Pero ni idea, oigan, se lo digo sinceramente. No teníamos ni idea. Es
verdad que dije en un mitin hace unos años en Valencia que Rita Barbera
era "la mejor" y cabe preguntarse con qué base digo lo que digo. Con
ninguna, es obvio. Los políticos decimos siempre lo que nos conviene. Si
ahora tengo que decir que Rita es la peor y la más ladrona, pues lo
digo. No se me caen los anillos. Le puede molestar, ya lo sé. Pero más
me molesta a mí que en todo el PP de Valencia no haya ni uno que no sea
un ladrón desorejado.
A ver, ¿cómo voy a decir ahora que se trata de una
campaña de los sociatas y la canallesca contra el PP si hasta las
mascotas de estos sinvergüenzas se llevaban la pasta a puñados
quitándosela a los niños desvalidos, los discapacitados y los indiecitos
de América? Claro que no sabíamos nada. Lo nuestro es no saber nunca
nada. Ana Mato no sabía lo del Jaguar que se le había metido en la casa
sin avisar, el muy patán; Ignacio González no sabía nada de un ático que
unos desaprensivos han puesto a su nombre sin avisarlo solo para
fastidiar; Granados no sabía nada de una maleta de un millón de euros
que había en casa de su suegro y se pregunta a dónde habrán ido las
otras. Pero, hombre, por Dios, ¿cómo vamos a saber esas cosas, esas
minucias, cuando estamos sacrificándonos por la Patria?
Yo, por ejemplo,
leo el Marca, que es como la Revista de Occidente para mi nivel
mental. Por eso suelo andar distraído y no me fijo en las preguntas que
me hacen en las entrevistas. Me preguntan mucho cuándo pienso irme, ya
que soy incapaz de formar gobierno, como si fuera tan fácil salir de La
Moncloa. Ahí tengo a mi padre, gran dependiente, magníficamente atendido
con cargo al erario, mientras los dependientes-basura, o sea la gente
normal, no ve un ochavo de ayuda y, cumpliendo con su deber, van
muriéndose con verdadero entusiasmo. Porque la igualdad de los seres
humanos es un mito comunista como lo demuestra la ciencia, aunque no
recuerdo cuál. Lo dejé dicho cuando era joven, pues yo también fui
joven, como esos chicos que van ahora al Parlamento con rastas; yo
también fui revolucionario y rompedor: escribía en El berrido del Miño artículos
hablando de cómo la igualdad de los seres humanos es una mentira de
rojos y masones.
¿Cómo vamos a ser iguales Sánchez y yo, hombre, si ni
siquiera se sabe el Cara al sol? Ese Sánchez, empeñado en echarme
de La Moncloa sin miramiento alguno, cuando todo el mundo ve que soy
feliz aquí, que es el lugar que me gané en las elecciones de 2011 a base
mentir sin parar, asegurando que pensaba hacer lo contrario de lo que
pensaba hacer. Y Rubalcaba, con la cabeza como un bombo sospechando que
estaba mintiéndole, pero sin saber cómo, el infeliz. Yo lo hago de cine;
miento tan bien que ya no sé si miento o no miento y, para enterarme,
tengo que mirar si guiño compusivamente el ojo izquierdo.
Por ejemplo,
me acusan de haber cobrado sobresueldos desde la primera comunión, de
que la Gürtel me pagó los trajes, las corbatas, las camisas, como a
Camps y hasta los viajes, como a Soria, pero yo salía en el plasma
diciendo que no estoy en política por dinero y asunto arreglado. La
gente es pobre de espíritu, como se dice en las bienaventuranzas y
precisamente por eso mismo, se cree todas las mentiras que se le
colocan. Y, si no basta con los sermones de los curas, a los que
llenamos bien el buche con dineros públicos, se pedía a la recua de
periodistas a sueldo que tenemos por todos los medios que intervinieran y
se les ordenaba lo que tenían que decir, como a ese Marhuenda que tuve
de correveidile en gobierno, cuando ya era ministro con Aznar que dudaba
entre pasarme a mí la antorcha o elegir a Rato.
¡Anda que si elige a
Rato a estas horas estamos todos en Soto del Real, haciendo compañía a
Díaz Ferrán, el amigo íntimo de la lideresa, un empresario a carta cabal
y un visionario, de esos que generan riqueza, aunque luego se la gasten
en putas, pues están su derecho por ser la élite de la sociedad, como
debía serlo su protectora, Aguirre, la caza-talentos, incapaz de cazar
no ya un talento sino un vulgar lector y que lucía una densidad de
ladrones por poltrona superior a la de la cárcel modelo.
Y todo porque
es una inútil, incapaz de organizar el latrocinio con sentido
patriótico, como corresponde al espíritu militar heredado del Caudillo y
acogido a indulgencia plenaria administrada por el cardenal primado, a
cambio de haberle cedido la Mezquita de Córdoba a la Iglesia por seis
euros. Sí, ya sé que no todas las mentiras valen igual. No es lo mismo
decir que no conozco de nada a Bárcenas, aunque todo el mundo nos haya
visto en el Congreso que robar la caja de las pensiones y dejar a los
miles de jubilados a la intemperie y a merced de la inseguridad.
Esto es
más duro, aunque siempre acabamos bien, con los vejetes encantados,
sobre todo los que no pueden valerse y los traen casi en brazos las
monjitas, con la papeleta del PP ya en el sobre. Es el orden natural de
las cosas, el que hace que unos cobren salarios de cientos de miles de
euros, mientras otros, por desgracia, no pasan de cuatrocientos y
jornadas de diez horas.
A mí estos me gustan, pues revelan el buen fondo
del ser humano, pero prefiero a los que generan empleo y crean riqueza,
los Matas, Fabra, Rato, Blesa, González, Camps, Bárcenas, Correa,
Granados, Díaz Ferrán, Fernández, Figar, Baltar, Blasco, Grau, Barberá,
Infanta, Urdangarín, y, como soy demócrata y no se me caen los anillos,
también prefiero a los Chavez y Griñán e igual prefiero a los Pujol, a
los que no hago ascos a pesar de ser catalanes.
Lo único que me jode es
que sean tan tontos que se dejen pillar porque entonces hay que ir
untando a los jueces y procurando que los dos cagahostias del Ministerio
del Interior tomen represalias contra los policías que se propasan,
creyendo que están en servicio para hacer que la ley se cumpla, como si
el cumplimiento de la ley fuera obligación nuestra y no de la plebe, los
rojos y los separatistas de la antiEspaña.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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