CASTELLÓN.- El secretario general del PSPV, Jorge Alarte, dinamitó el sábado el acuerdo para solventar con el mayor respaldo el primer congreso provincial del partido, celebrado en Valencia. El sector "crítico" con el líder de los socialistas valencianos, que representa a casi la mitad de la formación en la Comunidad, se está replanteando el escenario que en un principio también se había pactado en el próximo cónclave, el de Castellón.
Aunque la entente formada por los lermistas, la Federación de Servicios Públicos de UGT (FSP) y Francesc Romeu intentará dar una lección de consenso, es consciente de su mayoría en esa provincia y de que las ganas de hacer un esfuerzo se diluyen conforme pasan las horas.
El espectáculo ofrecido el sábado supone un duro golpe al "talante" propugnado por José Luis Rodríguez Zapatero en el PSOE. A pesar de la renovación de caras tras el congreso nacional del último fin de semana de septiembre, la dirección de los socialistas valencianos ha demostrado que el cambio en las formas internas aún queda lejos.
Teniendo en cuenta que todavía quedan dos citas importantes para el PSPV los dos próximos sábados, las provinciales de Castellón y Alicante, la cuerda que Alarte ha ido tensando podría romperse más pronto que tarde.
En principio, y de manera oficial, el sector agrupado en torno al alcalde de Morella, Ximo Puig, apuesta por "no repetir el error" del congreso provincial de Valencia y seguir "abiertos al diálogo" que ya ha iniciado el primer edil de Benicasim y candidato a líder provincial en Castellón, Francesc Colomer.
Una postura que honra a quienes han sido excluidos de la ejecutiva valenciana y tendrían la posibilidad, ahora, de configurar una dirección castellonense a su gusto.
No obstante, a los lermistas no se les escapa el hecho de que, si las cosas se ponen feas, tienen la mayoría de la provincia al alcance de su mano. De manera "no oficial", los distintos dirigentes consultados se echan las manos a la cabeza sobre lo ocurrido el sábado y se preguntan qué tipo de partido pretende construir Jorge Alarte, cimentado a base de enfrentamientos y de mayorías muy frágiles.
Esa debilidad marca a la ejecutiva provincial elegida el sábado. A pesar de que la alcaldesa de Quart, Carmen Martínez, logró un imprevisible (para su entorno) 92%, la dirección cosechó el 61,60%.
No es un porcentaje muy alejado del apoyo que obtuvo el equipo de Alarte en el congreso de país, pero son las cifras absolutas las que dan la clave: sólo 220 delegados, de un total de 441 convocados al congreso, respaldó la lista de Martínez. Menos de la mitad.
Por eso, Alarte se enfrenta en Castellón a un proceso que le puede dar la vuelta al marcador. A pesar de todo, es voluntad de Puig y los suyos mantener la conciliación demostrada en el congreso de Valencia al aceptar todas las condiciones del secretario general.
Esta actitud contrasta con la demostrada por algunos miembros de la ejecutiva del PSPV. Para justificar la ruptura del acuerdo, arguyen que eran Puig y Romeu quienes acudieron al congreso con la predisposición de no pactar.
Aunque la entente formada por los lermistas, la Federación de Servicios Públicos de UGT (FSP) y Francesc Romeu intentará dar una lección de consenso, es consciente de su mayoría en esa provincia y de que las ganas de hacer un esfuerzo se diluyen conforme pasan las horas.
El espectáculo ofrecido el sábado supone un duro golpe al "talante" propugnado por José Luis Rodríguez Zapatero en el PSOE. A pesar de la renovación de caras tras el congreso nacional del último fin de semana de septiembre, la dirección de los socialistas valencianos ha demostrado que el cambio en las formas internas aún queda lejos.
Teniendo en cuenta que todavía quedan dos citas importantes para el PSPV los dos próximos sábados, las provinciales de Castellón y Alicante, la cuerda que Alarte ha ido tensando podría romperse más pronto que tarde.
En principio, y de manera oficial, el sector agrupado en torno al alcalde de Morella, Ximo Puig, apuesta por "no repetir el error" del congreso provincial de Valencia y seguir "abiertos al diálogo" que ya ha iniciado el primer edil de Benicasim y candidato a líder provincial en Castellón, Francesc Colomer.
Una postura que honra a quienes han sido excluidos de la ejecutiva valenciana y tendrían la posibilidad, ahora, de configurar una dirección castellonense a su gusto.
No obstante, a los lermistas no se les escapa el hecho de que, si las cosas se ponen feas, tienen la mayoría de la provincia al alcance de su mano. De manera "no oficial", los distintos dirigentes consultados se echan las manos a la cabeza sobre lo ocurrido el sábado y se preguntan qué tipo de partido pretende construir Jorge Alarte, cimentado a base de enfrentamientos y de mayorías muy frágiles.
Esa debilidad marca a la ejecutiva provincial elegida el sábado. A pesar de que la alcaldesa de Quart, Carmen Martínez, logró un imprevisible (para su entorno) 92%, la dirección cosechó el 61,60%.
No es un porcentaje muy alejado del apoyo que obtuvo el equipo de Alarte en el congreso de país, pero son las cifras absolutas las que dan la clave: sólo 220 delegados, de un total de 441 convocados al congreso, respaldó la lista de Martínez. Menos de la mitad.
Por eso, Alarte se enfrenta en Castellón a un proceso que le puede dar la vuelta al marcador. A pesar de todo, es voluntad de Puig y los suyos mantener la conciliación demostrada en el congreso de Valencia al aceptar todas las condiciones del secretario general.
Esta actitud contrasta con la demostrada por algunos miembros de la ejecutiva del PSPV. Para justificar la ruptura del acuerdo, arguyen que eran Puig y Romeu quienes acudieron al congreso con la predisposición de no pactar.
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