domingo, 23 de noviembre de 2008

La superficie construida en la costa sube un 22% en sólo seis años

MADRID.- Para ver bien la huella del urbanismo salvaje en el litoral conviene tomar distancia. Lo mejor es elevarse miles de metros, donde los satélites miden con frialdad y precisión la superficie urbanizada. Así lo hace periódicamente el Instituto Geográfico Nacional, del Ministerio de Fomento, que está terminando de analizar el censo del suelo de 2005 y cuya comparación con el último dato, de 2000, es escalofriante, según "El País".

Según un avance de las cifras, el suelo urbanizado en los dos primeros kilómetros de costa ha aumentado un 21,85% en sólo seis años. El ritmo se ha duplicado respecto al anterior periodo estudiado (1987-2000).

Carolina de Carvalho, investigadora del Observatorio de la Sostenibilidad de España, un organismo del Ministerio de Medio Ambiente y la Universidad de Alcalá (Madrid), anunció el lunes en unas jornadas sobre gestión del litoral en A Coruña que está ultimando un informe a partir de los datos de Fomento y que ya están los primeros datos.

Aunque este estudio por satélite no es tan preciso como otros más recientes, tiene de bueno que ya se hizo un estudio similar en 1990 (con imágenes de 1987) y otro en 2000. El estudio, llamado Corine Land Cover, se hace en toda Europa y es la principal fuente para medir la tendencia y la evolución del urbanismo. Los datos, pendientes de las últimas revisiones, pueden variar en décimas, pero no en lo sustancial.

En sólo seis años, la superficie cementada aumentó un 23% en el Mediterráneo y un 19% en el Atlántico (incluye el Cantábrico y Huelva y Cádiz). Esto significa que en seis años se construyó la cuarta parte de lo edificado los 2.000 años anteriores. Los datos de Canarias no están disponibles.

El ritmo de destrucción del litoral se duplicó con respecto al periodo anterior (1987-2000). Entonces, el hormigón se comía al día 73.000 metros cuadrados, y entre 2000 y 2005, casi el doble: 140.044 metros cuadrados diarios (14 hectáreas). Aunque en el Atlántico se construye la mitad que en el Mediterráneo, también allí se ha duplicado la velocidad.

Los expertos destacan que en los años 90 la construcción estuvo parada entre 1992 y 1997 y que en el periodo ahora analizado el boom fue constante. Eso explica lo espectacular de los datos. Y es que la burbuja inmobiliaria no sólo ha dejado una generación de españoles hipotecados por pisos que no valen lo que pagan sino que se ha cebado con un recurso no renovable y uno de los principales activos de España: la costa.

Actualmente, el 27,5% del Mediterráneo está ya cementado, cuando cinco años antes sólo el 22% estaba construido y en 1987 sólo el 16%.

Al ritmo de los últimos años, en 2071 no quedaría un metro libre en los dos primeros kilómetros de la costa mediterránea. Además, hay que tener en cuenta que la ocupación sería aún mayor si el estudio tratase los primeros 500 metros de litoral. Las costas de Valencia y Huelva, con un aumento del suelo urbanizado de alrededor del 50%, son lasque más han visto crecer el ladrillo, según el avance de los datos.

Aunque el Observatorio de la Sostenibilidad no hace públicos los datos, ya ha circulado entre investigadores. En toda la provincia de Murcia, la superficie urbanizada aumentó un 58%; en Alicante, un 32%; en Castellón, un 134%, según las cifras preliminares del Corine Lan Dover 2005.

Carvalho explicó en el seminario organizado por la Fundación Pedro Barrie de la Maza que España ha creado "un muro de cemento en la costa que está vacío la mayor parte del año", en alusión a las segundas residencias.

En la misma jornada, el subdirector general para la Sostenibilidad de la Costa del Ministerio de Medio Ambiente, Carlos Peña, definió con sinceridad: "La costa está hecha unos zorros y cada uno va a lo suyo. Los constructores quieren edificarlo todo, los de Greenpeace, que no se toque nada y los pescadores, pescarlo todo. El resultado es lamentable".

Juan López de Uralde, director de Greenpeace, afirmó que la situación del litoral demuestra que la Ley de Costas, aprobada en 1988, "no ha funcionado".

"Nos explicaron que el litoral se había destruido en los años 70, cuando se cargaron La Manga del Mar Menor o Benidorm. Pero era falso. El ritmo de construcción actual es mucho mayor que entonces".

López de Uralde alertó de que el riesgo ahora es que quedan millones de metros cuadrados recalificados y listos para que los construya quien tenga dinero, si puede -y se atreve-. Si no lo hace ahora, lo hará en unos años. Y puso como ejemplo que el hotel del Algarrobico comenzó a construirse en 2003 pero que fue aprobado en 1988, antes del estallido inmobiliario de principios de los 90: "Dentro de 10 años saldrá un plan salvaje y la gente dirá que eso se aprobó antes del crack de Lehman Brothers".

Para preservar lo que queda de costa, Peña reveló que entre las medidas que impulsa el Gobierno está la adquisición de todo el suelo agrícola de los primeros 500 metros del litoral mediterráneo peninsular. El Ministerio está dispuesto a comprar todo ese suelo pero lo hace ofreciendo precios muy bajos, sin "tener en cuenta las expectativas de revalorización, a un precio de uno o dos euros por metro cuadrado", según Peña.

Medio Ambiente considera que en el litoral mediterráneo peninsular puden quedar unas 1.500 hectáreas aún no declaradas urbanizables y que comprarlas todas costaría entre 150 y 300 millones de euros, aunque el Gobierno es consciente de que la mayoría de los propietarios no aceptarán su oferta.

"El plan de compra es aceptable porque no esperamos una avalancha. No podemos pagar las expectativas si alguien pretende enriquecerse, pero sí pagar a un euro el metro cuadrado y hacer una expropiación por mutuo acuerdo".

Aunque no hay una partida presupuestaria específica para esta compra, Peña zanja: "No se dejará de adquirir ninguna parcela por falta de dinero. Tenemos un presupuesto de 200 millones que podemos enfocar a las compras. En el peor de los casos habría que retrasar alguna operación".

Medio Ambiente ya ha adquirido así unos terrenos en el Delta del Ebro. Estos terrenos pasan a formar parte del dominio público marítimo terrestre, lo que implica que nunca podrán urbanizarse. Así se salvaría algo de costa virgen. Porque la virginidad sólo se pierde una vez.

Por favor, no refunden el capitalismo / Jordi Sevilla

Visto el cariz que están adoptando los acontecimientos después de la cumbre en Washington del G20+ZP, casi que prefiero que no refunden el capitalismo. Empezamos por reconocer el gran fallo del sistema que ha llevado a una de las mayores crisis financieras internacionales de la historia y ahora, poco a poco, a partir de dos intervenciones públicas de Bush en defensa del mercado, vuelve el discurso neoliberal según el cuál, en realidad, lo ocurrido ha sido por culpa de los gobiernos y su incapacidad para controlar a los banqueros ávidos de sobresueldos.

Recordemos lo obvio: el mercado es un sistema de asignación de recursos económicos que, en determinadas condiciones, es más eficiente que ningún otro. A partir de aquí, se plantean dos problemas: ¿qué pasa cuando no se dan las condiciones ideales establecidas en el modelo? Y, sobre todo, ¿qué pasa cuando el resultado, incluso siendo óptimo en términos de eficiencia, no resulta satisfactorio en términos de empleo, bienestar o justicia social?, objetivos estos que no persigue el mercado, pero a los que si suele aspirar la sociedad en su conjunto.

El capitalismo, por su parte, es un sistema económico que, a partir de la propiedad privada de los medios de producción y del uso del mercado como herramienta más frecuente, busca maximizar los beneficios y el poder social de los propietarios, dentro de las leyes. A lo largo de su historia, el capitalismo ha sido compatible con mecanismos de asignación de recursos distintos del mercado (autarquía, proteccionismo, monopolios, etcétera), así como con sistemas políticos alejados de los derechos humanos y de la democracia (franquismo, pinochetismo...).

Tenemos, por tanto, tres fuerzas en tensión que modifican de manera determinante tanto al capitalismo como al mercado. La primera, asegurar la eficiencia cuando no se dan las condiciones establecidas por el modelo del mercado. De ahí derivan una buena parte de las normas y controles impuestos desde fuera que ayudan a mejorar su funcionamiento y que deben ajustarse y modificarse según la experiencia y los cambios que se produzcan, por ejemplo, con la globalización.

Las otras dos fuerzas tienen que ver con aspiraciones colectivas que no encuentran su satisfacción ni en el mercado ni con el capitalismo puro. Si queremos que los niños vayan a la escuela en vez de a las fábricas, que haya permisos de maternidad, derechos laborales, negociación colectiva o garantías sanitarias para toda la población, hace falta una intervención desde fuera de la lógica del mercado y del capitalismo para asegurarlo. Y cada uno de esos cambios sociales experimentados en los últimos 200 años de nuestra historia y de los que nos sentimos orgullosos todos, se ha logrado contra los defensores, en cada momento, del mercado y del capitalismo.

La sociedad, por medio de la acción política democrática del Estado, ha sido capaz, afortunadamente, de corregir, complementar, enmarcar, modificar y transformar al mercado y al capitalismo hasta conseguir lo que tenemos hoy.Pero la tensión ha existido y existe entre la lógica económica del beneficio capitalista (que requiere manos libres y predominio de los fuertes) y la lógica social que, mediante la política, impone la democracia, la protección de los más débiles, el reequilibrio de renta y riqueza o la igualdad de oportunidades.

El capitalismo ha relanzado el potencial económico de la humanidad, liberando fuerzas productivas y creativas de gran envergadura.Ha mostrado, también, una gran capacidad adaptativa, aprovechando las sinergias que se establecen con la intervención del Estado que no tiene con el mercado capitalista una relación en la que uno crece a costa del otro, sino más bien una en la que ambos pueden hacerlo. Ha desarrollado también una capacidad expansiva mercantilizándolo casi todo, hasta a sus críticos más radicales como el Che Guevara.

Pero la historia demuestra que dejado a su libre albedrío, y persiguiendo su propio interés, ni el mercado es eficiente, ni el capitalismo es sostenible dada su propensión a las crisis recurrentes y a la depredación de su hábitat social o ambiental. El cortoplacismo de las actuaciones regidas por los principios puros del mercado y del capitalismo los acaban haciendo inviables a medio y largo plazo. En eso, Marx, don Carlos, tal vez tuviera razón.

Por eso hizo falta, ya tras la crisis de los años 30 del siglo pasado, transformar el modelo del capitalismo de mercado puro con elementos correctores desde el Estado que mejorasen sus fallos y corrigiesen sus actuaciones menos aceptables socialmente.

El New Deal, que dio paso en Europa al Estado del Bienestar, no fue una refundación del capitalismo, sino una profunda transformación (reforma) del mismo efectuada desde la hegemonía de una lógica social y política que se impuso ante el fracaso de la pura lógica económica del mercado teórico y del viejo capitalismo. Fracaso que tuvo mucho que ver con el triunfo bolchevique en Rusia, pero también con el auge del nazismo y del fascismo.

Poner, de nuevo, límites, devolviendo a cada faceta de la sociedad su lógica específica y jerarquizándolas en beneficio colectivo, es la tarea de ahora, cuando estamos viviendo otro fracaso del mercado y del capitalismo, renacidos de la mano de Reagan y Thatcher.Fracaso equiparable a lo ocurrido entonces -aunque en un contexto muy distinto- que incorpora el efecto devastador sobre el planeta del desarrollo capitalista ilimitado.

El objetivo hoy no debe de ser refundar el capitalismo, sino volver a cambiarlo, a reformarlo, a hacerlo distinto. Aprendiendo que también existen los fallos del Estado, pero haciendo prevalecer de nuevo la lógica colectiva de lo público a través de la política democrática. No refundar el capitalismo, sino interpretarlo para volver a transformarlo.

Y para ello necesitamos políticos que no lleven la trinchera portátil encima. Políticos que, como Obama, propugnen la transversalidad y, en todo caso, la refundación del gran pacto social y político que a mediados del siglo pasado hizo posible aunar crecimiento económico, redistribución de renta y oportunidades con fortalecimiento de la convivencia democrática. En verdad, lo que hay que refundar es la socialdemocracia.

www.elmundo.es

Los depósitos de Bancaja cubren el 71% de sus créditos frente al 85% de Caja Mediterráneo

ALICANTE.- Los depósitos de la clientela atesorados por Bancaja ascendían al finalizar el pasado mes de septiembre a 46.730 millones de euros, mientras que el volumen de créditos concedidos por la entidad en ese misma fecha sumaba 64.907 millones.

Ello supone que la caja valenciana tenía cubiertos con depósitos solamente el 71,9% de sus préstamos, según el balance correspondiente al mencionado mes hecho público por la Ceca, la patronal sectorial, recogido por "Información".

En Caja Mediterráneo (CAM) ese porcentaje era mucho más elevado, hasta el 85,1%, fruto de unos depósitos por valor de 48.889 millones -superiores a los de Bancaja- por unos créditos concedidos de 57.446 -en este caso inferiores en cantidad-.

En este parámetro, la posición de la otra entidad de ahorros de la Comunidad Valenciana, Caixa Ontinyent, era sensiblemente mejor, con un ratio del 91,8% que surge de unos créditos por valor de 844 millones y unos depósitos de 775.

Si a Bancaja y CAM se le suman las dos otras grandes cajas españolas, La Caixa y Caja Madrid, el mencionado porcentaje se sitúa en los 70 puntos, ya que las cuatro contaban al cierre de septiembre con un saldo de 426.393 millones de euros en créditos a la clientela, mientras que el saldo en depósitos sumaba 298.904 millones.

La distancia entre créditos y depósitos la cubren las entidades de ahorros, para equilibrar sus balances, a través de tres vías de financiación: el mercado interbancario, prácticamente cerrado en estos momentos por la crisis internacional, las subastas del Banco Central Europeo o mediante emisiones al mercado para captar liquidez.

Por otro lado, mientras las cajas valencianas seguían sin desvelar si vendieron activos en la subasta efectuada el jueves por el Gobierno, otras entidades no tuvieron problemas en precisar cómo actuaron.

Así, BBK recibió 134 millones, la Kutxa, 50, Caja Vital, 45, y Caja Duero, 30. El Tesoro sólo adjudicó 2.115 de los 5.000 millones previstos. Únicamente se presentaron 28 entidades bancarias-un 8% del total- y 23 de ellas accedieron al dinero.

El Gobierno aseguró que hubo "una buena concurrencia", según la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, mientras al PP le sorprendió justo lo contrario.

Las entidades financieras que quieran solicitar aval del Tesoro para realizar sus emisiones podrán hacerlo desde mañana lunes, una vez se publique en el BOE la orden ministerial que desarrolla esta medida, y hasta el 3 de diciembre, informaron fuentes del Tesoro.