La plaza del Triunfo de Sevilla es el tarro de las esencias. El Archivo
de Indias, la catedral, el Alcázar, la Casa de la Provincia, un templete
dedicado al Triunfo de la Virgen del Patrocinio, que recuerda el
terremoto de Lisboa de 1755 y conjura a Voltaire (“¿dónde estaba
Dios?”) y un gran monumento al dogma de la Inmaculada Concepción, que
conjura a los protestantes alemanes y a los naturalistas franceses. Pío IX contra Émile Zola . Palmeras, coches de caballos, turistas y una espléndida exposición de fotografías de Pablo Juliá en la sede provincial, que documenta el gran salto de Andalucía a la autonomía hace ahora cuarenta años.
Impresiona la foto tomada por Juliá la noche del 28 de
febrero del 1980, en la que aparece un grupo de jóvenes celebrando
ardorosamente la victoria del sí en el referéndum sobre el acceso de
Andalucía a la vía rápida autonómica. “¡No vamos a ser menos!” Ese
grito, salido del alma, recorrió todos los pueblos andaluces y desbordó
al partido de Adolfo Suárez , que abogaba por la abstención.
Suárez había jugado fuerte en Catalunya y también había contraído el
compromiso de graduar el proceso autonómico en toda España, ante el
incesante ruido de sables en los cuarteles.
El referéndum fracasó en la provincia de Almería, pero
eso se arregló en los despachos. El movimiento autonomista andaluz era
demasiado potente para quedar interrumpido por la lejanía almeriense. 28
de febrero de 1980 es una fecha importante. Aquel día se instauró el
café para todos, se empezó a excavar la tumba de UCD, quedó superado el
andalucismo pirotécnico de Alejandro Rojas Marcos y se pusieron
las bases del largo periodo hegemónico del Partido Socialista Obrero
Español después de tres décadas de hibernación. De la nevera de Rodolfo Llopis al cálido liderazgo de Felipe González .
Cuarenta años después, el PSOE ya no gobierna Andalucía.
Esa es una de las principales novedades anatómicas en la España
superviviente del coronavirus financiero del 2008. Los estragos
materiales y morales de la última gran crisis se han llevado por delante
el conservadurismo de Mariano Rajoy , han roto a la derecha
española en tres partidos, han dado a luz a Podemos, han sentado en la
oposición al poderoso socialismo andaluz y han empujado a los herederos
de Jordi Pujol a una operación de transformismo que tensa las
costuras de España y que podría llegar a mantenerles en el poder quince
años después de que Pasqual Maragall denunciase por primera vez la metodología del 3%.
El PSOE ya no manda en la Junta de Andalucía, pero la institucionalidad andaluza generada por el momento 1980 sigue en pie. Este es un dato importante. Nada más conocer la derrota de su partido en diciembre del 2018, José Rodríguez de la Borbolla se empeñó en que todos los expresidentes socialistas de la Junta estuviesen presentes en la sesión de investidura de Juan Manuel Moreno Bonilla ,
del Partido Popular, para enfatizar la continuidad institucional del
autogobierno andaluz.
Objetivo: proteger el momento 1980. Rodríguez de
la Borbolla, el único de los expresidente andaluces que no ha tenido
problemas en los tribunales, apellido que entronca con la Restauración,
bachillerato en los jesuitas, una voluminosa biblioteca particular en la
que no faltan los volúmenes en catalán, un hombre que fue sacrificado
por Alfonso Guerra en 1990 por exceso de autonomía de vuelo, no
esconde su desacuerdo con la actual coalición gubernamental española, su
disgusto por la institucionalización de un diálogo bilateral con la
Generalitat y su oposición a una posible modificación “asimétrica” del
modelo territorial, que supondría una corrección sustantiva del momento 1980 .
Rodríguez de la Borbolla ve a venir movimientos de ajedrez que no le gustan y la reina declinante ( Susana Díaz ) por la que él apostó, se ha acercado ahora a Pedro Sánchez, en
un intento de preservar su maltrecho liderazgo regional.
Con un vuelo
acrobático muy propio de la escuela de las Juventudes Socialistas, Díaz
ha abjurado de su tenaz apoyo a la investidura de Mariano Rajoy en el
2016. “Pedro tenía razón”, ha llegado a decir. Las espesuras tácticas en
el PSOE andaluz nos remiten, con una prosa distinta, al transformismo
convergente. Son academias del poder. Rodríguez de la Borbolla sonríe y
sobrevuela la coyuntura: “Andalucía ahora no debería estar a la
defensiva. De Andalucía debería salir una propuesta para toda España”.
El repliegue táctico del PSOE ofrece un generoso espacio
al Partido Popular, que se dispone a levantar, con cierta cautela, la
bandera del andalucismo. Un andalucismo a la defensiva ante los cambios
que se puedan acordar en la incierta mesa de negociación entre el
Gobierno y la Generalitat. “Defenderemos un andalucismo moderno,
moderado y constitucional”, enfatiza el consejero de la Presidencia, Elías Bendodo ,
político malagueño al que toda Sevilla reconoce como uno de los
arquitectos del nuevo poder andaluz.
Una de las novedades de la
conmemoración este año del 28 de febrero de 1980 es la concesión de la
medalla Manuel Clavero Arévalo , en honor del ministro de las
Regiones del Gobierno Suárez que presentó la dimisión para poder
defender el voto afirmativo en el referéndum de 1980. Desde entonces, la
figura de Clavero simboliza el empeño por difuminar la distinción entre
nacionalidades y regiones que figura, por primera vez en la historia,
en la Constitución de 1978. Todos iguales.
El andalucismo también vuelve a ondear en la izquierda
del PSOE. La corriente anticapitalista de Podemos (la corriente
trotskista) acaba de anunciar su marcha, para ir a la formación de un
nuevo partido de corte andalucista con Teresa Rodríguez y el alcalde gaditano, José María González , Kichi ,
al frente. Bendodo sigue con interés este movimiento: “La izquierda
andaluza se va a fragmentar en tres ofertas, y la derecha seguramente se
va a simplificar en dos, si hay entendimiento entre el Partido Popular y
Ciudadanos”.
Cuarenta años del febrero andaluz de 1980. Catalunya en
interrogante: mesa de negociación y campaña electoral. Los gobernantes
locales de Madrid soliviantados por la intención del Gobierno de acotar
el “oasis fiscal” capitalino. Manifestación en León por una nueva
autonomía. Malestar en toda la España interior. Elecciones en Galicia y
el País Vasco. Un nuevo ciclo se abre mientras la gripe de Wuhan llega
al norte de Italia.
(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia
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