El Ibex va de mal en peor, El Mundo habla de cabreo entre el
Rey y Rajoy, Carmena sigue sin cesar a la responsable del escándalo de
los titiriteros, el PP se sigue desangrando y cada día salen a relucir
más voces que reclaman que Rajoy se vaya, Sánchez se pasa por el forro sus criterios contra las puertas giratorias cuando le toca a Trinidad
Jiménez, que ya tiene despacho en Telefónica y el mismo Sánchez presenta
un documento-propuesta-programa de Gobierno para dejar contento a
todos, lo cual a veces es la antesala de terminar por no agradar a
ninguno. Veremos.
La propuesta del PSOE no le ha sido enviada a los grupos
independentistas ni al PP, hecho este que evidencia hasta qué punto
desprecia el líder socialista a los populares. Pero además es un
cachetazo incompatible con desear su abstención para poder gobernar con
Ciudadanos. Solo cabe deducir dos cosas entonces del comportamiento de
Pedro Sánchez: o es muy torpe o tiene ya decidido que gobernará con
Podemos.
El documento de Sánchez ha sido lógicamente aplaudido por Ciudadanos y
por Podemos, porque es una síntesis perfecta de la política no ya
socialista, sino española. Decir muchas cosas, emplear muchas palabras
huecas interpretables en diferentes direcciones, plantear desiderátum a
los que nadie puede negarse e incluir sandeces que le sitúan en un punto
muy aparentemente progre que contenta a la izquierda caviar a la
izquierda decimonónica que va de moderna. Como por ejemplo esa patochada
de que la Constitución dejó en blanco el modelo territorial, escrita
con la intención última de soslayar un asunto que debiera ser esencial
en cualquier pacto: el serio problema catalán.
Puede discreparse del modelo, es más que legítimo querer modificarlo
de modo sustancial, pero decir que la Constitución dejó en blanco el
modelo territorial solo puede revelar dos características, y ambas son
incompatibles con gobernar un país: o una ignorancia supina sobre la
Constitución o una maldad manipuladora insuperable. Y, por supuesto,
contando con que el resto del personal somos o perfectamente imbéciles o
tan iletrados como ellos. Y no. No es así. La Constitución, en el
Título Preliminar y en el VIII, y en decenas de artículos con sus
correspondientes puntos y apartados desarrolla un modelo que fue
aprobado en su día por la mayoría de los españoles, incluidos los
catalanes.
Llegados a este punto, siendo evidente que sólo un milagro puede
llevar al PP a abstenerse en segunda votación para posibilitar que
Sánchez gobierne con Ciudadanos, todo queda en manos no de Sánchez, sino
de Pablo Iglesias. Si el líder de Podemos y su esmoquin de los Goya
quieren, Pedro Sánchez será presidente del Gobierno. De lo contrario,
iremos a nuevas elecciones. No hay otra. No le den más vueltas a la
noria.
Y por lo tanto, la cosa depende sustancialmente de hasta qué punto
está dispuesto Sánchez a arrodillarse ante Iglesias, es decir, de cuanto
poder va a concederle, cuantos ministerios y de qué fuste. Todo lo
demás son zarandajas. Quedan semanas de reuniones, documentos,
titulares, dimes y diretes. Pero las únicas reuniones importantes serán
las que celebran Sánchez e Iglesias. Las públicas y las secretas. Ahí es
donde se ventila el asunto. Y todo apunta a que Sánchez dirá que sí,
porque como me dijo un joven veterano socialista la semana pasado,
Sánchez está decidido a ser ex presidente de Gobierno a toda costa. Solo
nos queda por ver cuánto cede ante el líder de Podemos, que es quien
mejor está jugando esta partida, porque aunque digan lo contrario, en
Podemos no quieren elecciones ni por el forro.
http://www.republica.com/en-el-anden/2016/02/09/todo-esta-en-manos-de-iglesias/
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