Desayuno en el barrio de Salamanca, cerca de la Puerta de Alcalá, con
un dirigente popular antes de que se desplace al Congreso de los
Diputados. Diálogo sincero. Se muestra no se si más triste o preocupado:
“esto es el no va más. Como bien ha escrito en tu República el sabueso
Marcello, ayer se produjo el motín de los sargentos. A Marcello no se le
escapa una. Pero es que la situación es ya insoportable. Y a Maroto y
Casado no les importó hablar en el mismo acto en la agencia Efe en el
que Rajoy se dio por satisfecho con las explicaciones de broma de Rita
Barberá, que está desbordada, pero Rita puede acabar por ser la tumba de
Rajoy si no se hacen las cosas bien, y si Rajoy quiere suicidarse allá
el, pero todo tiene un límite”.
Casi nadie entiende a Rajoy en el PP, “y los que le entienden son
quienes comparten con el la responsabilidad política de al menos haber
sido ineficientes en detectar a los corruptos y liquidarles del partido
inmediatamente. Claro que rige la presunción de inocencia, pero hay
casos en los que los indicios de culpabilidad son insoportables en
términos políticos”.
Le pregunto si hay miedo a que Rita hable y tire de la manta, y por
eso tanta protección. Responde al instante: “Yo creo que no, desde luego
yo no lo tengo, y cada día hablo con compañeros que tampoco lo tienen,
porque la mayoría en el PP estamos limpios, pero empezamos a pensar que
sí, que en nuestro partido algunos de los veteranos tienen miedo de
algo, porque si no es incomprensible. Vale que Rajoy es el rey de agotar
los tiempos sin hacer nada, pero lo de Valencia era evidente”.
Cree que era innecesario “vivir el bochorno de ayer, leer esas
conversaciones obscenas entre personas que formaban el cinturón de
hierro de Rita. Son conversaciones de película de la mafia. A Rita ayer
solo la hubiera salvado censurar severamente el comportamiento de su
gente, de sus amigos a los que colocó en puestos clave. Tiene todo el
derecho a defenderse en los Tribunales, pero no tienen derecho alguno a
enfangar a todo el partido en la porquería que la rodea a ella, solo a
ella. Pero sus palabras, defensa débil, echando balones fuera, manchando
sibilinamente hasta a Génova, son inaceptables. Como lo es que Mariano
diga que queda satisfecho. No, no estamos satisfechos, lo estará él,
pero la mayoría no. Pero Mariano lo acepta y acepta mantenerle el
aforamiento. Y que por la tarde estuviera en el Senado, aunque no
saliera en la foto, es un bochorno. Tenemos un problema más que serio, y
o Mariano actúa rápido o se acerca al límite en el que algunos vamos a
reventar”.
Intuyo que Rajoy actúa ya manejando claves personales de cara a unas
nuevas elecciones, que da por hecho que no va a formar Gobierno. “Pues
no lo se, él lo sabrá, pero ese esfuerzo suyo por trasladar imagen de
unidad es baldío. Hay unidad, no hay nadie que quiera dar el paso, pero
si la deriva no se detiene alguien tendrá que hacerlo, y lo hará. Por
encima de los intereses de Mariano y sus más próximos están los
intereses del partido, y los de los ciudadanos, militantes o no. Porque
al margen de lo que terminen diciendo los Tribunales, lo que se sabe ya
de Valencia es sencillamente intolerable, intolerable, una vergüenza
absoluta, y si Rita no se enteró de nada debe dejar el partido ya mismo.
Y si lo sabía, pues eso. Rita tiene que irse del PP, y si no se va hay
que echarla. Culpa in eligendo e in vigilando incuestionable. Lo vea o
no Rajoy”.
Insiste mucho en que Rajoy está cerca del límite. Le pregunto que
significa esa expresión: “Pues está claro, cerca del límite de agotar la
paciencia de muchos. O actúa radicalmente, se mueve, y limpia, o se va
con los suyos. No se si alguien dará el paso de ir a un Congreso a dar
la cara y presentarse, pero el límite en el que empecemos a no
callarnos, diga el lo que diga, como ayer Maroto y Casado. Y por más que
después nos pidan cohesión en el discurso, muchos dejaremos de seguir
el argumentario, porque el argumentario de la dirección nos puede llevar
a todos a casa. Esto es ya insoportable. Y además, todos sabemos que
quedan cosas por salir. Rajoy sabrá, pero hasta los corderos más
obedientes terminan por salirse del redil si quien los dirige lo hace
por el mal camino”.
Pues así están las cosas en el PP. Mal. Y con pinta de que pueden ir a peor.
(*) Periodista
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