Acaba de contestar el gobierno español,
en una pregunta parlamentaria al diputado de Bildu Jon Inarritu,
que en siete países se contrataron durante el 2018 empresas de
consultoría en materia de comunicación con la finalidad, dice el
Ministerio de Exteriores, de actualizar y potenciar la percepción de las
fortalezas españolas.
Dicho
claramente: España, con Josep Borrell al frente de su diplomacia, tiró
de chequera en Estados Unidos, Francia, Bélgica, Alemania, Reino Unido,
Suiza y México para mejorar la imagen de España,
casualidades, coincidiendo con el proceso soberanista y los problemas
reputacionales de España tras el encarcelamiento de miembros del Govern,
el exilio del president Carles Puigdemont y diversos consellers, la
represión judicial y policial española y las euroórdenes enviadas y
retiradas en Bélgica, Reino Unido y Alemania.
No dejan de ser significativos los países escogidos ya que en todos
ellos se han producido episodios que han irritado a las autoridades
españolas. En Bélgica, residencia de Puigdemont, Comín y Puig, el juez Llarena
ha retirado la euroorden hasta en dos ocasiones ya que los delitos de
rebelión no han sido aceptados y más tarde por la inmunidad que les da
el ser eurodiputados a los dos primeros. En Alemania, fue el tribunal
superior del Estado de Schleswig-Holstein el que dejó libre a Puigdemont
y dio con la puerta en los morros a la justicia española en julio de
2018. Y en el Reino Unido ha sucedido algo similar con Clara Ponsatí.
En Francia, donde está la sede del Consejo de Europa, este organismo
ha analizado más de una vez la situación de los presos políticos y está
estudiando la situación en España y Turquía. El caso de Estados Unidos
es obvio ya que diferentes medios de comunicación han alzado su voz
contra la represión española y defendido el derecho al referéndum, una
situación similar a la de Suiza y México.
Llama la atención como se inician causas penales contra miembros del
Govern catalán y altos cargos de su administración por acciones
similares y como se dilapida el dinero a manos llenas cuando quien lo
realiza es el gobierno español. En los dos casos, estamos hablando de
dinero de los contribuyentes. Será, quizás, que afianzar la democracia
española a golpe de talonario acaba siendo la única manera de poder
decir después que España es una democracia consolidada. Para eso servía España Global y la propagación de mentiras de Borrell.
La era Bartomeu agoniza
Solo un futbolista estratosférico que responde al nombre de Leo fue capaz de que la era Bartomeu no colapsara este sábado en el Camp Nou.
Sus cuatro goles después de cuatro jornadas de liga sin anotar llegaron
para Bartomeu en el momento más oportuno de su declinante presidencia y
cuando había sido recibido al inicio del partido con una sonora pitada y
una pañolada que se repitió con igual contundencia algunos minutos
después y que se repitió en otros pasajes del encuentro, aunque entonces
con una menor respuesta.
En un estadio donde la paciencia del socio es infinita, lo que ha
sucedido este sábado en el Camp Nou debería hacer reflexionar a
Bartomeu. Sobre todo, porque si a algún momento del siglo XXI se parece
la protesta que se ha producido es al final de la era de Joan Gaspart.
Con una salvedad que no es menor: la pañolada y los gritos de dimisión
aquel 2002 se produjeron después de caer derrotado frente al Sevilla y
el Valencia, estar noveno en la clasificación y a 17 puntos del líder.
En esta ocasión ha sido al principio del match, disputando el
liderazgo al Real Madrid y con todas las opciones en la Champions
abiertas. Son, por tanto, crisis deportivas diferentes pero tienen en
común que son, desde el punto de vista institucional, muy comparables.
El presidente del Barça ha salvado su primer match ball y
tiene, en el horizonte de siete días, el partido de Champions frente al
Nápoles del martes y el del Bernabéu del domingo. Aunque el balón tiene,
al final, mucho que ver en las crisis de los clubs de fútbol y no es lo
mismo un resultado que otro, es más que probable que los buenos
resultados, si llegan, solo aplacen el enorme enojo existente en la masa
social barcelonista.
La crisis institucional ha venido para quedarse,
ya que lo que se ha conocido esta semana como a Barçagate es de una enorme gravedad y pone en entredicho la gestión de la junta directiva y, obviamente, de su presidente.
No son aceptables las pocas explicaciones que se han dado respecto a
la actuación de la empresa I3 Ventures que se ha dedicado a crear
perfiles falsos en las redes sociales para desprestigiar a la oposición
blaugrana, jugadores como Gerard Piqué o Leo Messi, figuras emblemáticas del barcelonismo como Guardiola o Xavi Hernández
o dirigentes políticos independentistas.
Suerte que Messi siempre
quiere ganar y congeló la pañolada con cuatro goles. Pero las vergüenzas
acabarán siendo demasiado grandes para esconderse tras los goles del
argentino.
(*) Periodista y director de El Nacional
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