Cada vez que leo el
‘Aullido’ desgarrador de Allen Ginsberg se me caen
las lágrimas y empiezo a sudar, porque me identifico totalmente con
su experiencia de visiones místicas y vibraciones cósmicas. Yo soy
español, pero siento y entiendo el sueño americano como si hubiera
nacido allí.
La
generación ‘Beat’ se rebeló contra la miseria de la
condición humana, y sufrió una locura divina. Tiraron sus relojes
desde el tejado para emitir su voto por una eternidad fuera del
tiempo. Estudiaron a Plotino de Alejandría, a Edgar Allan
Poe y a San Juan de la Cruz, entre otros. Conducían campo
a través para tener una visión y conocer la Eternidad.
Ginsberg
fue considerado un profeta como Walt Whitman, compartiendo una
visión trascendental de la poesía. Este legado no sólo se
manifestó en su estilo y temas, sino también en su papel como
figura central de un movimiento literario.
Así como Whitman
fue una influencia fundamental para la cultura, Ginsberg se
convirtió en una de las voces más influyentes de la generación
Beat y de la contracultura de los años 60.
AULLIDO
En
última instancia, ‘Aullido’ se revela como una afirmación
de la experiencia humana en todas sus formas, por más caóticas o
marginales que sean. El grito de esperanza en el ‘Aullido’
de Allen Ginsberg se refleja en la nota final del poema, donde
exclama: "Todo es santo, todos son santos, todos los lugares
son santos, todo día está en la eternidad, todo ser
humano es un ángel."
Esta frase literal expresa una
afirmación profunda de la experiencia humana y una visión
esperanzadora, a pesar de las imágenes desgarradoras y críticas
presentes en el resto del poema. Ginsberg concluye su obra con
esta declaración que eleva lo mundano a lo sagrado, transmitiendo un
mensaje de trascendencia y unidad universal.
“El
mundo es santo. El alma es santa. La piel es santa. La nariz es
santa. Todo es santo. Todo el mundo es santo. Todo lugar es santo.
Todo día pertenece a la eternidad. Todo ser humano es un ángel. El
vagabundo es tan santo como el serafín. El demente es santo, como
santa eres tú, alma mía. La máquina de escribir es santa, el poema
es santo, la voz es santa, los oyentes son santos, el éxtasis es
santo.”
“Santas
las soledades de rascacielos y aceras. Santas las cafeterías
atestadas por millones. Santos los misteriosos ríos de lágrimas que
corren bajo las calles. Santo el rebaño extenso de la clase media.
Santos los pastores dementes de la rebelión. Santo el tiempo en la
eternidad, santa la eternidad en el tiempo, santos los relojes en el
espacio, santa la cuarta dimensión.
Santo el mar, santo el desierto,
santa la vía férrea, santa la locomotora, santas las visiones
santas, las alucinaciones, santos los milagros, santo el globo
ocular, santo el abismo. Santo el perdón. Misericordia, caridad, fe.
Santo nuestro cuerpo, nuestro sufrimiento, nuestra magnanimidad.
Santa la sobrenatural extra-brillante e inteligente bondad del alma.”
“Visiones,
presagios, alucinaciones, milagros y éxtasis arrastrados todos por
el río americano. Sueños, adoraciones, iluminaciones, religiones.
Todo el cargamento de sensiblera bazofia.
Adelantaos sobre el río.
Flipes y crucifixiones, todo arrastrado por la corriente. Globos,
epifanías, desesperaciones, nuevos amores. Loca generación, abajo
sobre las rocas del tiempo. Auténtica risa sagrada en el río. Lo
vieron todo. Los ojos enloquecidos.
Los sagrados alaridos. Se
despidieron. Saltaron desde el tejado, hacia la soledad, agitando el
brazo, con flores en las manos. Al río, a la calle.”
LOCURA
He
visto los mejores cerebros de mi generación destruidos por la
locura, famélicos, histéricos, desnudos, arrastrándose de
madrugada por las calles de los negros en busca de un colérico
picotazo...
que
se acurrucaban amedrentados en ropa interior en habitaciones sin
afeitar, quemando su dinero en papeleras y escuchando el sonido del
terror a través de la pared...
un
perdido batallón de conversadores platónicos saltando las
barandillas terminales de las escaleras contra incendios, desde las
ventanas...
sufriendo
sudores orientales y crujidos de hueso tangerinos y migrañas
de la China bajo el síndrome de abstinencia en una escuálida
habitación amueblada...
que
vagaban sin tino a media noche en el cercado de los ferrocarriles
preguntándose dónde ir, y partían, sin dejar atrás corazones
destrozados...
que
estudiaban a Plotino de Alejandría, a Edgar Allan
Poe, a San Juan de la Cruz, a la telepatía y a la
Kábala porque el cosmos vibraba instintivamente a sus pies…
que
vagaban perezosos, hambrientos y solos a través de Houston
en busca de jazz o de sopa...
que
desaparecieron en los volcanes de Méjico dejando tras de
ellos tan sólo la sombra de sus vaqueros y la lava y la ceniza de
la poesía esparcida en la chimenea...
que
reaparecieron en la Costa Oeste con barba y en pantalones cortos con
grandes ojos pacifistas eróticos con su piel morena distribuyendo
incomprensibles panfletos...
que
distribuían panfletos sollozando y desnudándose mientras las
sirenas les perseguían con sus aullidos...
que
se derrumbaban sollozando en blancos gimnasios desnudos y trémulos
ante la maquinaria de otros esqueletos...
que
iban tambaleándose hacia las oficinas de desempleo...
que
lloraban ante el encanto de las calles con sus carritos llenos de
cebollas y mala música...
que
se sentaban sobre cajas inspirando la oscuridad bajo el puente, y se
levantaban para construir clavicordios en sus áticos...
que
tiraron sus relojes desde el tejado para emitir su voto por
una eternidad fuera del tiempo...
que
cantaban desesperados desde sus ventanas y se caían por la
ventanilla del metro…
que
conducían campo a través durante setenta y dos horas para
averiguar si yo había tenido una visión o tú habías tenido una
visión para conocer la Eternidad...
que
se postraban de hinojos en desesperanzadas catedrales rezando por su
mutua salvación...
que
el alma iluminó su cabello durante un segundo...
que
exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo…
AMÉRICA
América
te lo he dado todo y ahora no soy nada. América dos dólares y
veintisiete centavos 17 de enero de 1956. No puedo soportar mi propia
mente. América, ¿cuándo pondremos fin a la guerra de la Humanidad?
Vete a que te den con tu bomba atómica. No me siento bien no me
molestes. América, ¿cuándo serás angélica? ¿Cuándo te quitarás
las vestiduras? ¿Cuándo serás capaz de mirarte a través de la
tumba?
América,
¿por qué están tus bibliotecas llenas dé lágrimas? América,
¿cuándo enviarás tus huevos a la India? ¿Cuándo puedo
entrar en el supermercado y comprar lo que necesite sólo por mi
bonita cara? Tu maquinaria es demasiado para mí. Me haces desear ser
un santo. Debe haber otra manera de zanjar esta discusión.
MOLOCH
¿Qué
esfinge de cemento y aluminio reventó sus cráneos y devoró sus
cerebros y su imaginación? Moloch. Soledad. Inmundicia. Fealdad.
Latas de basura y dólares inalcanzables. Niños chillando bajo las
escaleras. Muchachos sollozando en los ejércitos. Ancianos llorando
en los parques.
Pesadilla
de Moloch. Moloch el sin amor. Moloch mental. Moloch, juez
inmisericorde de los hombres. Moloch, prisión incomprensible. Moloch,
cárcel desalmada de tibias cruzadas y Congreso de aflicciones.
Moloch cuyos edificios son veredictos. Moloch, la vasta piedra de la
guerra. Moloch, los anonadados gobiernos. Moloch, cuya mente es pura
maquinaria. Moloch, cuya sangre es el fluir del dinero. Moloch, cuyos
dedos son diez ejércitos. Moloch, cuyo pecho es una dinamo caníbal.
Moloch, cuyo oído es una humeante tumba.
Moloch
cuyos ojos son un millar de ventanas cegadas. Moloch, cuyos
rascacielos se yerguen en las largas avenidas como inacabables
Jehovahs. Moloch cuyas fábricas sueñan y croan en la niebla. Moloch
cuyas chimeneas y antenas coronan las ciudades.
Moloch
cuyo amor es petróleo y piedra sin medida. Moloch cuya alma es
electricidad y bancos. Moloch cuya pobreza es el espectro del genio.
Moloch cuyo sino es una nube de hidrógeno asexuado. Moloch cuyo
nombre es la Mente.
Moloch
en cuyo seno me aposento en soledad. Moloch en cuyo seno sueño
ángeles. Demente en el seno de Moloch. Desamado en el seno de
Moloch.
Moloch
que penetró en mi alma tempranamente. Moloch en cuyo seno soy una
conciencia sin cuerpo. Moloch que me aterrorizó sacándome de mi
éxtasis natural. Moloch a quien abandono. Despertad en el seno de
Moloch. La Luz cae del cielo en torrentes.
Apartamentos
robóticos, suburbios invisibles, tesorerías esqueléticas,
capitales ciegos, industrias demoníacas, naciones espectrales,
manicomios invencibles, penes de granito, bombas monstruosas. Ellos
se quebraron las espaldas elevando a Moloch hasta el paraíso.
(*) Periodista