VALENCIA.- Rita Barberá, antaño talismán de las victorias del PP en la
Comunitat, comienza a convertirse en un gato temible al que nadie se
atreve a colocar el cascabel. Los dirigentes populares valencianos y del
ámbito nacional se endosan mutuamente la responsabilidad de dirigirse a
la exalcaldesa de Valencia, según revela www.lasprovincias.es
El
secretario de Organización del PP, Fernando Martínez Maíllo, señaló a la
dirigencia del PPCV como la competente para solicitar al PP, apelando
al beneficio de su partido, que la exalcaldesa renuncie al acta de
senadora. Tres horas más tarde, la presidenta de los populares
valencianos, Isabel Bonig, devolvió la pelota que Madrid había situado
en su tejado y aseguró que cualquier tipo de actuación contra Barberá,
si es imputada, debería acometerse a través del comité nacional de
derechos y garantías, el competente para reclamarle el acta.
Martínez Maillo evitó pronunciarse sobre si la senadora debe
renunciar y recalcó que ella no ha recibido ninguna citación ni
acusación en la 'operación Taula'. El secretario de Organización dijo no
saber si Bonig le pedirá a Barberá el acta de senadora y afirmó que sus
«compañeros de Valencia» tomarán las «mejores decisiones para el
partido» y en Génova las apoyarán.
En declaraciones a RNE, Martínez Maíllo recordó que Barberá ha
ofrecido «algunas explicaciones», aunque preguntado si a él le han
convencido, admitió que en una cosa «tiene toda la razón», y es en que
no ha recibido ninguna acusación ni ninguna citación. A partir de ahí,
señaló, cada uno debe dar «explicaciones de su comportamiento».
Bonig, por su parte, señaló que corresponde al comité nacional de
derechos y garantías pedir el acta a la actual senadora («si finalmente
resulta imputada», insistió la dirigente de los populares valencianos) y
apuntó hacia la responsabilidad política de la propia Barberá con un
ambiguo comentario según el cual la exalcaldesa «es una persona que cree
que en el proyecto y sabrá qué hacer».
La presidenta del PPCV indicó sobre la reconstrucción del partido
tras los casos de corrupción aflorados y la figura de Barberá que «forma
parte de una parte muy importante del PP, pero en estos momentos hay
otra generación dispuesta. Hay muchos cargos públicos y una generación
dispuesta a asumir el testigo y reconstruir el PP desde unas bases muy
sólidas para volver a defender nuestros principios y valores y la
honradez de muchos militantes».
Ni dos meses después de que el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso,
se sorprendiese de que Barberá estuviese discretamente sentada en un
acto en la churrería Santa Catalina («¿qué haces ahí tan escondida?», le
preguntó), el futuro de la exalcaldesa ha pasado a ser 'un tema' del
que nadie quiere ocuparse.
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