martes, 5 de noviembre de 2024

Feijóo entierra a Mazón / Esther Palomera *

 


El líder de la oposición exige la declaración de emergencia nacional que quitaría el mando a su barón para dárselo a Marlaska mientras el presidente autonómico ve en la estrategia de Génova un ajuste de cuentas por su decisión de precipitar un gobierno con Vox tras las autonómicas de 2023

Mensaje para quienes piden que se escuche a los técnicos en lugar de a los políticos: “En cuanto la Generalitat Valenciana nos dio luz verde, en minutos estábamos en la zona de emergencia. Fuimos de los pocos servicios que pudieron entrar en la zona de Utiel-Requena. Quien dirige la emergencia y quien decide a dónde vamos o no es la comunidad autónoma. En cuanto se produjo la luz verde, 1.000 militares se desplazaron durante toda la noche para que al amanecer de ese día el pueblo de Valencia viera que estábamos ahí. Yo puedo tener 1.000 soldados en la puerta de la emergencia, pero no puedo entrar hasta que el director de la emergencia me autorice. No podemos añadir caos a lo que es una situación caótica”. 

Quien habla es el jefe de la Unidad Militar de Emergencias, el General Francisco Javier Marcos, que este lunes detalló el dispositivo militar puesto en marcha tras la tragedia de Valencia y dio cuenta de que movilizó a sus hombres de manera preventiva ante las previsiones meteorológicas a la espera de recibir órdenes de la Generalitat de Valencia. 

Ponía así en evidencia las palabras de Mazón unas horas antes que, en un giro estratégico, pasaba a la ofensiva y cargaba contra el Gobierno de Sánchez para defender la actuación de la Generalitat el día que se desencadenó la Dana y su gobierno envió la primera alerta a la población 12 horas después del primer aviso de la AEMET, cuando las inundaciones ya se habían cobrado algunas vidas. 

La última versión del presidente autonómico apunta a que si no se envió antes el aviso desde Emergencias de la Generalitat fue porque la Confederación Hidrográfica desactivó hasta “tres veces la alerta hidrográfica; a la una, a las tres y las cuatro” y no es hasta “las siete menos cuarto” ― es decir una hora y media antes de que se enviara el mensaje a los móviles de los ciudadanos― cuando traslada la gravedad de la situación.

Miente y lo sabe. Las confederaciones hidrográficas no activan y desactivan alertas. Sólo trasladan información constante y actualizada sobre pluviometría y nivel de los cauces a los servicios de emergencia autonómicos, que son los encargados de activar las alertas.  

El embuste es una huida hacia adelante para quitarse la más que evidente irresponsabilidad e incompetencia y, quién sabe, si tras una investigación a su debido tiempo, también una negligencia flagrante. 

Mientras los servicios de emergencia aún cuentan los cadáveres y los afectados tratan de limpiar el fango de sus viviendas con o sin ayuda, España asiste indignada al bochornoso espectáculo de un dirigente y un gobierno regional sobrepasados por la dimensión de la catástrofe, pero que se niegan a activar el nivel 3 de emergencia que permitiría al ministro del Interior tomar el mando.

No crean que la desavenencia por las alertas, la coordinación o las competencias se queda solo en el forcejeo entre administraciones de distinto signo porque la DANA ha aflorado también las diferencias dentro del PP, tanto por la estrategia de Feijóo como por la incompetencia de Mazón.

 Lo primero ha obligado al líder de los populares a rebajar el tono este lunes después de la desafortunada intervención de hace unos días en la que culpó a Sánchez de la tragedia, después de que distintos barones llamaran la atención sobre su beligerancia dialéctica en medio de una tragedia nacional que tenía a España entera consternada. Y lo segundo ha hecho que estalle cuitas internas pendientes entre populares.

La insistencia de Feijóo en exigir una declaración de emergencia nacional al Gobierno de Sánchez es una clara desautorización a la gestión de Mazón, que habla ya de ajuste de cuentas de la dirección nacional tras su precipitado acuerdo con Vox para formar un gobierno de coalición y que, posteriormente, condicionó la estrategia de oposición de Feijóo. Ahí andamos.

Mensaje para quienes aprovechando la lógica indignación de los afectados tratan de generar el caos y el descrédito de las instituciones: “No hagáis caso a todo lo que se publica porque hay mucha intoxicación informativa. Hay personas interesadas en que el enfado crezca, ¿para qué? Para que haya caos. Hay mucha gente interesada en esto”. 

El entrecomillado es de Felipe VI durante su accidentada visita a Paiporta. Unas palabras tan obvias como necesarias que sitúan el foco en un problema que recorre el planeta y también España: la difusión de bulos, la intoxicación y la semilla con la que algunos pretenden que se instale la antipolítica y el descrédito de las instituciones, un caldo de cultivo favorable para los extremistas. 

El objetivo no es Sánchez, ni Mazón, ni el Gobierno de España, ni la Generalitat, es sencillamente la democracia y todos sabemos dónde nos conduce eso.

Mensaje también para quienes se preguntan dónde está el Estado. El Estado es el Gobierno de Sánchez, el de Mazón, las Comunidades, los ayuntamientos, los militares, los bomberos, los guardias civiles, los alcaldes, los médicos y hasta los funcionarios de Red Eléctrica.

 Lo del pueblo salva el pueblo es muy loable y sirve para un rato, pero quienes tienen que hacer frente a la situación no son los voluntarios, sino los servicios públicos de las administraciones, esos que algunos creen siempre prescindibles y, sin embargo, reclaman su presencia urgentemente cuando les conviene. 

Estado son también los 5.000 efectivos ya desplegados del Ejército de Tierra, los 2.500 de la UME, los 7.000 policías nacionales, los 7.400 guardias civiles, los conductores de los 394 vehículos militares, los 42 ingenieros, los pilotos de los 8 helicópteros y hasta los que trabajan en la morgue improvisada con capacidad para 4.000 fallecidos. 

Y un último mensaje para que Feijóo recuerde que entre rechazar la violencia y condenarla de forma explícita hay una notable diferencia. Lo sabe bien el PP, que lleva años reprochando a la izquierda abertzale que no condene, aunque rechace, la violencia etarra mientras ahora es su líder quien rechaza sin condenar las agresiones en Paiporta al presidente del Gobierno y al de la Generalitat y clama porque Sánchez le quite el mando de la crisis a su incompetente barón. 

A saber si porque se la tiene jurada, como sospecha el valenciano, o porque pretende endosar al Gobierno de España la responsabilidad de toda la catástrofe. 

 

(*) Periodista

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