, por tanto, acudió ayer al Congreso con información
de primera mano sobre la coyuntura europea y movió pieza en el tablero
interior con la oferta de trasladar la política de concertación a las
autonomías y las grandes ciudades. El modelo es la Comunidad Valenciana,
donde Ximo Puig está liderando la crisis con notable autoridad.
Presión para el Partido Popular y oxígeno para Ciudadanos,
que ganaría capacidad de maniobra para salir de la foto de la plaza de
Colón (febrero del 2019) si el PP reaccionase agresivamente contra la
formación de Inés Arrimadas , como ya ha empezado a ocurrir en la
Comunidad de Madrid. Mensaje a Esquerra Republicana. Tranquilidad para
el Partido Nacionalista Vasco y un cierto acotamiento de Unidas
Podemos, formación con la que Sánchez no piensa romper.
¿Una maniobra para hacer caer
los gobiernos de Madrid y
Andalucía? Sería precipitado afirmar eso. El movimiento de Sánchez
busca, más bien, romper la pinza a la que le están sometiendo los grupos
dirigentes de la ciudad Estado de Madrid y el pujolismo torrefacto de
Junts per Catalunya, que sueña con llevar las contradicciones españolas
al límite, para ahogar a ERC y poder encabezar la negociación un minuto
antes del desastre definitivo. (Pujolismo torrefacto: la agresividad de
Jordi Pujol en los momentos difíciles, sin la fina inteligencia política
de Pujol).
Un movimiento inteligente después del incomprensible error de la portavoz María Jesús Montero con el asunto de la salida de los niños a la calle.
(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia
No hay comentarios:
Publicar un comentario