MADRID.- Ryanair está a punto de empezar su verano más convulso. Alrededor 5.000 tripulantes de cabina (TCP)
de la mayor aerolínea europea paralizarán sus vuelos en el ecuador del
estío si la compañía irlandesa no se decide finalmente a reconocer a sus
sindicatos, avanza El Mundo.
De uno a tres días puede durar este parón de actividad que sólo en España afectaría a 115.000 pasajeros
al día, a razón de al menos seis vuelos diarios con una media de 190
pasajeros para la flota de casi 100 aeronaves que Ryanair basa en
nuestro país. En España, previsiblemente, unos 1.800 TCP la secundarán.
Sin embargo, el conflicto no se circunscribirá a España; alcanzará a varios países.
En una acción sincronizada, Bélgica, Portugal y previsiblemente Alemania y Holanda se
sumarán a los TCP españoles en esta más que probable convocatoria en
defensa de su derecho a contar con sindicatos en las condiciones en que
los ampara la legalidad vigente en sus respectivos Estados.
Italia,
pendiente de una cuestión jurídica debida a un preacuerdo firmado,
espera poder aunar sus fuerzas. Mientras el Reino Unido, donde el
personal de Ryanair alcanzó un acuerdo hace unas semanas, gracias a que
sus contratos sí eran conformes a la legislación británica, se sumará
con acciones de apoyo.
El anuncio de huelga, que puede abocar a la
legalidad laboral más estricta a la única gran aerolínea que se mantenía
al margen en Europa, se producirá en Dublín -sede principal de la
compañía- vencido el plazo de este sábado, 30 de junio, para alcanzar un acuerdo.
Son los días 3 y 4 de julio, cuando los representantes unilaterales de
los tripulantes de cabina de la low cost en los distintos países
europeos se han dado cita para anunciar medidas.
Según ha podido
saber El Mundo, la huelga se ha planeado con un preaviso más
amplio que el legalmente obligado, por lo que coincidirá con fechas en
el apogeo anual de la actividad aérea.Es decir, que la compañía, que
cuenta con 39 bases en Europa, se puede ver paralizada en los últimos
días de julio y/o los primeros de agosto.
Ambas partes, hablarán así, a partir de la semana que viene con una huelga sobre la mesa.
Para
los representantes sindicales en España, la compañía insiste en
mantener determinados aspectos que no se ajustan a la legislación.
Entre ellos estarían no reconocer el derecho a la acción sindical que
comprende que en las reuniones entren representantes de los trabajadores
que no son sólo empleados directos de Ryanair, es decir, de los
contratados por las reclutadoras de la aerolínea, Crewlink y Workforce, a
cuyo nombre están dos tercios de los contratos. O no estar aún
dispuesta a aceptar que los futuros delegados sindicales deben tener
tiempo para trabajar en su labor sindical.
Cómo se gestó
La
entrada de los sindicatos en Ryanair está siendo un proceso largo pero
que se ha precipitado en el último año. Hace sólo seis meses que la
irlandesa comunicó su decisión de reconocer a los sindicatos de sus
pilotos, que aún siguen en su lucha por lograr derechos laborales mediante una negociación sindical.
Pero
la mecha de este conflicto la encidieron los TCP españoles. Fue el
Sindicato Independiente de Tripulantes de Cabina de Líneas Aéreas
(Sitcpla) quien les abrió camino. En 2009 Sitcpla asistía ya «a un
pequeño número de empleados», a los que apoyó a título individual» al defenderlos por «aspectos disciplinarios de Ryanair», dice el portavoz del sindicato, Antonio Escobar. La experiencia fue buena, «mantuvieron su puesto de trabajo», explica.
En 2017 «viene ya un nutrido grupo que quiere que Ryanair
comience a evolucionar hacia el siglo XXI»,
cuenta Escobar, y deciden, a finales del pasado julio, hacer una hoja
de ruta con ocho puntos. Constitutir una sección sindical; lograr
afiliación masiva; hacer asambleas; convocar elecciones para elegir a
sus representantes; notificar la constitución de la sección a la
Administración, vía Dirección General de Empleo, y también a Fomento
y las diferentes instancias autonómicas relacionadas con la materia.
Y,
sobre todo, notificar a Ryanair la existencia de la nueva sección
constituida legalmente y pedir su reconocimiento como tal, algo que se
produjo el 6 de octubre.
A partir de ahí se lanzan a denunciar con una carta pública «los seis
incumplimientos más groseros en materia laboral y de seguridad social
que Ryanair hacía en España», recuerda el portavoz. Pero en el lapso de
julio a octubre una sentencia crucial del Tribunal de Justicia de la Unión Europea
avaló que el personal de vuelo de Ryanair tuviera derecho a acudir a
los tribunales laborales de cada país donde tiene sus bases.
Además
se tocaron palos en el plano jurídico contratando a dos despachos de
abogados externos sólo para temas de Ryanair y el sindicato visitó sus
13 bases en España para canalizar las demandas de derechos por áreas
temáticas y de forma grupal.
Poco
después presentaba ante la Dirección General de la Inspección de
Trabajo sus reclamaciones y ésta les pedía un dosier que entregaban a
finales de enero de 2018, con unas 300 páginas.
«Paralelamente
hubo conversaciones oficiales» hasta que la sección en Sitcpla se
plantó tras las seis sanciones de Ryanair a empleados españoles que
rechazaron trabajar en vuelos de la compañía en Portugal justo cuando
los TCP vecinos estaban en huelga el pasado abril. Sí continuaron las
charlas oficiosas, sin fruto.
Ahora «están hechos a la idea de que
tendrán que aplicar la legislación española, adelanta Escobar. Lo
demuestra que «Ryanair ya tiene un despacho de abogados en España; hace
un año era inconcebible».
Aún así «habrá huelga porque en la dirección
de Ryanair quedan personas enrocadas como el consejero delegado Michael O'Leary o el responsable de recursos humanos, Eddie Wilson».
La junta de accionistas del 18 de julio será clave en este aspecto.
«Los accionistas tendrán que tomar decisiones de orden mercantil». Y «la
primera consecuencia de una huelga es que bajan las reservas, pero
luego lo hacen las acciones», señala Escobar.
Ryanair declinó hacer comentarios ante la consulta de El Mundo. «No hacemos
comentarios sobre las negociaciones con nuestra gente», remarcó un
portavoz.