Después de muchas idas y venidas, de
cartas entre Madrid y Barcelona y de fracasados pulsos en el aire para
hacer sentar al gobierno español en la mesa de diálogo con unas mínimas
garantías, la reunión entre los ejecutivos español y catalán será el
próximo miércoles día 26 en Madrid.
En una negociación -y la constitución de la mesa de diálogo era eso y
no otra cosa- se acaba llevando el gato al agua quien tiene mayores
argumentos ganadores y quien juega mejor sus cartas.
En este caso, el
relato jugaba a favor del gobierno Sánchez ya que el independentismo catalán no tenía argumentario posible a su ausencia
de una mesa de diálogo, cuando ha hecho bandera del mismo durante los
últimos años y le ha reprochado siempre al gobierno español su rotunda
negativa a sentarse a hablar.
Respecto a las cartas, el Govern ha ido de
farol ya que la defensa de un mediador o un relator tantas veces
exigido en público ha aguantado lo que Sánchez ha querido.
En política es muy importante tomar la iniciativa y el gobierno
español ha ido un paso por delante. No había entrado Sánchez a la
reunión con Quim Torra, el pasado día 6 en el Palau de la Generalitat,
que desde Moncloa ya se estaban distribuyendo las 44 propuestas de
aquella denominada agenda para el reencuentro.
Primer gol. Fue Sánchez el primero en hablar
al término de la reunión y dominó todos los informativos. Segundo gol.
Torra aún estaba pidiendo el mediador cuando Moncloa anunció por su
cuenta la fecha de la reunión para el lunes 24. Tercer
gol. Con este resultado ya definitivo, la Generalitat marcó el gol de
consolación: la cumbre no será el lunes sino el miércoles.
Mientras la parte catalana se relamía las heridas, el pánzer de
la Moncloa seguía avanzando y Sánchez, desde Bruselas, aseguraba que la
negociación sería muy larga, muy prolongada en el tiempo y compleja;
y que lo mejor es empezar a hablar por cuestiones en las que se puede
llegar a acuerdos de una manera mucho más fácil.
He encontrado dos
puntos que al ritmo que propone Moncloa bien podrían ocupar este 2020:
la unidad de mercado o la política comercial. Temas ambos que figuran en
el número 14 y el 16 de la lista y sobre los que ya se señala que la
parte española está abierta a la negociación.
A la espera de que la Generalitat
anuncie sus seis negociadores -se sabe que estarán Torra y Aragonès y
sorprendería que no estuvieran también Meritxell Budó (Presidència) y
Ester Capella
(Justícia)- la delegación española tiene una presencia coral de las
sensibilidades que vale la pena destacar.
Con
Sánchez estarán su mano
derecha, Carmen Calvo; el líder de Podemos, Pablo Iglesias; la ministra
Carolina Darias, el secretario de organización del PSC y también
ministro, Salvador Illa, y el ministro Manuel Castells, en
representación de los comunes.
La presencia de Castells y en menor medida de Illa cierra el estrafalario debate que se abrió en Catalunya sobre
si la representación del Govern tenía que ir más allá de las
formaciones que lo componen. Hubo quien incluso teorizó que dejar fuera a
formaciones como los comunes era excluir a una parte de los catalanes.
Las tertulias o el atril del Parlament lo aguantan casi todo pero, al
final las cosas son como son. La parte del gobierno español no presenta incursiones de representantes del PP, Cs, Vox
o los partidos independentistas y sí tiene miembros del PSC y En Comú
Podem. ¿Es imaginable que la parte catalana tuviera miembros de los
comunes o del PSC? Sería tanto como que unos estuvieran en ambos lados
de la mesa de negociación.
(*) Periodista y director de El Nacional
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