viernes, 28 de febrero de 2020

Felipe pide que se “quiten el cuchillo de la boca” / Fernando G. Urbaneja *

Ver y escuchar a Felipe González y José María Aznar en el mismo escenario siempre es un espectáculo interesante. Se escuchan cosas interesantes y se percibe el efecto del paso del tiempo en personas que han vivido experiencias semejantes. Se parecen poco, casi nada, pero comparten un sentimiento. La Transición y la democracia constitucional merecen la pena. Aznar habla de “democracia liberal” y Felipe de “democracia representativa”, en realidad hablan de lo mismo.

Los dos advierten de que esa democracia está amenazada y en riesgo en España y en el mundo. Los dos precisan que la raíz del riesgo está en el descrédito de las instituciones, en buena parte provocada por los propios dirigentes de esas mismas instituciones. Ambos sostienen, de forma más o menos explícita, que el pacto constitucional de 1978 está roto, “lo han roto” dice Aznar, que añade “no me gusta los que está pasando, siento angustia” para concluir: “lo de ayer (la mesa de la Moncloa) es devastador para el sistema constitucional”.

Felipe González discurre parecido aunque con matices. Estima que el consenso constitucional duró 35 años, hasta el 2004, aunque no se percibió hasta 2014. Pero el sistema es resistente y resiliente (capaz de reaccionar a la adversidad). Propone una pregunta a los políticos, ¿hice mejor mi país durante mi mandato? Tanto él como Aznar pasan bien la prueba; no así otros presidentes posteriores.

Ambos razonaron que la estabilidad, el consenso constitucional de ese tercio de siglo fue anormal respecto a lo que había sido norma en otros períodos no autoritarios. Por eso hay que recuperar los acuerdos trasversales que hagan posible otros 30 años de estabilidad.

Lo más interesante de los discursos de ambos expresidentes me pareció la propuesta de Felipe a los políticos en activo: “quitaros los cuchillos de la boca”, “cuidado con el provincianismo”, “es posible ponerse de acuerdo”… Entre las advertencias de ambos destaca el concepto de “lealtad” constitucional, unida al reconocimiento de la diversidad y la descentralización que sustenta la Constitución.

Ambos políticos discrepan en la valoración de la reunión de la Moncloa, Sánchez-Torra: para Felipe ayer “no pasó nada; no va a pasar nada”, para Aznar lo de ayer es “devastador”. Pero como dijo Aznar: “Ni tú, ni yo, haríamos algo semejante” Ni uno, ni otro, ni el anterior, Adolfo Suárez. Quizá esa es la diferencia entre entonces y ahora, una diferencia que no es generacional, sino de conceptos, de profundidad en las convicciones.

Felipe recurrió a la ironía para recordar dos datos olvidados. “Yo tuve un poder relativo con 202 diputados, por eso tardé tres años en aprobar la ley de Sanidad… cuando a Suárez le faltaban 14 votos para aprobar los Presupuestos (¿de 1980?) 16 diputados socialistas no fueron a votar. Eran otros tiempos. Hoy el cuchillo va en la boca, quizá por eso se entiende mal lo que dicen.


(*) Periodista y politólogo


SCC y los esquiadores 'indepes' / José Antich *

Acaba de anunciar Societat Civil Catalana, la entidad unionista creada para combatir el independentismo, que a partir del próximo viernes cortarán la entrada a los túneles de Vallvidrera hasta que acaben las concentraciones de la Meridiana por la sentencia del 1-O, que este viernes ha cumplido su 138ª noche de protesta. La acción tiene todos los ingredientes para confirmar una vez más que el unionismo es incapaz de construir un relato en positivo y siempre tiene que actuar a la contra. 

Lo hacía antes cuando la matriz más activa era Ciudadanos y lo sigue haciendo ahora que la formación naranja camina irremisiblemente hacia un ostracismo evidente y ocupa su sitio el PSC de Miquel Iceta. En este caso, además, la explicación de hasta cuándo mantendrán su acción no puede ser más de perogrullo: "Hasta que los trabajadores no puedan volver tranquilamente a casa después de largas jornadas de trabajo, los independentistas tampoco podrán ir a esquiar tranquilos los fines de semana".

Una cierta empanada mental sí que parecen tener los dirigentes de Societat Civil Catalana ya que identificar a los usuarios que pueden acabar resultando afectados por el corte de los túneles de Vallvidrera como los independentistas y los que circulan por la Meridiana, no los que viven allí, lo que ya sería muy osado, como los unionistas, es algo que aún nadie se había atrevido a hacer. 

Ahora resulta que el independentismo acaba teniendo que ver con la ruta por la que uno circula y con el poder adquisitivo, con la segunda residencia en la Cerdanya entiendo, y también con la afición al esquí. Respecto a esto último, van tarde ya que en pocas semanas la temporada de invierno tocará a su fin y más si continúan las altas temperaturas de los últimos días, aunque se espera una tregua en este sentido y un cierto retorno a un clima más frío.

Acostumbrado como estoy desde hace décadas a coger indistintamente los túneles de Vallvidrera o la Diagonal -también la Meridiana- para ir a La Seu d'Urgell y cruzarme con muchos conductores que van a pasar el fin de semana a Andorra o bien en el caso de los túneles a la Cerdanya, me declaro incapaz de saber durante el trayecto quiénes han cogido una u otra ruta para llegar a destino. 

Tampoco que unos sean más ricos que otros, más independentistas que otros o más unionistas que otros. Y el poder adquisitivo de los que tienen la Cerdanya como segunda residencia me atrevería a decir que está mucho más equilibrado de lo que SCC puede llegar a pensar, si acaso no está más decantado del lado unionista.

Pero quizás lo de los esquiadores indepes es tan solo una manera de llamar la atención y de que Pedro Sánchez, al que han pedido que les reciba, les acabe abriendo el Palacio de la Moncloa. Porque de política tienen mucho que decirle, parece, como por ejemplo que no confunda el diálogo con el trato preferencial y, sobre todo, que no tenga privilegios para los independentistas. 

Todo, por la foto de la mesa de diálogo de ambos gobiernos en la Moncloa del pasado lunes de aquel que hasta hace un tiempo consideraban suyo mientras hoy andan perdidos sobre qué es lo que realmente defiende.


(*) Periodista y director de El Nacional