MADRID.- El Ministerio de Economía presentó el pasado viernes, 1 de mayo, su nuevo cuadro macroeconómico,
en el que recoge el impacto del coronavirus sobre los indicadores de
actividad, empleo y consumo. Según sus previsiones, el PIB se hundirá un
9,2% en el conjunto de 2020, aunque en la segunda mitad del año
empezará la recuperación, que será especialmente intensa en 2021, con un
crecimiento previsto del 6,8%.
Este horizonte de previsiones encaja en
el escenario central del Banco de España, sin embargo, la entidad señala que existen riesgos evidentes de que la crisis se prolongue
en el tiempo y tenga consecuencias mucho más graves, por lo que pide al
Gobierno y también a la Comisión Europea que estén preparados para
afrontar esta situación. Así lo señala en su 'Informe de estabilidad
financiera', publicado este lunes, en el que analiza los riesgos a los
que se enfrenta la economía española.
En concreto, el Banco de España señala que la pandemia podría sufrir un
rebrote en las próximas semanas o meses, lo que supondría volver a
empezar en la lucha contra el virus. Pero, además, existe un riesgo de
que la crisis provoque una destrucción de tejido productivo y de la confianza
de los agentes económicos más grave de la que prevé el Gobierno. Esto
supondría que la oferta y la demanda no se recuperarían rápidamente con
la vuelta a la normalidad, lo que generaría una crisis más larga.
Así lo explica la entidad: "Podrían producirse daños persistentes de la
crisis sanitaria sobre la estructura productiva de la economía (por
ejemplo, debido a cierres permanentes de empresas) o una reducción
persistente de la demanda agregada (si las expectativas de renta
permanente de los hogares se vieran deterioradas significativamente),
más allá de lo que se considera incluso en los escenarios ilustrativos
de referencia más desfavorables".
En esta situación, sería necesaria una respuesta diferente
por parte de las administraciones públicas, ya que el sostenimiento de
rentas sería insuficiente. En ese caso, podría ser necesario un programa
de reactivación de la demanda. El Banco de España pide a las distintas
autoridades que estén preparadas para abordar ese escenario. En
especial, pone el foco en Europa, que es quien realmente tiene potencial
para poner en marcha un gran plan de reconstrucción económica.
La entidad advierte de que es necesario "reforzar la capacidad de respuesta
de las autoridades europeas ante la crisis y las necesidades
financieras que podrían surgir a raíz de la misma". De ahí que
recomiende que "las medidas aprobadas por las autoridades nacionales y
por el BCE deben complementarse con una respuesta europea contundente".
Si la crisis económica se mantiene en el tiempo, los países quedarán
muy debilitados para poner en marcha la reconstrucción, ya que los
niveles de deuda pública se habrán multiplicado. En ese caso, podrían
surgir tensiones en los mercados de deuda que compliquen la respuesta
individual a la crisis. Lo que está claro, para el Banco de España, es
que la reacción de los gobiernos nacionales ha sido la correcta, ya que
era "crucial" una "respuesta de las autoridades económicas contundente, rápida y coordinada
para mitigar los efectos de la crisis y evitar que sus efectos sean
duraderos en el tiempo".
Pero, si la crisis perdura, entonces "esta
respuesta de política económica debe acomodarse, tanto en su magnitud
como en su duración, a los propios efectos económicos de la pandemia".
Cuando
finalmente se supere la crisis, España quedará con un nivel de deuda
pública del 110% del PIB en el mejor de los casos. Eso supone una gran
vulnerabilidad que será necesario corregir con determinación
cuando se supere la crisis del coronavirus.
"El deterioro económico
ocasionado por la pandemia dará lugar a un aumento persistente de la
vulnerabilidad de la posición de las finanzas públicas en nuestro país",
explica la entidad.
España ya partía
de una situación muy vulnerable, alerta la entidad. En primer lugar,
porque el déficit estructural se situaba en el entorno del 3%,
lo que significa que realmente España no estaba cumpliendo con las
reglas europeas, aunque el Gobierno dijese lo contrario.
En segundo
lugar, porque el incremento de la deuda pública por el coronavirus hará
que supere ampliamente el 100% del PIB. Y tercero, porque el
envejecimiento de la población provocará una presión permanente sobre el
gasto público tanto en sanidad como en pensiones.
Estos tres factores
unidos "ponen de manifiesto la vulnerabilidad de las finanzas públicas
españolas ante posibles perturbaciones adicionales en la actividad
económica, en los costes de financiación o en el sentimiento de los
inversores".
Por el momento, la intervención del Banco Central Europeo
en los mercados ha conseguido contener el avance de las primas de
riesgo, pero eso no significa que el problema esté solucionado.
"A medio
plazo, cuando la situación vuelva a la normalidad, debería
implementarse un programa de consolidación fiscal y de reformas
estructurales que reduzca los desequilibrios de la economía
y eleve su crecimiento potencial", explica el Banco de España.
Esto es,
la política fiscal no solo será importante en esta fase de crisis, sino
que también tendrá que actuar de forma responsable durante la fase
expansiva, algo que no ha ocurrido en los últimos años.
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