Los años 20 fueron en Estados Unidos de crecimiento económico y aumento de la productividad.
Lo más significativo es que las ganancias de la productividad fueron a parar al beneficio empresarial (dividendos). El desplome del precio de las acciones fue extraordinariamente intenso, alcanzando tintes dramáticos. Gran número de inversionistas vieron cómo su dinero, en muchos casos tomado a crédito, se volatilizaba en cuestión de días.
El 'crash' bursátil motivó una reacción en cadena en el sistema financiero, con numerosos bancos que empezaron a tener problemas de solvencia y de liquidez al acentuarse la desconfianza en su capacidad de rembolsar a los depositantes.
Se presentaban casos tales como: La Empresa A es dueña de B, la que a su vez es dueña de C, que le presta a A, concluyendo en una maraña de operaciones financieras sin control.
A diferencia de otras crisis anteriores, las medidas económicas tomadas por el Gobierno republicano de Herbert Hoover agrandaron notoriamente la depresión e impidieron la recuperación de la economía. Se estableció el control de numerosos precios con un intervencionismo particularmente agresivo en el sector agrícola.
Una medida de enormes consecuencias negativas fue el establecimiento del arancel Smoot-Hawley en 1930, que condujo a una carrera mundial hacia el proteccionismo y el nacionalismo económico.
El resultado es el declive del comercio internacional. Las importaciones estadounidenses descendieron de 4.400 millones de dólares en 1929 a 1.500 en 1932, mientras que las exportaciones cayeron de 5.400 millones de dólares en 1929 a 2.100 en 1932. El comercio mundial y el PIB de los Estados Unidos se redujeron a un 66 y un 68%, respectivamente, entre 1929 y 1934.
El control de precios lleva a la reducción del beneficio empresarial, ya de por sí muy bajo en momentos de deflación. Esto produce la quiebra de muchos negocios y aumenta el desempleo. Lo extraño de una situación de depresión es que existen bienes y capacidad productiva, pero nadie tiene capacidad económica para adquirir esos bienes.
También se ha explicado por los desórdenes en el plano monetario. La contracción del dinero en circulación, causada sobre todo por las quiebras bancarias, condujo a auténticos pánicos financieros.
Al mismo tiempo, la mayoría de las naciones abandonaron la fijación de sus monedas en relación al oro, sellando el final del sistema monetario que se dio a llamar 'patrón oro' durante la Belle Epoque, y que había quedado herido de muerte tras el final de la Primera Guerra Mundial.
Las consecuencias fueron una década de deterioro del nivel de vida, de enormes cifras de desempleo, de trabajadores vagabundos deambulando de un estado a otro de la Unión huyendo de la miseria y en pos de la supervivencia.
El paquete de medidas económicas y sociales de la Administración de Franklin Delano Roosevelt, conocido como el New Deal, a menudo considerado como la salvación de la Gran Depresión, tampoco reactivó la economía, que volvió a entrar en una profunda crisis en 1937, aunque gozara de una gran popularidad.
En realidad, estas medidas, tuvieron un signo similar a las de Hoover (grandes obras públicas, controles de precios, alta regulación, políticas de rentas), aunque con una mayor preocupación por los sectores más desfavorecidos.
Sin embargo, en sus primeros 100 días de gobierno, en lugar de eliminar las barreras erigidas por su antecesor, el presidente Roosevelt creó otras nuevas. En este sentido, el New Deal fue en realidad una extrapolación y una exacerbación de las medidas que empezaron con Hoover. Los dos objetivos principales de la nueva planificación eran los siguientes:
- Reactivación de la economía por vía del consumo y la inversión. Dado que no hay suficiente dinero en manos de los consumidores, se incrementa el esfuerzo fiscal del Estado. Se aumenta el gasto para reactivar la producción.
- Establecimiento de controles bancarios más estrictos para evitar que se pudiera provocar otro crack bursátil en el futuro.
Las medidas de política monetaria New Deal fueron:
- Autorización a la Reserva Federal para que concediera créditos por un volumen superior al de esos momentos. El incremento de la cantidad de dinero reduce los tipos de interés, facilita el pago de las deudas y reactiva el consumo.
- Abandono del patrón oro para favorecer la exportación. Se acaba con la convertibilidad de los dólares en oro para los ciudadanos americanos: sólo los gobiernos y bancos mundiales podrán cambiar los billetes por oro. Se prohíbe a los americanos poseer oro, y el Congreso otorga al poder federal autoridad para fijar el precio del oro y confiscar las existencias de ese metal en poder de los ciudadanos.
- El dólar fue devaluado un 40%, y Roosevelt sabotea la Conferencia Económica de Londres de 1933, que tenía por objetivo acabar con los aranceles y restaurar el patrón oro. Sin embargo, al año siguiente, 1934, los Estados Unidos readoptan el patrón oro: a 35 dólares por onza en lugar de a 20.
- Se emite papel moneda (3.000 millones de dólares), con sus consiguientes devaluaciones monetarias. El primer año del New Deal supuso un gasto de 10.000 millones, en tanto que los ingresos del gobierno fueron de 3.000 millones. Para cubrir el enorme déficit, el incremento de los impuestos resultó insuficiente. Entre 1933 y 1936 los gastos del gobierno se incrementaron más de un 83%.
Las disposiciones principales del New Deal fueron las siguientes:
Agricultural Adjustment Act (AAA) o Ley de Ajuste de la Agricultura (12 de mayo de 1933): La AAA estableció un nuevo impuesto a la actividad agrícola y entre otras cosas previó que el gobierno pagara a los granjeros para que quemaran sus cosechas y eliminaran el ganado que no podían vender.
Al igual que la PAC, el gobierno llegó a pagar a los agricultores para que no trabajaran, con la idea de que no aumentara la oferta de productos agrícolas para que los precios empezaran a subir. Millones de dólares se emplearon en subvencionar la producción de trigo y algodón mientras que nuevos aranceles impedían la venta de estos productos. Los programas agrícolas del New Deal enriquecieron a los grandes agricultores, terratenientes y especuladores.
Por el contrario, la AAA hizo poco por los pequeños finqueros, sobrecargó de impuestos a los contribuyentes, obligó a los consumidores a pagar más por los alimentos, y agravó las relaciones comerciales con otros países donde se pretendía descargar los superávit agrícolas, dando lugar a una verdadera guerra arancelaria.
Tennessee Valley Authority (TVA) o Autoridad del Valle del Tennessee (18 de mayo de 1933): Con el establecimiento del monopolio de la Autoridad del Valle de Tennessee se sacó del mercado a las empresas privadas de servicios públicos y las libró de aproximadamente 130 leyes e impuestos. Entre sus principales objetivos se enunciaban: mejora de la navegación y control de inundaciones; repoblación forestal y uso adecuado de los terrenos del valle; desarrollo agrícola e industrial del valle y, de un modo subsidiario, siempre que fuese compatible con estos objetivos, la producción y venta de energía eléctrica.
En este último objetivo «subsidiario» se centraron todos los esfuerzos. Sin embargo, las grandes presas, canales y embalses proyectados tardaron años en ser finalizadas. Los esfuerzos para evitar la corrupción significaron atrasos substanciales, como sucedió bajo el mandato del secretario del Interior de Franklin Delano Roosevelt, Harold Ickes.
National Industrial Recovery Act (NIRA) o Ley de Recuperación Industrial Nacional (16 de Junio de 1933): La mayoría de las industrias manufactureras fueron obligadas a formar cárteles dirigidos por el gobierno, y la economía americana fue tomando un sesgo nacional-corporativista. Se dictaron más de 500 Códigos NIRA, que establecían desde los precios hasta la forma de vender. Afectaban a más de 2 millones de empleadores y 22 millones de empleados, y regulaban todos los aspectos de la producción, tanto industrial como artesanal.
Toda esta serie de nuevos trámites burocráticos y reglamentaciones arbitrarias incrementaron el costo de dedicarse al comercio en un 40% (lo cual no era precisamente lo que necesitaba una economía en depresión). Se acortaron las jornadas de trabajo con la intención de emplear a más personas, se elevaron los salarios y se impusieron nuevos costos a los empresarios, con el resultado que a los 6 meses de dictarse la ley la producción industrial había caído un 25%.
Civil Works Administration (CWA) o Cuerpo Civil de Conservación (1935): Con objeto de acabar con el desempleo, se contrató a toda clase de trabajadores para realizar tareas como ofrecer espectáculos públicos, organizar archivos, etc. Si bien su labor en actividades como la limpieza de bosques o la reparación de carreteras fue extraordinaria, la CWA no sirvió para reintegrar a los trabajadores en el sector privado ni para estimular la economía.
Harry Hopkins, el director de la CWA, declaró públicamente: «Hemos creado cuatro millones de empleos, pero, por el amor de Dios, no me preguntéis a qué se dedican». Debido a ello, se la sustituyó por otra agencia gubernamental, la Administración para el Progreso del Empleo (WPA), que empleaba sólo el 59% de sus asignaciones en los beneficiarios proyectados, ya que el resto eran costos fijos, sobre todo administrativos. La WPA no desapareció del todo hasta julio de 1943.
El Tribunal Supremo declaró inconstitucional a la NIRA en 1935 y a la AAA en 1936, con lo que se ganó la enemistad de Franklin Delano Roosevelt, si bien libró a la economía de estos pesados lastres. El desempleo cayó al 18% en 1935, al 14% en 1936 y al 12% en el 37. Pero en 1938 se situó de nuevo en el 20% y la economía se colapsó de nuevo. La bolsa cayó un 50% entre agosto de 1937 y marzo de 1938.
No sería hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial y el gran incremento de demanda de productos de todo tipo que generó que los Estados Unidos comenzaran a remontar la crisis.
No existe consenso al respecto, pero el New Deal, unido al nacionalismo económico imperante en la escena internacional, fue una de las causas determinantes que provocaron la persistencia de la Depresión a lo largo de toda la década de los 30. Las consecuencias de la gran crisis económica no quedaron circunscritas a los EE.UU.
La dependencia financiera de una Europa que aún no había curado del todo las heridas causadas por la primera guerra mundial, y el efecto que la quiebra del sistema financiero internacional motivó en el conjunto de las economías occidentales llevó a los países europeos a una situación similar.
Sin embargo, ninguno de ellos sufrió nada comparable a lo que sucedió en la Alemania de entreguerras. Una serie de factores condujeron a un crecimiento desbocado de la inflación, que dio al traste con los esfuerzos de los políticos de la República de Weimar por sacar adelante al país tras la derrota sufrida en la Guerra.
Es conocida la anécdota de las amas de casa de Berlín, que iban a comprar el pan cada mañana provistas de su carrito repleto de billetes de cientos de miles de marcos.
Cuando, tras una reforma monetaria, la economía alemana pareció empezar a recuperarse, la situación volvió a empeorar drásticamente por la evolución de la coyuntura internacional en 1929. La retirada de los inversores internacionales condujo al pánico financiero y a la adopción de medidas draconianas por parte del canciller Heinrich Brüning.
El efecto de las mismas, en particular la reducción por decreto de todos los salarios, fue el opuesto al deseado, provocando niveles históricos de desempleo y un descontento generalizado con la acción del Gobierno. Una vez más, la reducción de los salarios destruye el consumo, y esto acaba con las empresas que, dejando de pagar a sus empleados completan el círculo vicioso de la depresión.
Fue esta desastrosa situación la que favorecería el ascenso de los políticos y las ideologías extremistas, creándose así el caldo de cultivo necesario para que Adolf Hitler obtuviera mayoría relativa en las elecciones de 1932 y presidiera desde enero de 1933 un gobierno de coalición totalitaria.
En los albores del ingreso de los Estados Unidos en la Segunda Guerra, doce años después del fatídico 24 de octubre de 1929, el gasto federal equivalía al 10% del PIB de los Estados Unidos.
De una fuerza laboral de 56 millones de trabajadores, el gobierno federal empleaba a cerca de 1,3 millones, el 2'2% en trabajos civiles y militares regulares y a otros 3,3 millones (5'9%) en programas de emergencia de alivio laboral.
Otros 10 millones, que representaban el 17% de la población activa, estaban en el paro. En dos legislaturas e incontables intervenciones, Roosevelt había incumplido todas sus promesas electorales y demostrado ser tan incapaz como Hoover para poner fin a la crisis. La deuda nacional había crecido a casi 40 mil millones de dólares.
Las medidas restrictivas que toda la administración Roosevelt realizó sobre el comercio, la propiedad y la libre empresa provocaron que el capital necesario para reactivar la economía fuera gravado con impuestos y forzado a pasar a la economía sumergida.
Cuando los Estados Unidos entraron en la Segunda Guerra Mundial, en 1941, Roosevelt intentó cambiar su agenda anti-negocios con el resultado de que gran parte de esos capitales se canalizaron a través de la industria bélica en lugar de destinarse a la producción de bienes de consumo.
Desde 1940 la 2ª guerra mundial ya producía un gran demanda de los productos norteamericanos. En un principio, Estados Unidos sólo iba a intervenir en la guerra como proveedor de productos de guerra a los países aliados (especialmente Gran Bretaña y Francia). Esto hizo que el paro se redujera porque se revitalizó la industria.
Dado que Estados Unidos no había sido atacado no podía intervenir de manera activa en la guerra pero con el ataque japonés a la base de Pearl Harbor entra de lleno en todos los frentes.
En tiempos de guerra, al presidente Roosevelt se le conceden poderes extraordinarios. Esto le dio poder para organizar un nuevo aparato administrativo y movilizar a la comunidad científica para la guerra. Se fue construyendo lo que va a ser la economía de la post-guerra. El congreso, por su parte, cancela muchos aspectos del New Deal.
En 1945, ya habían sido movilizados más de 12.000.000 hombres y mujeres. Ello implicaba transportarlos, alimentarlos y equiparlos con el consiguiente gasto público que ello supone. La actividad industrial se incrementa más de un 30% hasta que los niveles de paro llegaron a cotas insignificantes. Entran en el mercado laboral las mujeres, los jóvenes e incluso personas mayores, para paliar la ausencia de los hombres en edad militar.
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, los países occidentales trataron de enmendar los errores económicos de los años 30, sentando las bases de un nuevo Sistema Monetario internacional, y abriendo progresivamente, de nuevo, sus economías al comercio.
Desde entonces, una de las principales motivaciones de los responsables de política económica de los Gobiernos, así como de las organizaciones económicas internacionales como el FMI, la OCDE, el GATT y la OMC, ha sido la de tratar de evitar que se repitan tragedias como las que se produjeron en la Gran Depresión.
Estados Unidos, por su parte, habiendo aprendido la lección, pone en marcha el Plan Marshall para revitalizar la economía europea y crear con ello un buen mercado en el que colocar sus excesos productivos. Y todo fue así
Como apuntó Keynes, la idea de que el gasto gubernamental y el déficit presupuestario podían mejorar la marcha de la economía se impuso en las mentes políticas de todo el mundo. Es el comienzo de las políticas fiscales.
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