SHARM- EL- SHEIJ .- Los equipos de rescate que buscan los cuerpos de dos turistas valencianos cuyo barco se hundió el jueves cerca de las costas de Egipto continuaban este viernes sus labores, en medio de un gran hermetismo, informaron fuentes policiales.
Las fuentes de la Policía de Sharm el Sheij, situada en el sur de la península del Sinaí y a orillas del mar Rojo, dijeron que en las labores participa el barco 'Timsah', que forma parte de la base de la Marina con asiento en esta ciudad.
Las fuentes no quisieron dar más detalles sobre estas labores. Se desconoce cuántas personas participan en el operativo y por cuántos días se podrá prolongar en caso de que sigan sin aparecer los cuerpos de los dos españoles.
Las operaciones intentan dar con el paradero de Israel Pérez y María Lourdes González, ambos de 33 años, que ayer fueron dados por desaparecidos al hundirse el barco en el que viajaban participando en una excursión de submarinismo.
En la misma nave se encontraban varios españoles y egipcios más que lograron salvarse antes de que el barco se hundiera aparentemente llevando en su interior a las dos personas que han sido dadas por desaparecidas, según dijeron algunos de los supervivientes.
En el barco viajaban doce turistas y una guía, todos ellos de nacionalidad española, y entre ocho y diez egipcios más, según los supervivientes españoles, que agregaron que sólo cinco de los egipcios se presentaron ante la policía al llegar a la costa.
Los primeros datos dados a conocer por algunos de los miembros del grupo de turistas indican que los restos del barco se encuentran a una profundidad de entre 100 y 500 metros, aunque ello no ha sido confirmado oficialmente.
Fuentes de otro grupo de buceadores que inspeccionó anoche la zona dijeron, sin embargo, que la nave que sufrió el percance puede estar a una profundidad que llega incluso hasta los 1.500 metros, lo que podría complicar las labores de localización de los dos cuerpos.
Los doce españoles supervivientes se encuentran en un hotel de esta ciudad, a la espera que esta medianoche viajen hacia El Cairo con documentos provisionales, porque al naufragar el barco perdieron casi todas sus pertenencias.
Premonición
A las cinco de la mañana del miércoles, Israel Pérez y Maria Lourdes González, de 33 años, se hundieron en las aguas egipcias del mar Rojo con el barco en el que viajaban junto a otros 12 españoles, en una excursión de buceo.
"No vamos a salir de aquí, lo veo muy negro", dijo Israel a Luis Miró cuando el agua comenzó entrar a presión dentro del barco, que se encontraba ya totalmente escorado y semihundido.
Las luces se habían apagado, y entonces Luis encendió una linterna y, enfocando a las dos ventanas por donde cada vez entraba más agua, le dijo a Israel "¡Por aquí!", y se impulsó para salir por los vanos, ya totalmente hundida la embarcación. Después, un último esfuerzo para no quedarse atascado y nadar hasta la superficie.
"No sé qué pasó después, no sé si Israel pensó en María", que se había quedado en el camarote, dijo Luis. "Pero no salió, se quedaron en el barco", agregó al recordar con pesar la escena. Israel se quedó en la sala que Luis Miró acababa de abandonar, y Maria Lourdes en su camarote, donde momentos antes Israel le había dicho que esperara, que se quedara tranquila, que iba a ver lo que pasaba.
Instantes después, el 'Coral Princess', de 28 metros de eslora y casco de acero, se hundía en el mar Rojo, a cinco kilómetros de la costa de la ciudad turística egipcia de Sharm el Sheij.
Oficialmente, esta pareja de 33 años está dada por desaparecida y sus cuerpos aún no han sido hallados. Luis fue el último que salió del barco, y justo antes que él lo habían hecho Alberto Alcalá y su hija Sara, de 18 años.
"Nos salvamos por unos segundos", asegura Alberto Alcalá mirando a su hija, que apenas puede contener las lágrimas, al igual que el resto de supervivientes, que se emocionan rememorando las escenas. En total, el grupo estaba formado por 12 valencianos de Jávea, un bilbaíno residente en Madrid y dos catalanes.
"Son unos incompetentes hijos de puta", sentencia Alberto, refiriéndose al capitán y a la tripulación del barco. "Se han ahogado dos, pero podríamos haber sido todos", añade.
'Igual que en la película Titanic'
"¿Has visto Titanic?", pregunta Gorka Rotaeche, con gestos cargados de tensión. "Fue igual", agrega.
"El barco se escoró y comenzó a hundirse, después se levantó la proa y luego se hundió de repente", cuanta acompañando sus palabras con los gestos explicativos y nerviosos de sus manos. En el agua, se subieron a la zodiac que ellos mismos habían bajado, ya que, como aseguran, los marineros del barco estaban bloqueados por el pánico y no fueron capaces de hacer nada.
"El capitán fue el primero que saltó al agua, no nos dio la alerta cuando el barco empezó a hundirse ni dio la señal de emergencia a los guardacostas", aseguran.
Todos están de acuerdo en que Antonio García y Jorge Sánchez, los más experimentado buceadores del grupo, fueron quienes tomaron la iniciativa. "Todo ha sido gracias a que el buceo te ayuda a controlar, a estar tranquilo en las situaciones de peligro", dice Gorka.
Antonio y Jorge cuentan que los problemas empezaron el mismo día que comenzó la excursión, la madrugada del domingo 15, cuando embarcaron. Desde el principio se dieron cuenta de que el capitán no tenía soltura y de que el barco estaba un poco escorado.
Se quejaron, dice Antonio García, "pero el capitán aseguró que era porque tenían un tanque de agua lleno y otro vacío". Así pasaron los tres primeros días.
La noche del miércoles al jueves, con el barco más escorado, volvieron a puerto para arreglar un generador y proveerse de 'nitrox', oxígeno con el que muchos de ellos bucean.
Para Israel y Maria Lourdes serían las últimas horas en tierra. A a las cuatro de la mañana el barco se puso en marcha, y a las cuatro y media comenzaron a salir a la borda los primeros pasajeros cuando el agua empezó a entrar por el lavabo del baño de su camarote.
"Avisé a los marineros de que entraba agua, pero no hicieron nada, pensaba que no era grave", asegura uno de ellos, que responde a las iniciales de J.S. y que prefiere no revelar su identidad. Después todo ocurrió muy rápido.
Unos despertaron a otros, algunos, como Luis Miró, abrieron los ojos cuando el agua le llegaba al colchón y otros como Alberto Alcalá se sobresaltaron por el ruido de los cubiertos y los cacharros al caerse.
Nadie sabía muy bien lo que ocurría pero iban saliendo a la borda y tirándose al agua, sin chalecos salvavidas, porque no había.
Entre vómitos, frío y miedo
Una vez en el agua y hundido el barco, lograron subirse al bote salvavidas como pudieron, entre vómitos, frío y miedo, y junto a los marineros y al capitán del barco. Todavía pasaría un largo rato hasta que una zodiac de rescate los encontrara y, junto a otro barco de buceo que vino en su ayuda, fueran transportados hasta la costa.
De ellos, uno de los pasajeros, S.A., tenía hipotermia, y el resto apenas llevaba ropa. Uno, incluso, iba desnudo.
Vestidos con camisetas de turista y de los equipos de salvamento que lograron gracias a la ayuda de la embajada española, con las caras desencajadas, recuerdan sentados en una mesa del hotel donde pasarán la noche las escenas del hundimiento.
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