martes, 5 de mayo de 2020

Joan Romero alerta de que la crisis del coronavirus puede ser "la última oportunidad para la UE


VALENCIA.- El "momento histórico" que vivimos plantea, según indica el catedrático de Geografía Humana Joan Romero, muchos interrogantes -sobre el futuro de la globalización, de la crisis climática, de la Unión Europea o del modelo productivo- y alguna certeza: "hay que ensanchar el espacio de lo público".


"Ha quedado claro que el espacio público debe ensancharse, no solo en políticas públicas de salud, sino en otras políticas públicas, como educación, innovación, industrialización o apoyo a sectores productivos concretos", sostiene Romero (Albacete, 1953), quien se define como "keynesiano de toda la vida".
En su opinión, en los próximos ejercicios presupuestarios debería haber un "crecimiento apreciable" del presupuesto para sanidad pública y recuperar espacios que se han ido perdiendo, y aboga por una "revisión completa" del modelo de residencias de ancianos, porque en una democracia liberal no pueden ser "un negocio".
"Si algo me ha enseñado esta pandemia, es que nuestro modelo de residencias era muy vulnerable y no estaba preparado", afirma este profesor de la Universitat de València, quien destaca que esta pandemia global "afecta a todos sin distinción de geografías, de territorios o de religiones, pero sí con distinción de clases sociales".
El catedrático alerta de que la crisis del coronavirus puede ser "la última oportunidad para la Unión Europea si quiere mantenerse como proyecto político", pues si los Estados europeos "no están a la altura, el euroescepticismo avanzará y el proyecto político europeo puede naufragar".
Romero destaca que de la "crisis existencial" de la UE se viene discutiendo desde hace quince años, y recuerda que Europa ha "desaprovechado" las dos crisis anteriores: la de 2008 y la de los refugiados, en la que "demostró que no quería convertirse en un actor geopolítico global ni profundizar su proyecto político".
Esta tercera crisis supone una "oportunidad" para convertirla "en un tiempo histórico del que salir reforzada o debilitada para siempre", señala el catedrático, quien afirma que sería interesante que la UE "abandonara su indolencia".
Explica que ahora se habla mucho de que vamos hacia un nuevo modelo productivo, algo que es "muy fácil de decir y muy difícil de instrumentar", pues "se dice que China surgirá, pero China ya estaba ahí, y se dice que ocupará el lugar de Estados Unidos, algo discutible".
A su juicio, en los últimos veinte años se ha pasado a un mundo en el que no hay "un único centro": hay dos grandes potencias, Estados Unidos y China, que "ya no son imperio ninguna de las dos", de las que una ha experimentado un "descenso relativo" y otra un "aumento relativo", pero "hay otros muchos actores".
Y sobre quienes hablan del fin de la globalización, Romero indica que el proceso de desglobalización es un concepto del que se habla desde hace una década, y que algunos como él han defendido que la globalización "sin reglas ni control por parte de la esfera pública no era sostenible". "Las geografías del malestar estaban ahí mucho antes de la pandemia", afirma.
Romero destaca que ahora "se habla como nunca" de la necesidad de recomponer "la cultura política del acuerdo", algo que parece más posible en la escala regional, pero le genera más dudas en la escala estatal española, donde priman más "las viejas inercias que las nuevas necesidades".
La preocupan esas inercias de "la polarización, del cainismo político, aquella imagen del duelo a garrotazos de la Quinta del Sordo de Goya", y hace una petición: "los actores políticos deberían dar un paso más claro en favor de grandes acuerdos, porque si el acuerdo político en España no posible en circunstancias tan excepcionales como estas, ¿cuándo va a serlo?".
Romero alerta asimismo del riesgo de que la crisis sanitaria suponga un "retroceso" en la lucha contra la crisis climática, de que esta se vuelva a "guardar en el armario" y "se anteponga la necesidad de crear empleo a cualquier precio, abundando en el relato productivista".
Eso sería "pan para hoy y hambre para mañana", afirma el catedrático de Geografía Humana, quien insiste en que si se vuelve a "poner en el desván" la lucha contra la crisis climática, los costes económicos y los riesgos de "colapso serán mayores en un futuro inmediato".
También pide que no se pierda de vista que, cuando llegue fin de mes, habrá miles de familias en las democracias liberales y en nuestros barrios que "no podrán comer, literalmente", lo que debería hacer pensar a todos.
"Muchas de esas personas, algunas que no están aún en la cola de Cáritas o Cruz Roja, son las que los poderes públicos han definido como esenciales, y que hasta hace un mes eran absolutamente invisibles", los que ocupaban "las capas más bajas" de la sociedad y tenían los salarios más bajo, sostiene.
Desconoce si aprenderemos de esta pandemia -"no se aprendió" de la de la gripe española de 1918- y pide que los poderes públicos tengan en cuenta al construir sus "hojas de ruta" otras miradas además de las científicas, como las Ciencias Sociales, porque esta crisis repercutirá en las estructuras sociales y productivas y en la organización territorial.

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